Economía & Internacional

Regulando simios y otros primates

18 Mar, 2009 - - @egocrata

Mientras el Congreso de Estados Unidos se lanza a una maravillosa carrera para ver quién le pega la bofetada más fuerte a los adorables cínicos profesionales de AIG (el rescate era imprescindible, por cierto. Los bonos, no tanto), vale la pena recordar que el Departamento del Tesoro americano anda preparando las nuevas regulaciones para mercados financieros. No me voy a poner a repasar los detalles, aunque en general suenan bastante bien; la idea de hacer el nivel de reservas de los bancos ligeramente contracíclico es muy elegante. De todos modos, no soy el más indicado para repasar estos tecnicismos demasiado; no sé bastante.

Lo que sí me parece curioso, y ciertamente relevante, son los comentarios de Barry Ritholtz al pensar cómo deberíamos diseñar regulaciones:

You’re a monkey. It all comes down to that. You are a slightly clever, pants-wearing primate. If you forget that you’re nothing more than a monkey who has been fashioned by eons on the plains, being chased by tigers, you shouldn’t invest. You have to be aware of how your own psychology effects what you do. This is why we as investors sell at the bottom, get panicked. All the other lessons I’ve learned have come out of that. As has the field of behavioral economics.

Wall Street clichés, like “cut your losses and let your winners run” come back to prevent the monkey part of your brain from doing what it does. There’s a banana–I want it. That’s how chimps behave. Us humans react to greed and fear in predictable ways. We are predictably irrational. If you understand that you can take steps to prevent that–we don’t own anything in the office that doesn’t have a stop-loss on it. In 2008, we watched the market go down 40%. We figured out we’re chimps, and don’t let the chimp inside us make those chimp-like decisions.

Every good financial decision I’ve made comes from, “Wait a second, monkey boy, step back, don’t do that.” Once you realize how your own brain chemistry works against you, it gives you a chance to not panic at the bottom.

Es un argumento un tanto caricaturesco, pero tiene mucho de verdad: nuestro cerebro está diseñado para evaluar riesgos en una era y lugar completamente distinta al mundo en que vivimos. Cuando digo que Wall Street estaba lleno de monos especialmente entrenados estoy hablando en serio; los circuitos que regulan peligro, miedo, euforia y beneficio no es que sean especialmente sofisticados. Podemos hacer bonitos modelos matemáticos en frío para intentar descifrar qué sucede, pero no podemos confiar en la racionalidad de los actores demasiado al decidir cómo regular: sencillamente, los mercados a veces actuan como simios que acaban de descubrir un monolito negro en una pradera.

Por cierto, el gobierno español haría bien en aprender algunas cosas de la reacción de la Casa Blanca a la embarazosa situación de AIG. Aunque parece que los bonus para ejecutivos son heredados de la administración anterior (como todo lo bueno en este mundo), parece que siguen el credo que «no hay crisis que no podamos aprovechar» (frase atribuida a Rahm Emmanuel, jefe de gabinete): si AIG está haciendo el burro de esta manera, mejor; así será más fácil regular el sistema financiero de forma alegremente draconiana.


9 comentarios

  1. Tengo la impresión que muchos de estos actores actúan sabiéndose la jugada. Las formas de intervención estatal están determinadas desde hace décadas y ellos saben cómo sacar provecho de ellas. En una entrada de hace unas semanas reflexionaba sobre esto:

    http://geografiasubjetiva.com/2009/01/05/genialidad-necesaria/

  2. Rocamadour dice:

    Me hace pensar en cierto tipo de aproximaciones al siempre apasionante campo de la inteligencia artificial. El símil del primate está expuesto de forma realmente brillante. Se me ocurre también el de la hormiga: sistema nervioso relativamente sencillo y predecible, comportamiento agregado complejísimo y potencialmente devastador.

    ¿Soy el único al que dan yuyu las últimas fotografías de la siempre magnífica sección The Big Picture en The Boston Globe?

    http://www.boston.com/bigpicture/2009/03/scenes_from_the_recession.html

  3. […] principios morales y cuestiones éticas, pero hemos pasado por alto una cosa importante. Como dice Roger citando a Barry Ritholtz a propósito de otra […]

  4. […] principios morales y cuestiones éticas, pero hemos pasado por alto una cosa importante. Como dice Roger citando a Barry Ritholtz a propósito de otra cosa: You’re a monkey. It all comes down to that. You are a slightly clever, […]

  5. […] principios morales y cuestiones éticas, pero hemos pasado por alto una cosa importante. Como dice Roger citando a Barry Ritholtz a propósito de otra cosa: You’re a monkey. It all comes down to that. You are a slightly clever, […]

  6. […] y alimentos mutantes, he recordado una de esas viejas verdades que no debemos olvidar nunca: somos simios. Una pila de monos. Un poco más limpios, más refinados y con pantalones de diseño, pero simios […]

  7. […] y alimentos mutantes, he recordado una de esas viejas verdades que no debemos olvidar nunca: somos simios. Una pila de monos. Un poco más limpios, más refinados y con pantalones de diseño, pero simios […]

  8. […] y alimentos mutantes, he recordado una de esas viejas verdades que no debemos olvidar nunca: somos simios. Una pila de monos. Un poco más limpios, más refinados y con pantalones de diseño, pero simios […]

  9. […] Un ejemplo es la letra pequeña de las tarjetas de crédito, o las condiciones y detalles específicos al contratar una hipoteca. En ambos casos, la inmensa mayoría de consumidores tienen (¡tenemos!) una tendencia muy marcada a sobrevalorar los beneficios inmediatos (¡tele nueva! ¡casa bonita!) y minimizar el riesgo implícito en nuestras decisiones. Demasiado a menudo nos convencemos que el futuro es mucho menos peligroso de lo que parece, o que las cosas “acabarán saliendo bien” a pesar que no acabemos de ver las cosas claras. El cerebro humano, al fin y al cabo, no está realmente diseñado para actuar a largo plazo; nuestros instintos son, muy a menudo, más simiescos que calculadores. […]

Comments are closed.