La administración Obama se ha decidido a publicar los memorándums del Departamento de Justicia de la administración Bush justificando lo que vinieron a llamar «técnicas de interrrogación mejorada». En la cabeza de cualquier persona remotamente sana, lo que Bush y Chenney autorizaron es tortura, y los documentos desclasificados no dejan lugar a dudas.

Un ejemplo: uno de los prisioneros en Guantánamo tenía fobia a los insectos. Pánico. Los emprendedores abogados de la administración Bush sugirieron con entusiasmo y enormes cantidades de jerga legal que encerrar el pobre tipo en una caja llena de insectos no es tortura; es sólo interrogación entusiasta. No que el método no tenga cierta tradición literaria, pero es realmente horripilante; uno más de la galería de horrores que incluían posiciones forzadas, apaleamientos, humillaciones y ahogamiento simulado.

Lo más curioso, sin embargo, es cómo la Casa Blanca ha publicado estos documentos. La administración Obama ha decidido dar inmunidad a los agentes que efectuaron esos interrogatorios «de buena fe», siguiendo unas justificaciones absolutamente enloquecidas. Los que seguían órdenes que creían eran legales no serán imputados en nada… pero la administración no cierra puertas a quienes dieron las órdenes o las justificaron.

Esto puede que parezca magnánimo, pero es un cambio respecto a la doctrina en Nuremberg, donde estar siguiendo órdenes no perdonaba delitos. La verdad, me parece bien; recordad ese experimento de Stanley Milgram años atrás. Somos débiles, al fin y al cabo.

No sé si se atreverán a ir más allá. Mi sensación es que están esperando que la opinión pública o asociaciones de derechos civiles (o Garzón, si Zapatero no fuera un blando) lleve la iniciativa. Lo que está claro es que todas esas barbaridades de los últimos años son, afortunadamente, cosa del pasado.


8 comentarios

  1. Efectivamente. Es indudable que, con las pruebas en la mano, la ACLU o similares pueden sacar oro contra Bush, Cheney o Gonzales sin que el Departamento de Justicia tenga que mover un dedo. Y mejor: la opinión pública puede acabar exigiendo la participación del Fiscal General, lo que supongo acabará ocurriendo sin demasiadas complicaciones.

    Pero para lo que estoy aquí hoy es para sus comentarios sobre el esperado (por usted, por mí y por un puñado de frikis más) plan de Obama para el ferrocarril de alta velocidad. ¿Sus opiniones?

  2. Hombre, el experimento de Milgram no hace sino ratificar lo que siempre se supo: que el ser humano es capaz de ser un cabrón con pintas a poco que le den excusa para hacerlo. En otros términos, es la personalidad autoritaria, ya sea activa o pasiva, que permite hacer las mayores barbaridades al creer que te justifica una realidad superior, sea ésta religiosa o política.

    Pero eso no justifica nada. Lo de «Yo no soy culpable porque el que me lo mandó hacer fue Pepito» no es tolerable.

  3. […] reconoce las torturas del CIA, aunque no las juzgarán. “Es el momento de la reflexión, no del castigo“, ha dicho. […]

  4. Lüzbel dice:

    «Esto puede que parezca magnánimo, pero es un cambio respecto a la doctrina en Nuremberg, donde estar siguiendo órdenes no perdonaba delitos. La verdad, me parece bien; recordad ese experimento de Stanley Milgram años atrás. Somos débiles, al fin y al cabo.»

    Zimbardo publicó un libro no hace mucho llamado «El efecto Lucifer», hablando de su famoso experimento de la cárcel de Stanford y…de los casos de algunos torturadores de la era Bush.

    El prólogo es claro: explica el porqué alguien «normal» tortura, pero dice que los que lo hacen deben pasar por el banquillo. ¿La razón? Hay gente que lo hace…pero también mucha gente no. No es algo que inevitablemente te obliga a actuar así, como pasaría con una esquizofrenia (en la cual no puedes elegir).

    Así que sí: los que torturan deben ir a la cárcel (y sin cobrar por pasar por la casilla de salida).

  5. Jéssica dice:

    ¿No habíamos quedado en que desconocer la ley no exime de su cumplimiento?

  6. Demócrito dice:

    Que alguien normal pueda torturar no es eximente. Yo me creo normal y si pudiera dejaba monda y lironda la sucursal del BBVA de la esquina, sin molestar a nadie, eso sí. Y supongo que si me pillaran tendría que afrontar las penas tipificadas. No creo que decirle a un Juez: «es que estaba a huevo y cualquier persona normal lo hubiera hecho» supusiera eximente alguno.

  7. Mario dice:

    Un par de precisiones legales. Efectivamente, muchas de esas técnicas no tienen por qué caer bajo el nomen iuris de «tortura», sino quizá el de «trato inhumano y degradante». Naturalmente, están igualmente prohibidos pero podría haber ciertas diferencias en cuanto a consecuencias jurídicas, de la misma manera que en nuestro derecho penal no es lo mismo un homicidio que un asesinato. «Tortura» y «genocidio» son dos términos de los que se tiende a abusar.

    Por otra parte, tiene todo el sentido del mundo que a un subordinado no se le encause por las órdenes ilegales recibidas si éstas no eran manifiestamente antijurídicas. Como es lógico, los militares están obligados a desobedecer las órdenes ilegales que reciban, pero a nadie se le escapa que una excepcion como esta en el seno de un ejército es muy peligrosa para la disciplina, en una organización basada en la sumisión. Es por eso que se suele eximir de responsabilidad a los militares que sigan órdenes ilegales cuya antijuridicidad no fuese evidente.

    Un saludo.

  8. […] Para el caso de Vera (siempre suponiendo que lo que dice es cierto), esto me lleva a un conclusión que muchos tacharán de cínica. A nivel moral, es posible y probable que no merezca una reprobación severa ya que actuar de otro modo sería haberle exigido un comportamiento cercano a lo heroico. Sin embargo, en un mundo dónde el derecho -y en general las instituciones, solo las jurídicas- es un mecanismo de control social que asegura que las cosas no se van de madre, gente como Rafael Vera, o Pinochet debe ir a la cárcel; sino la credibilidad de esas reglas que son archinecesarias para que la sociedad funcione se hundiría. Aunque el comportamiento heroico no sea exigible a nivel moral, la política es una actividad de riesgo y los cargos políticos como Vera no son sólo gestores, sino decisores; si había alguien responsable de romper la inercia organizativa era él y es razonable que se le condene para dar ejemplo por no haberlo hecho. Por último, creo que la gente que no tomaba
    realmente decisiones y sólo seguía órdenes -no tenía tanta responsabilidad- debería salir indemne. Es decir, comparto la idea de egócrata respecto de Guantánamo.  […]

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