Alex mencionaba en los comentarios ayer lo floja que esta siendo hasta ahora la cobertura en los medios españoles (y en menor medida, americanos) sobre la crisis financiera en Estados Unidos. Es cierto que es un problema no ya complicado de explicar, sino difícil de entender; ayer de hecho un reportero del New York Times hablaba que la mayoría de implicados no lo entendía demasiado, y que de hecho ese era parte del problema.
Aún así, la burda excusa de explicación a base de la simplificación ideológica (neocon vs Keynesianos) que comete hoy El País es especialmente triste, y rotundamente equivocada.
Es curiosa que hablen del «rescate» de Bear Sterns en términos de una especie de salvación externa de la riqueza de
unos banqueros que viene del presupuesto público. Empezando por el hecho que la Reserva Federal no se financia a base de impuestos, es difícil hablar de la caída de Bear Sterns como un rescate, cuando la mayoría de analistas coinciden que fue de hecho una liquidación controlada. Cuando te obligan a vender tu chiringuito a $2 por acción, cuando hace algo más de año andaban por encima de $100, no te están salvando, te estan abriendo en canal. La Reserva Federal pone 20.000 millones de euros como respaldo no por hacer una gracia a los banqueros, sino porque sino no había Dios que lo comprara.
La pregunta evidente es entonces por qué una institución pública tiene que ayudar a un banco privado a fagocitar sin demasiado riesgo. La respuesta hace necesario meterse en esa pantanosa aérea de decidir por el mal menor.
No hace demasiado hablaba (siguiendo a Kantor) sobre por qué los bancos no pueden quebrar. Con Bear Sterns tenemos una versión ofuscada de este mismo problema. Explicarlo no es demasiado sencillo; el Economist necesita varias páginas y escriben bastante mejor que yo. Dicho a lo bruto, el sistema financiero se ha dedicado, merced de una alegre falta de regulación, a invertir a base de créditos contratados de forma más o menos «original», sacando muchos recursos a base de poner como garantía relativamente pocos activos.
Bear Sterns tiene inversiones enormes pagadas con deuda contratada en muchos otros bancos; si cierran el chiringuito de golpe, toda esa
deuda basura que ya anda complicando las cosas en los mercados tendría muchísima compañía. Toda la red de creditores de la entidad tendría repentinamente páginas, y páginas de tinta roja en sus balances, probablemente creando más miedo, sucesivos pánicos bancarios y probablemente enviando otro bancos de inversión a la guillotina.
El desarrollo más significativo de estos días no ha sido de hecho la espectacular muerte de Bear Sterns, sino el hecho que la Reserva Federal ha abierto una nueva ventanilla. La Fed era hasta ahora el prestamista de último recurso para los bancos comerciales; si un banco necesita créditos urgentemente y no los puede obtener en ningún sitio, puede ir a tío Ben y pedirle un prestamo. A cambio de poder ejercer este privilegio (relativo; los bancos pagan interés), la Reserva Federal puede regular y vigilar las actividades del banco, exigiendo ciertos procedimientos y obligándole a portarse bien.
El problema (en parte) en esta crisis ha sido que un buen puñado de entidades y mercados más o menos extraños han estado ejerciendo de bancos estos días sin serlo. Bear Sterns trabajaba como un «banco»; tu les dabas tu dinero, y ellos usaban deuda sobre esos activos para invertir como locos y darte interés. La cuestión que siendo un banco de inversión, no estaba regulado con la misma energía y concreción que las entidades comerciales. Cuando el crédito es fácil y nadie te vigila, puedes hacer muchas cosas. Entre ellas invertir en plan estúpido tomando riesgos gigantescos que nunca, nunca, nunca serían admisibles en un banco comercial.
Cuando las cosas ha ido mal, la Fed se ha visto en un dilema: tenemos entidades que no regulamos y no son bancos que están derrumbándose como si fueran un banco, y provocando los mismos efectos secundarios que la caída de un banco. Si los dejamos caer, corremos el riesgo de tener un efecto dominó en los mercados, que puede acabar afectando a esos bancos
comerciales que sí regulamos. El problema sería que con tanta deuda impagada y chiringuito financiero empotrándose contra muros, es bastante probable que la Fed no tuviera recursos llegado ese punto para rescatar esos bancos. Bernanke, con razón, ha decidido actuar como prestamista de emergencia también para estos «para-bancos», dejando claro que una vez pasada la tormenta les tocará pasar por el aro regulatorio tarde o temprano.
¿Suena esto a una guerra ideológica entre el neoconservadurismo y el viejo Keynes? La verdad, creo que no. Estamos hablando de una historia bastante más complicada de soluciones pragmáticas, instrumentos financieros novedosos mal regulados y parches variados. Es cierto que la falta de regulación ha tenido bastante que ver sobre todo esto, pero no reducir todo el problema a una cuestión de ideología es bastante burdo, y no demasiado informativo.
Nota: recomiendo encarecidamente leer el extenso reportaje del Economist sobre la crisis esta semana; para variar, excelente. Ah, y debo recalcar que no sabemos si todo este pollo se ha acabado o no. Pero eso es para otro día.
Entrada suprimida por:
1. Ser totalmente offtopic
2. A mi la ley electoral actual me gusta.
Si la economía tiene intención de convertirse en una ciencia seria, debería empezar a aplicar cierta máxima implícita:
El universo (la naturaleza, el mundo, lo que nos rodea) se comporta de manera elegante y congruente, si una teoría no puede explicarse de forma sencilla, posiblemente es errónea.
Sobre el comentario de fernando, me ha sonado un poco a una especia de la navaja de okam de la economía, o algo así.
Exactamente
Excelente articulo. Ya se ha visto que otro gran banco de inversion ha caido. No creo que mas regulacion lo hubiera salvado, ni que los bancos comerciales sean mucho mejores. La prueba es que los bancos de inversion pequenos se estan salvando, y algun banco comercial aleman e ingles (y veremos la estela funeraria de otros bancos ingleses) ya estan en la morgue. No es un tema de regulacion ni de tamano.