Una sombra planea sobre el candidato demócrata a la presidencia de los Estados Unidos. Parece bastante claro a estas alturas que Barack Obama es un candidato fuera de lo común: es joven, atractivo, carismático, un orador extraordinario y -sí, claro- negro. Es la clase de político en que todos los soñadores impenitentes que aún creen que la política puede ser algo distinto e inspirador les gusta ver reflejados; cuando hace un discurso Obama es la viva imagen de todo a lo que los Estados Unidos (o al menos, una parte de Estados Unidos) dicen aspirar. Es el heredero de Camelot y Martin Luther King Jr. en una sóla persona.

Sea el hombre adecuado o no para la presidencia, desde el mismo momento en que apareció en el escenario político americano siempre ha venido acompañado de un rumor de fondo. La primera vez que lo escuché fue recién llegado a Estados Unidos, en octubre del 2004; mi compañero de piso me lo comentó con gesto sombrio: «A Obama le matarán. Es demasiado bueno para ser verdad.» Los viejos fantasmas de los años sesenta (JFK, MLK, Robert Kennedy) estaban ya entonces muy presentes.

Es por eso que cuando Hillary Clinton mencionó a Robert Kennedy el viernes, cuando le preguntaban por qué no deja ya de incordiar y acepta que ha perdido, que la reacción colectiva fue tan ruidosa. Es el rumor que no debía ser dicho en voz alta; el recuerdo de todos los sueños rotos de los sesenta sigue siendo muy fuerte.

Lo más curioso de todo esto es que Obama es, en cierto, modo, el primer candidato a la presidencia que me atrevo a decir quiere superar los debates de los sesenta. No son pocos los observadores (Andrew Sullivan lo dice a menudo) que dicen que la política americana lleva encallada desde hace décadas luchando las mismas batallas que emergieron en los años sesenta. La eterna repetición del debate sobre valores (homosexuales, raza, aborto, religión, armas de fuego), política de identidad y política exterior intervencionista o pacifista.

Obama es un político joven; tenía seis años cuando asesinaron a Robert Kennedy. Su generación es una que ve la homosexualidad, los derechos civiles, la igualdad racial, como algo inmediatamente obvio; unas actitudes parecidas a la de los nacidos en España después de 1978. Obama cree sinceramente que estas viejas obsesiones de la política americana, esta fijación en hablar de grupitos, subgrupos, sectores e intereses («el voto latino», «el voto rural», «el voto judio») son una estupidez. Su idea, y la de muchos otros, es que el mayor tabú de la política americana no es raza, religión, aborto, inmigración, la reforma de la seguridad social o el asesinato político; es la clase social. Y con sus discursos de unidad, todos juntos, buenismo entusiasta, lo único que está haciendo es barnizar esta idea bajo una retórica aceptable para la política americana.

Evidentemente, la candidatura de Obama no sólo es eso; ando simplificando. Según vayamos hablando más de los candidatos, iré repasando otros aspectos de su candidatura. Se habla mucho sobre cómo es un candidato distinto, pero eso no quiere decir que sea perfecto o totalmente único. También tocará hablar de John McCain, un político mucho más normal de lo que parece, pero en ningún caso mediocre u ordinario.


5 comentarios

  1. Fera dice:

    Viendo el enlace de Camelot, que importancia han tenido o tiene la saga de los Kennedy en los USA?

    Es decir, aquí se puede criticar que la política quede entre familias, Bush padre, Bush hijo de Florida y presi, o los Clinton, etc. Porque en USA se dan estas sagas de importantes políticos? Y bueno, sobretodo porque se le tiene tanta admiración a los Kennedy.

    Nah, con 4 pinzeladas me encontraria contento, que tampoco te tomo como un servicio público (suelen ser menos útiles :P).

  2. enric dice:

    Me presento: me llamo Enric, soy periodista y seguidor acérrimo de la política de EE.UU. Si sigues con el blog ya tienes un lector. EN mi blog he tratado el tema. Estás invitado.
    @Fera: Creo que lo de las sagas tiene mucho que ver con la gran dificultad que supone en EE.UU. acceder a la carrera política, no sólo por dinero, sino por tener la suficiente de contactos con personas con influencia. Muchos senadores son hijos de ex senadores. Lo de las sagas es la consecuencia lógica de esta dinámica. No obstante, me huelo que tanta saga cansa a los yankees.
    @Roger: Es interesante lo que dices de que Obama «ve la homosexualidad, los derechos civiles, la igualdad racial, como algo inmediatamente obvio». Yo no sé cómo sería como presidente, pero creo que sería bueno hacer ver a la gente que no será ni pacifista ni un inocentón. Es presidente de EE.UU. y, como tal, seguirá la política exterior que ha llevado Washington en los últimos años.
    Por otro lado, lanzo pregunta: ¿Es Obama un charlatán? (así, tal cual)

    Saludos.

  3. Por partes:

    1. Lo de las sagas es curioso, y un poco complicado. La verdad, no es algo que entienda completamente. Por un lado, los políticos americanos tratan de evitar recibir la etiqueta de elitistas con un esfuerzo encomiable. Por otro lado, la esposa de un ex-presidente casi gana la nominación de un partido, y el hijo de un ex-presidente es presidente ahora. No sé exactamente por qué, pero a veces parece que el hecho de ser un miembro objetivo de la élite es menos importante que el parecer no serlo.

    Cosa que por cierto creo que es un poco un invento de Karl Rove, y como la pregunta «¿con qué candidato preferiría tomarse una cerveza?» fue un tema recurrente en la campaña del 2000. Un horror.

    2. ¿Es un charlatán? Depende. Si por esa palabra entendemos un tipo que sería capaz de vender hielo en la Antártida, sí lo es. Es un orador magnífico. Si entendemos ser un tipo que vende humo, no, no lo creo. Basta repasar su programa en internet (muy detallado, por cierto) para ver que no es la clase de político que no tiene ideas específicas. De hecho, es un friki de la política considerable, según quienes le conocen. Cuando habla de cosas concretas tiene fama de ser un poco sabelotodo.

    Así que no, no es un político vacio. En comparación al presidente actual, es Pericles y Napoleón todo en uno, vaya. Y desde luego, es más experto en detalles que Reagan en su época (el tipo se aburría al hablar de lo concreto). El último presidente tan friki es probablemente Clinton, otro buen orador muy bien leído.

  4. […] es matemáticamente imposible para Clinton ganar la nominación, a no ser que ocurra alguna catástrofe innombrable. Esto es así al menos desde marzo, y no creo que fuera el primero en hacer los números. Estoy […]

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