Una de las cosas que todo buen escritor debe tener en mente es que eso de llenar de citas pedantes y reflexiones prestadas un discurso dejó de estar de moda en 1863, incluso un poco antes. Me temo que alguien se ha olvidado de informar al inefable Pedro Jota, que en su carta al Planeta Tierra de hoy llena el texto de una cantidad tan absurda de sabiduría ajena que la SGAE debería tomar nota.
La verdad, el discursito de marras tiene una cantidad de ironía involuntaria notable. Para empezar, viniendo de alguien que critica a Zapatero tanto por hablar con vaguedades, todo el texto es un compendio de ellas; cualquiera que puede permitirse mariposear entre Shakespeare, la vida del director de tesis de Zapatero, Tácito y el Imperio Austro-Húngaro sin llegar a nada más
concreto que a hablar de cenizas y música de Strauss al final del plomazo es para darle dos tortas. Lo cierto es que con el tamaño del ego del que escribe el discurso (y viniendo de alguien que se hace llamar Egócrata, aseguro que reconozco egos enormes cuando los veo) hay poco para sorprenderse.
Del contenido, un par de comentarios. Primero, menuda puta manía se gasta Pedro Jota hablando del Tribunal de la Historia; lo cierto es que esta falsa modestia que se gasta diciendo que él narra y los cantares de gesta del siglo que viene darán veredictos no se la cree nadie. El segundo, muchísimo más pedante, es mencionar que la historia del Imperio Austro-Húngaro y la España actual no tienen puñetera relación. A no ser que la tercera guerra mundial llegue de aquí 47 años, España esté en el bando perdedor y los aliados fuercen la disolución del país y el derecho de autodeterminación al Rey y Emperador de nuesta monarquía absolutista, claro está. Una lástima, tras los 47 años de mayor crecimiento
económico y estabilidad de la historia del Imperio.
En serio, la pobre Monarquía Dual merece algo más de respeto y rigor histórico.
He mirado el artículo, la carta del director a su propio periódico (?), y no entiendo su estructura. No sé cuando se refiere al discurso de Aznar en 1998, cuando habla a Zapatero, o cuando hace una post-reflexión post-encuentro.
Aparte de eso, no sé lo que me quiere decir exactamente. No veo los argumentos. Y si se trata de contextualizar cuál ha sido la postura de El Mundo (pensaba que era un encuentro alrededor de la revista de historia), esa contextualización ayuda. Pero vamos, nos lo podía ahorrar a los lectores de El Mundo (a los que fueron al encuentro, que se lo chupen, con toda su pedantería, que seguro que luego lo compensaron con canapés y buen vino).
A mí, lo que me ha ganado el alma es esa comparación que hace hacia la mitad entre el cambio climático y la amenaza nacionalista (España se rompe como se rompe el planeta, oye).
No argumenta, sólo establece hermosos paralelismos y maravilladoras citas a ilustres e inútiles personajes y absurdas situaciones pasadas, por el contexto, digo. Algún día este hombre se dará cuenta de que la frase de «Pueden juzgarme. La Historia me absolverá» fue acuñada por Fidel Castro y le dará un mal.