Hay unos cuantos comentaristas en todas las crisis que se pasan la vida diciendo que ellos lo vieron venir, han acertado y son por lo tanto buenísimos. En algunos casos estos analistas acertaron por el mero hecho de llevar prediciendo la muerte y destrucción del mundo de forma incansable año tras año; cuando las cosas van mal se ponen la medalla, aunque de hecho llevan cagándola desde hace una década.

Otros aciertan por leer a terceros. Yo «prefije» la crisis financiera porque leía a Nouriel Roubini de vez en cuando, no porque sea especialmente brillante. En mi caso no me pongo más medalla que tener cierta potra escogiendo lecturas; algunos claman su genialidad por ser capaces de haber visto el profeta y haberlo seguido hasta la montaña.

Algunos por ahí van un poco más allá, y acertaron más o menos por pura potra. Saben un poco de economía (o invertir en bolsa – no es lo mismo que saber de economía, por cierto), algo les olió mal, y proclamaron el fin del mundo. El hecho que acertaran no quiere decir que tengan una explicación lógica sobre qué está sucediendo; eso les lleva o bien a decir que dos cosas completamente opuestas son igual de posibles (o crees que hay riesgo de inflación o hay riesgo de deflación; no puedes dar los dos como posibles. Y no, la respuesta no es intrascendente; las políticas necesarias son completamente distintas), o bien a atribuirlo todo a un librito que les encanta y que dicen tiene todas las soluciones.

¿La verdad? Yo no tengo demasiada idea de lo que pasa. Sé de sobras que no estoy siempre en lo cierto. Si algún día sueno más seguro de la cuenta, no me hagáis caso; seguramente digo lo que no debo. Muchas de las cosas que escribo son de hecho lecciones que me estoy dando a mi mismo; no entiendo algo bien,  así que intento explicármelo el lenguaje sencillito.

Al menos leo mucho, oiga.


8 comentarios

  1. interrogante dice:

    Pero es que si temes una deflación, siempre se puede convertir en una hiperinflación dándole con saña a la máquina de hacer billetes. Creo que básicamente esos agoreros predecían que por narices el funambulista se iba a caer, pero no se atrevían a determinar si por la izquierda o por la derecha.

  2. Lüzbel dice:

    «¿La verdad? Yo no tengo demasiada idea de lo que pasa. Sé de sobras que no estoy siempre en lo cierto. Si algún día sueno más seguro de la cuenta, no me hagáis caso; seguramente digo lo que no debo.»

    Mal, mal, mal. Así nunca convenceremos al Pueblo de que deben aceptarnos como gloriosos líderes de la Revolución Definitiva Total y Absoluta de Verdad.

  3. Roger Senserrich dice:

    Será la revolución de la duda: «tenemos…. ummmm…. un 75% de confianza al decir que guillotinar a David Bisbal es una buena idea».

    Eso, o gobernaremos mediante miedo e ignorancia, a base de leyes chifladas y contradictorias: «eres feliz, ciudadano?»

    🙂

  4. RATKO dice:

    Lo de guillotinar a Bisbal es algo que ya venimos pidiendo a gritos muchos honrados y esforzados ciudadanos, sería un principo, luego vendrían más como Los del Rio y su Macarena, sería una nueva era de terror pero tan lindo ejejejejejejej

  5. RATKO dice:

    http://www.cincodias.com/articulo/opinion/revelaciones-Santa-Maria-Garona/20090702cdscdiopi_5/cdsopi/

    este es un articulo interesante sobre la chapuza de la Central de Santa María de Garoña, otro ejemplo de agoreros sin fronteras-

  6. Ender dice:

    El artículo que enlaza RATKO es MUY MUY interesante. Desvela una de esas sutilezas que raramente llegan al conocimiento del ciudadano en los reportajes periodísticos al uso.

    Ahora bien, en mi opinión, tiene poco que ver con la decisión política del cierre o no cierre de Garoña. La esencia del artículo habla de otra cosa: de la falta o no de competencia en el mercado de generación eléctrica y de los problemas asociados a un mercado regulado.

    Ese es un problema interesantísimo, nada fácil de resolver y que sí que da para mucho debate (porque el debate «nuclear sí / nuclear no» es un falso debate).

    Cuando se habla de «costes» y «beneficios» de tal y cual fuente de generación, de «ahorro energético», etc, hay que distinguir entre la rentabilidad de las empresas, los costes directos para el consumidor (particular o industrial) en el recibo de la luz y el coste global para el país, que tarde o temprano se traduce en coste para todos. Pero a corto plazo, está claro que estos costes o beneficios no revierten por igual ni al mismo tiempo en cada uno de estos actores, ni posiblemente están alineados.

    Estoy en contra del cierre de Garoña por muchos motivos, pero cosa distinta es la idea de revertir en el consumidor los «benficios extra», cuando estos beneficios se han obtenido en situación de ventaja… cuando el mercado en el que actúa la empresa de alguna forma ya le ha compensado la posible pérdida de rentabilidad en su ciclo de vida debido a la regulación del mercado.

    Esta es una idea nada descabellada, de la que también habla el siguiente jurista (en el punto 3 de su entrada):

    http://www.lapaginadefinitiva.com/aboix/?p=210

    Saludos.

  7. citoyen dice:

    Quiero aprovechar, estimados amigos y amigas, esta ocasión que me brinda Ender para hacer un poco de autobombo y señalar que yo escribí algo sobre industrias de red y regulación hace algún tiempo. Para el caso era telefónica, pero para el sector eléctrico funciona parecido: hay un tradeoff entre eficiencia técnica y el nivel de competencia que hay en una industria cuando se regulan las tarifas. http://www.lorem-ipsum.es/blogs/laleydelagravedad/2008/05/el-melancolico-mundo-de-la-regulacion-economica-el-caso-de-las-industrias-de-red.html

  8. Roger Senserrich dice:

    Dioses, ¿ya estáis hablando de nucleares otra vez? ¡No se os puede dejar sólos!

    Voy a escribir otro post sobre ellas, que siempre genera como mínimo 30 comentarios airados. :-).

Comments are closed.