Hoy el sistema financiero americano ha sufrido algo que en términos (poco) técnicos se describe como un ataque de cagarrinas profundo. Con bancos hundiéndose a derecha e izquierda y la Reserva Federal haciendo de bombero hasta con compañías de seguros (AIG, que se pilló los dedeos asegurando hipotecas basura), los periodistas americanos ha despertado de su horrendo sopor un poquillo y se han dignado a cubrir lo que dicen los políticos del tema.

Lo han hecho, obviamente, de refilón, ya que ningún periodista de élite (con algunas excepciones, como el NYT y para mi sorpresa, Político) está para perder el tiempo hablando en detalle de las propuestas del candidato sobre regulación de mercados financieros.  A lo mejor se hubieran dado cuenta de este modo que Obama lleva tiempo hablando sobre el tema, mientras que McCain tiene un cuadernillo preparado por Philip Graham, el genio al que debemos el marco regulador actual. En fin no vamos a pretender que los periodistas sepan de economía financiera.

Esto, en un principio, le pone las cosas relativamente fáciles a McCain. Sí, su partido es el autor de las leyes que han provocado el desastre, y su principal asesor económico (el que decía que el país tenía una «recesión mental») fue su principal impulsor. McCain votó a favor, por descontado. Pero los periodistas no están demasiado para estos detalles; el candidato republicano sólo tenía que decir que es un reformista, un maverick, criticar banqueros, y podría escaparse de esta sin demasiado problema, ignorando los llantos de los tres matados que hemos seguido el asunto. Sí, el tipo dijo en las primarias que no sabe demasiado de economía, pero los periodistas tampoco pueden hacer preguntas sobre ello, ya que saben menos.

El problema para McCain es que el tipo ha tenido una pequeña gran paja mental hoy dando discursos. Más concretamente, una detrás de otra. A primera hora de la mañana han enviado su comunicado sobre la crisis (todo vaguedades); el el primer discurso de la mañana en Florida el tipo ha soltado más o menos lo siguiente: «los cimientos de nuestra economía son fuertes» (the fundamentals of our economy are strong). Eso, el día en que Wall Street tenía un espantoso cruce de cables.

Las declaraciones, de hecho, no son tan espantosas si se miran en contexto. McCain dice a continuación que a pesar que los cimientos son fuertes, son tiempos difíciles. En un discurso posterior (después que la campaña de Obama se pusiera las botas echando a parir el comentario) ha intentado aclarar que los «cimientos fuertes» son los trabajadores americanos, que curran mucho, son super majos y muy, muy innovadores. Cosa que probablemente tenga sentido y que hasta puede que McCain crea sinceramente, pero que no aleja el problema en el que se ha metido lo más mínimo: se ha tirado de cabeza en la definición que la campaña de Obama llevaba repitiendo sobre él.

¿Recordáis las siete (o doce) casas de McCain, y como el tipo no recordaba cuántas tenía? Ese glorioso golazo en propia puerta ocurrió hace un par de décadas en términos políticos, antes de las convenciones. El jolgorio de las fiestas y el espeluznante caso Palin (cada vez más divertido) hicieron que eso desapareciera de los medios un rato. Parece que tras meter la pata en las pantanosas aguas de no «estar en contacto» con los problemas de los votantes una vez, John McCain ha avanzado con paso firme y decidido hacia el mismo charco.

Al menos, esa es la oportunidad que veo yo, y no estoy solo. No sé qué pensarán por la campaña de Obama, la verdad, pero de momento hoy tanto Biden como Barack han disfrutado lanzando puyas sobre el tema. Si de mí dependiera, yo andaría pariendo anuncios y haciendo broma de esto cada vez que pueda, juntando casitas, la inanerrable imagen de McCain y Bush padre en un carrito de golf y los cimientos en una orgía de ataques a la sabiduría económica del individuo. Veremos que hacen con ello; con lo atarugados que andan los medios es perfectamente posible que se lancen a degüello diciendo que esos ataques son injustos, o que se coman a McCain con patatas por sus comentarios sin que Obama tenga que mover un dedo.

Lo cierto es que por primera vez desde hace un par de semanas, McCain se ha metido él solito en un barrizal considerable; Obama y Biden pueden pintarle como un elitista impenitente fácilmente. Veremos si (usando jerga periodísta americana) la «narrativa gana tracción», o si los demócratas prefieren dejar que el debate actual (el hecho que McCain miente un poco demasiado a menudo) siga siendo la estrella (y generando desgaste) un par de días más.


4 comentarios

  1. Parece que me equivoqué anteayer; la campaña se ha metido de golpe en la economía. Obama anda loco por ello (no me extraña) y McCain anda disimulando esas tendencias de amante de libre mercado que ha gastado los últimos 25 años.

    Veremos como sigue.

  2. J dice:

    «Sí, su partido es el autor de las leyes que han provocado el desastre…»

    Hombre, esto es, en el mejor de los casos, oversimplification, y en el peor, manipular un poco, ¿no? ¿Los años de Greenspan-Clinton no cuentan?

  3. Roger Senserrich dice:

    Sí y no. Greenspan llevaba por ahí desde Reagan; la Reserva Federal es un ente extraño. La legislación sí fue aprobada en gran parte (no toda) en la era Clinton, por un Congreso y Senado republicanos. El autor de la legislación fue Philip Graham, máximo asesor de McCain en lo económico.

    Una de las peores leyes (la de securizaciones) fue aprobada durante la era Bush ya, por cierto.

    Lo que no podemos decir, de todos modos, es que algo que firmo un presidente hace ocho años exime a su sucesor de los problemas. Los políticos en el año 2000 estaban haciendo leyes para enfrentarse a problemas distintos; si la administración actual se pasó ocho años sin ver que las leyes eran malas (leyes que, repito, redactó un senador republicano, no Clinton) la culpa es del presidente actual.

    Y oye, aunque fuera culpa de Clinton. Clinton no es Obama, y la filosofía desregulatoria no es la de Obama, es la de McCain.

    Creo yo, vamos. :).

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