Marc Vidal anda muy espantado por dos datos: los tipos de interés a 12 meses de la deuda pública española se están colocando a un 1%, y la deuda puede que supere el 60% del PIB. La verdad, no acabo de entender por qué se fija en esto. España tiene problemas graves (y llevo meses de quejidos sobre el tema), pero creo que estas dos cifras tienen poco de preocupantes. De hecho, son buenas noticias relativas, dentro de lo que está cayendo ahí fuera.

Primero, los tipos de interés. El estado está endeudándose una barbaridad, eso no lo duda nadie. España está dándole a la palanca del déficit con un entusiasmo encomiable, algo que es básicamente imprescindible en el contexto en el que estamos. El estallido de la burbuja inmobiliaria ha masacrado la demanda interna; las empresas no invierten y los bancos prefieren proteger sus reservas a dar créditos (aunque la verdad, la cosa está menos mala que en nuestros vecinos). Ahora mismo en España sólo hay un actor que está consumiendo con fuerza: si las cosas no van mucho peor (y creedme, podrían ir mucho peor) es porque el gobierno está apretando el acelerador tanto como puede.

El estado es el único que gasta, y los bancos y cajas parecen sólo estar dispuestos a darle el dinero al sector público… con unos tipos de interés ridículos. Al 1%, de hecho, es básicamente dinero regalado; los inversores no es que vean su «rentabilidad desplomada», es que no se fían de nadie más. Los bonos del tesoro son ridículamente caros ahora mismo, de hecho; el estado tiene tanta gente que se pelea para comprarlos que puede colocarlos al precio que quiere. En este caso, a un tipo de interés estúpidamente bajo; como menos intereses paga el sector público, menos cobra el sector privado, es decir, se están comiendo un coste tremendo por comprar bonos a ese nivel.

Esto quiere decir dos cosas. Primero, el gobierno esta consiguiendo dinero básicamente gratis; a poco que crezca la economía (o suba la inflación) de hecho está ganando dinero por tirar de la targeta de crédito. Segundo, si los inversores están dispuestos a regalar el dinero así es porque confían que el España puede pagarlo de vuelta fácilmente. Si vieran un riesgo de perder ese préstamo, subirían los tipos de interés.

La deuda pública española subirá como la espuma estos años. Llegar al 60 ó 70 por ciento, sin embargo, no debería preocuparnos demasiado.  Si llegamos al 70%, estaremos aún por debajo de Francia, Estados Unidos, Alemania o Italia el año pasado, y a años luz de Japón. Una economía desarrollada (y España lo es, aún con sus problemas) puede tolerar esos niveles de deuda sin demasiados problemas, incluso a medio-largo plazo, sin que eso suponga un lastre demasiado oneroso a su economía. Prácticamente todos los países de la OCDE han vivido con una deuda por encima del 50% del PIB en los últimos sesenta años, y todo el mundo ha crecido como nunca. Un país medio decente tiene una capacidad de pago descomunal; sólo con el crecimiento estructural de una economía, de hecho, la deuda es perfectamente sostenible.

¿Son los déficits del sector público español peligrosos? A corto y medio plazo no, en absoluto. De hecho, son imprescindibles. Es más, es muy posible que a nivel europeo sean básicamente insuficientes; el continente puede estar metiéndose en deflación (algo que, insisto, es lo peor que puede pasarle a una economía – no voy a explicar otra vez lo que sabemos desde hace sesenta años) con demasiados gobiernos siendo remisos a gastar dinero. Es perfectamente posible, de hecho, que Trichet y el BCE estén cometiendo un error espantoso manteniendo tanta disciplina monetaria, e insistiendo en limitar déficits. Por mucho que hablemos de precios de la
energía
, el petroleo aún está a $70 el barril; aquí hay algo más.

El peligro para España no es que el estado gaste ahora demasiado. El gobierno está haciendo esa parte de su papel bien; imprimir dinero para que la economía no se ahogue del todo. El problema es que la otra mitad de  su trabajo, trabajar para que la economía pueda generar crecimiento sin necesitar de una burbuja crediticia, el gobierno no está haciendo gran cosa. Más allá de evitar que los bancos y cajas no se hundan (algo que se está haciendo, no costará demasiado dinero al contribuyente -los avales en reconversión se recuperan– y tampoco es que tuvieran tan mala salud), faltan reformas estructurales que hagan la economía más flexible y que permitan que el país dé salida a sus potencialidades.

Esta falta de iniciativa, de hecho, probablemente explica en parte por qué los bonos del tesoro son tan caros y tienen una demanda tan fuerte: los inversores no ven dónde colocar su dinero y tiran a lo seguro. Es lo contrario de lo que está sucediendo en Estados Unidos, donde los tipos de interés de la deuda pública están subiendo; con los inversores viendo signos de esperanza en otros sitios, el gobierno federal tiene que dar más dinero (bajar el precio) para atraer compradores.

Así que sí, tenemos que estar preocupados, pero no por el estado de las cuentas públicas. Ahora mismo, nadie parece encontrar nada mejor que hacer con su dinero que darle al estado gratis. Si no cambiamos esta tendencia, entonces la recuperación sólo llegará tarde, mal y a rastras, cuando las resurrecciones de nuestros vecinos (si vuelven a la vida; el morrazo que se está pegando Alemania, Italia y Francia y su tacañismo pre-Keynesiano es de espanto) nos saquen del pozo. Toca hacer reformas.

¿Sabéis lo peor de todo? Puede que aún haciéndolo todo bien, no salgamos del pozo. Si un estado de Europa del este se la pega (digamos, Polonia se va a la bancarrota) y se lleva unos cuantos bancos austríacos o alemanes por delante, tenemos un potencial desastre. Si Alemania y Francia deciden intentar equilibrar cuentas y restringir la demanda demasiado (y creedme, tienen tentaciones), España no tendrá dónde vender lo que produzca, incluso convirtiéndonos en Silicon Valley al cubo. Si el mercado de propiedades comerciales americano se estrella (y se lleva por delante algún banco), otro pánico financiero hará cualquier plan Zapatero inútil; todos a la mierda igual. Y no digamos si China sufre alguna catástrofe económica creativa (cualquiera se fía de su sector financiero), Arabia Saudí implosiona o algo de ese nivel.

Esto no se ha acabado, ni de broma. Hay tantas cosas que pueden salir mal dentro y fuera de España que más vale que recemos. Al fin y al cabo en 1930 veían brotes verdes a espuertas


5 comentarios

  1. Riose dice:

    Marc Vidal es un tipo que sabe de marketing y que se promociona a sí mismo hablando de… economía. Pero sus evaluaciones y conclusiones tienen la misma validez que las de alguien que se haya un chalet hablando de urbanismo.
    Pero si sus posts provocan alguno de los tuyos…. ¡bienvenidos sean!

  2. […] Roberto Centeno tiene un largo artículo detallando todas las horribles catástrofes que esperan a España, dentro del género de economía-ficción apocalíptica que tanto parece gustar a la blogosfera española. No me meteré a discutir las horrendas, desastrosas predicciones lanzadas, en parte porque me creo las cifras que da Eurostat y la OCDE, en parte porque creo que ahora mismo el estado debe gastar dinero. […]

  3. […] Roberto Centeno tiene un largo artículo detallando todas las horribles catástrofes que esperan a España, dentro del género de economía-ficción apocalíptica que tanto parece gustar a la blogosfera española. No me meteré a discutir las horrendas, desastrosas predicciones lanzadas, en parte porque me creo las cifras que da Eurostat y la OCDE, en parte porque creo que ahora mismo el estado debe gastar dinero. […]

  4. […] el plan E suficiente para salir de la crisis? No, ni de broma. La economía española debe cambiar. Las políticas de estímulo de la demanda, sin embargo (y el […]

  5. […] el plan E suficiente para salir de la crisis? No, ni de broma. La economía española debe cambiar. Las políticas de estímulo de la demanda, sin embargo (y el […]

Comments are closed.