El fin de semana estuvimos en Austin, Texas, una ciudad realmente curiosa en muchos aspectos. Texas, como todo en Estados Unidos, es rematadamente gigantesco e inconprensiblemente diverso; aunque el estado voto republicano en las elecciones, en Austin Obama sacó un 65% de los votos. La ciudad es mucho más progresista que el resto del estado, y tiene una alegre tendencia a apoyar causas perdidas en un estado tan conservador. La ciudad es muy tolerante, amante de la cultura y llena de frikis, gafapastas, homosexuales, universtarios y fashion victims entusiastas; el contraste con el resto del estado es escandaloso.

En comparación al resto del estado también es una ciudad muy próspera, algo de lo que uno se percata de inmediato en cuanto sale de su área metropolitana. La Texas rural es pobre y triste, nada que ver con la actividad constante de Austin. De un modo u otro, Austin parece estar absorbiendo el talento de todo lo que le rodea, concentrando todo aquel que es joven, mentalmente activo y con ganas de hacer cosas.

¿Recordáis el artículo de Richard Florida sobre gays y prosperidad económica? El crecimiento económico de Austin tiene algo que ver con esto. No es que los gays creen riqueza necesariamente, pero una ciudad tolerante crea un entorno que tiende a atraer la clase de gente que quieres en una ciudad: frikis, gafapastas, informáticos, fashionistas y otra gente de mal vivir. Gente obsesionada con hacer cosas ridículamente intelectualoides, que de un modo u otro parecen generar prosperidad.

La próxima vez que hablemos del gran Cthulu, de cómo el ordenador es tu amigo, confía en el ordenador, o del genio innegable y eterno de Shigeru Miyamoto no estoy siendo friki; estoy generando crecimiento económico de forma indirecta. Como dicen en Austin, «Keep Austin weird».