Sarah Palin es oficialmente un lastre. Meses atrás, cuando John McCain reveló su extraña elección vicespresidencial, ya comenté que me parecía que a medio plazo la cosa no iba a funcionar. Hoy me parece que puedo ponerme oficialmente la medalla de «tenía razón» (no acierto a menudo, así que que…): las encuestas dicen que una mayoría de los votantes ven a Palin como un lastre para la candidatura mayor que Bush, ha dado innumerables entrevistas horrorosas, es objeto de mofa constante en todas partes… y se ha gastado $150.000 en ropa para la campaña.

Uno no puede pasarse meses diciendo que es una «hockey mom», una americanana media, un político que es el representante de la america rural que los conservadores idolatran, y ser cazada gastándose veinte millones de pesetas en ropa. Lo que es peor, la campaña de Obama ha sido paciente; llevan dos meses insinuando que McCain toma decisiones impulsiva y no tiene el temperamento adecuado para ser presidente, diciendo de forma implícita que escoger a Sarah Palin es un ejemplo de esos defectos. Ahora cada vez que Palin hace algo estúpido el mensaje implícito es que McCain escogió a una incompetente, no que Palin es culpable de nada.

La gente de Obama hizo lo que debía: dejar que Palin cometa errores. Hablar de McCain, hacerlo responsable, y si Palin la pifia, la culpa es suya. El resultado es que estos días cuando la prensa encuentra cualquier tontería de la gobernadora de Alaska (y su presupuesto de vestuario lo es, hasta cierto punto) el análisis es si McCain cometió un error al nominarla, más que otra cosa. Añadid esto al desfile constante de conservadores cabreados diciendo que no votarán a McCain en parte por su absurdo candidato vicepresidencial, y vemos cosas como esta. Obama nominó un vicepresidente propenso a cometer errores, pero con tanta experiencia (y reputación de meter la pata) que la prensa no considera sus idas de la olla noticia. Con Palin, son embargo, tenían un lienzo en blanco, y sí consideran cada pincelada definiéndola noticia.

A todo esto, sí, voy a hablar de economía y los problemas de la presidencia de Obama. No he tenido tiempo. En cierto sentido, estoy cometiendo el delito de periodismo; escribir sobre chorradas para salir del paso, sin tener tiempo de profundizar. Mi excusa es que tengo otra vida fuera de la bitácora, algo que la tropa de reporteros ahí fuera no gastan.