Hemeroteca Lorem Ipsum - Materias Grises & Retórica

Nostalgia de campaña: oda a «El Ala Oeste»

10 Nov, 2008 - - @egocrata

Estos días no somos pocos los que andamos cabizbajos, fustrados, con una sensación de vacio espiritual. Las encuestas ya no tienen sentido. Las noticias son irrelevantes. Los políticos están trabajando, no dando discursos. No hay elecciones hasta noviembre del 2010.

Tratando de superar esta brutal soledad, esta terrible falta de poesía, épica, romanticismo en nuestras vidas, muchos han perdido la cabeza. Un servidor, sin embargo, ha vuelto a ese cajón dónde tiene sus DVD de emergencia, esos que utiliza en casos de extrama necesidad: mi colección completa de «El Ala Oeste de la Casa Blanca«.

Sí, soy un frikazo de impresión. Eso no quita, sin embargo, que la serie de Aaron Sorkin es realmente extraordinaria, y además ha envejecido espectacularmente bien. «El Ala Oeste» es tan emocionante, inteligente y hábil ahora como lo era en 1999; y quizás ha ganado en relevancia incluso ahora que Bush se retira.

Vale la pena recordar que «The West Wing» es de hecho tres series, no una sóla. Las tres primeras temporadas son de calle las mejores (especialmente las dos primeras); Aaron Sorkin tenía libertad para escribir, y sus problemas con las drogas no era aún (demasiado) severos. La cuarta, quinta y sexta temporadas son las más flojas, primero por los conflictos entre Sorkin y NBC, y después por un cierto agotamiento, aunque en el sexto año las primarias demócratas fueron realmente interesantes. La séptima temporada es -casi- tan buena como el inicio de la serie, con la campaña entre Obama Santos y McCain Vinnick, y es un cierre excelente a la serie.

Este fin de semana me he estado tragando con entusiasmo un montón de episodios de los dos primeros años, y Dios, cómo los he disfrutado. Para los que empezamos viendo la serie doblada en TVE: la serie es infinítamente mejor en versión original. Para los que tengan un muy buen nivel de inglés (los personajes hablan muy rápido y utilizando cantidad de jerga; no es nada fácil de seguir), olvidaros del doblaje; Sorkin es sobretodo escritor, no productor, y el diálogo en «El Ala Oeste» es lo mejor de la serie.

Todo el mundo es inteligente, locuaz, ocurrente y rápido; todas las conversaciones tienen un ritmo fantástico. De hecho, es casi un musical hablado; las palabras tienen una vida propia. Sorkin es de los poco guionistas americanos que tiene un estilo inmediatamente reconocible (Mamet y Tarantino son los otros dos, probablemente), y en «El Ala Oeste» el tipo estaba a su mejor nivel. En cierto sentido, el tema cuadraba a Sorkin perfectamente; el tipo es básicamente un romántico grandilocuente, y la política es el sitio perfecto para estas cosas.

Lo que realmente hace la serie fascinante, sin embargo, es el hecho que no toma a los espectadores por idiotas. La administración Barlett (esa idea platónica de la presidencia) hace un esfuerzo para elevar el discurso, y la serie actua en consecuencia. Episodios como «Take This Sabbath Day» (pena de muerte), «In Excelsis Deo» (el mejor episodio de Navidad jamás parido) o «Celestial Navigation» (sobre el juego de espejos que es la política, mi episodio favorito) tratan temas serios en profundidad y con detalle, tomando una posición moral pero nunca tomándote por idiota al verlo.

En los mejores episodios, los políticos del Ala Oeste dudan, toman atajos, se debaten entre lo popular y sus convicciones y nunca consiguen obtener todo lo que quieren. Tienen ideas sólidas, pero tienen dudas; en algunos caso (como cuando Barlett no detiene una ejecución) se sienten horriblemente culpables por la decisión que han tomado. La serie no deja de ser nunca una visión idealizada de la política (creedme, nadie habla de ese modo en ningún lugar de la tierra,  y nadie tiene tan buenas intenciones o es tan perfecto como Barlett), romántica, grandilocuente, pero se toma muy en serio el tema tratado.

A todo esto, lo más curioso al ver la serie ahora es lo mucho que el tono de la campaña de Obama se parece al tono de la serie. Sorkin ha comentado que Barlett era, en cierto sentido, una versión ideal de Clinton; un presidente liberal, justo y sabio, que aspiraba a alcanzar ideales y no se conformaba con el día a día. Obama hay algunos días que parece estar jugando a ser Barlett, cosa que no deja de ser un tanto divertida.

En fin, realidad imitando la ficción, etcétera. Es una serie excepcional; ojalá la política en Estados Unidos se pareciera más a esa ficción.


Un comentario

  1. Pero es en cierta manera peligroso si puesto en manos inadecuadas: si osamos demostrar cierta reticencia a tener descendencia ante nuestra pareja, ésta no tiene más que sacar la escena «I didn’t knew that babies come with hats» de Toby para convertirnos en máquinas biológicas ansiosas por tener gemelos. O más.

Comments are closed.