Día raro hoy. Después de ver «La Invasión de los Ultracuerpos» en DVD hoy (estoy en horror clásico estoso días) Michelle Bachman, representante republicana en el Congreso de los Estados Unidos me suelta esto en MSNBC:

Lo único que le ha faltado (y estoy bastante seguro que no era por falta de ganas) era eso de «I can no longer sit back and allow Communist infiltration, Communist indoctrination, Communist subversion and the international Communist conspiracy to sap and impurify all of our precious bodily fluids» para quedarse bien a gustito.

Lo del partido republicano estos días es, francamente, algo preocupante. Y lo peor, no es algo que afecta a los lacayos de poca monta del partido (aunque la verdad, Bachman es una teórica estrella ascendente entre los republicanos); la candidata a la vicepresidencia anda soltando burradas parecidas. Cosas como decir que está muy contenta de estar «aquí en una zona pro-América» del país en una zona rural de Carolina del Norte. Supongo que Connecticut es Francia y Nueva York es Londres. A saber.

Y la cosa no queda aquí. La campaña de McCain, tras tener a su candidato todo ofendido en el debate cuando Obama le dijo que estaban cuestionando su patriotismo, anda con robollamadas que dicen, entre otras perlas, que Obama «trabaja con terroristas» (Ayers), «mata bebés», y «prefiere Hollywood a América». No hace demasiado un comentarista español pardillo decía que McCain era de hecho un romántico, y no se metería a hacer campaña destructiva y polarizante. Algo me dice que andaba equivocado.

Ah, y sobre lo de ACORN: es otra paranoia.

Lo más triste de todo esto no es el hecho que sea una campaña horrorosamente negativa, incluso para los habitualmente atroces estándares americanos. Lo realmente patético es que con una economía básicamente estrellándose de mala manera (y con gente como Ruth Marcus ¡pidiendo déficit público!), McCain está básicamente pasando olímpicamente de pretender lo más mínimo en arreglarla o hablar de ella. Lo suyo es perder todo un día hablando un fontanero, acusando a Obama de ser antipatriota, extranjero o algo peor, y básicamente confiar que los medios se distraigan y dejen de repasar su programa económico.

Programa que, por cierto, es básicamente la clásica ortodoxia republicana (bajar impuestos, congelar gasto) combinada con elementos contradictorios (comprar todas las hipotecas malas a precio completo, un plan de sanidad espantoso y ciértamente variable) y promesas completamente imposibles (eliminar el déficit público en cuatro años). No me extraña que no hable demasiado de él, ya que es básicamente indefendible; en unas elecciones en que todo lo que huela a Bush es radioactivo, sus ideas económicas son realmente parecidas.

Hoy, de hecho, he visto un par de ejemplos claros sobre cómo la vieja retórica parece no llevar a los republicanos a ningún sitio. Obama, en el comentario que hizo famoso al dichoso fontanero, comentaba que su plan fiscal bajaba los impuestos a los que ganan menos de $250.000 al año (subiéndoles al resto) porque es necesario «repartir un poco la riqueza». Ganar más de un cuarto de millón al año es una burrada (la renta media familiar está por debajo de $60.000), así que no es nada demasiado delirante; esta mañana, sin embargo, tenemos a medio partido acusando a Obama de socialismo.

Sí, socialismo. Por querer subirle un poco el impuesto de la renta al 5% de americanos que más ganan, y que han visto su ingreso subir como nunca en los últimos ocho años, mientras que la renta media se estancaba. El año en que esos ricachones de Wall Street se han pegado un tortazo tal que se han llevado media economía (y un rescate de 700.000 millones de dólares) por delante. El país con estos pelos, y los republicanos acusan a Obama de guerra de clases. Como dice Warren Buffet (que apoya a Obama) a menudo, «Sí, hay guerra de clases. Y los mís van ganando.»

La reacción de no pocas voces ha sido bastante inmediata, y no precisamente positiva. Es realmente difícil convencer a los americanos que con la que ha caído, la solución es menos gobierno, menos impuestos, menos redistribución y la repetición mecánica de las recetas de 1980. Con la enorme, aplastante ventaja publicitaria de Obama, no creo que los demócratas dejen que la retórica absurda les cierre la puerta esta vez.

A todo esto, ignorad las tonterías que algunos dicen mirando encuestas y viendo debates. De momento, la ventaja de Obama es amplia y parece que relativamente estable. Y ya que estoy con apartes, las robollamadas tienen dos características principales: uno, son muy poco efectivas. Dos, son muy baratas. McCain parece que está a salto de mata a estas alturas.


3 comentarios

  1. Jorge Ramos dice:

    Ya decía yo que los republicanos estaban tardando un poco en sacar la bandera y el argumento del patriotismo.

    Vergonzoso… Pero solo demuestra que ya no saben qué hacer para parar la derrota.

    Un saludo.

  2. Javi dice:

    Impresionante el video…Lo he tuiteado (Aunque he puesto que lo he sacado de tu blog).

    Esto le quita muchos votos a McCain…

    Saludos,

    Javi

  3. Dani dice:

    Dios mío, qué fuerte, el vídeo!!! Esa mujer está como una cabra…

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