[TEST] Gobiernos masculinos, ¿gobiernos sexistas?


La formación del gobierno griego recién elegido ha vuelto a sacar a la agenda la cuestión de la paridad de género. Que el ejecutivo griego no haya incorporado una sola mujer ha levantado ampollas, especialmente al tratarse de un gobierno presumidamente progresista, particularmente entre los que habían puesto sus esperanzas en un cambio real en la política griega. Al otro lado, algunos destacan la normalidad del fenómeno o matizan su importancia sugiriendo que se trata de una coalición nacional cuyas prioridades deben ser otras que la igualdad de género. En este artículo intentaremos esbozar algunas ideas para aportar al debate.

Nadie pone en cuestión el carácter democrático de las instituciones griegas. Especialmente tras la victoria de Syriza, el gobierno nacido de las elecciones debería representar a los ciudadanos de forma efectiva y, en la medida en la que las mujeres participan en el proceso igual que los hombres, gozar de legitimidad democrática… ¿o no?

Ésta es sin embargo una visión un tanto restrictiva de la idea de representación. Hannah Pitkin hizo una distinción clásica en teoría política, más tarde adaptada por Philips, que distinguía cuatro tipos de representación. La representación formal encaja con la idea intuitiva que mantenemos de representación: la posibilidad de participar en el proceso de elección de representantes y hacerlos responsables. Sin embargo, la representación tiene otras tres dimensiones:

  1. La representación descriptiva, o la medida en la que los representantes se parecen a los representados. En este caso, se trataría de la proporción de mujeres que hay en las instituciones políticas.
  2. La representación simbólica, el efecto que tiene la presencia de las mujeres la percepción o las actitudes de los representados. En particular, el efecto que puede tener sobre la percepción del papel en la sociedad, sobre la percepción de la igualdad de oportunidades o sirviendo de modelo que afecten a la participación política.
  3. La representación sustantiva, o como de bien están representados los intereses de las mujeres en las políticas públicas.

El principal problema del gobierno griego sería uno de representación descriptiva. Dependiendo de las convicciones de cada cuál, es posible considerar este aspecto de la representación como un fin en sí mismo, en cuyo caso no habría más lugar para la discusión, o no. A falta de más datos, los otros dos aspectos no necesariamente estarían afectados. No obstante, existe una literatura extensa que conecta la representación sustantiva y simbólica con la descriptiva (Norris Lovenduski 2003), esto es, la presencia de mujeres en los gobierno con el efecto que ésta tiene sobre las políticas y la percepción de los ciudadanos .

En lo que respecta al vínculo entre la representación descriptiva y simbólica, Chattopadhyay, Duflo, Pande y Topalova, 2009 consideran el siguiente mecanismo. Supongamos, como es el caso en la India (y también en Grecia), que inicialmente casi solo los hombres participan en los gobiernos. Por ello, los votantes tienen más información sobre la capacidad de los hombres de gobernar y sin embargo, solo tienen incertidumbre, probablemente sesgada por prejuicios machistas, sobre la de las mujeres. Si los votantes son aversos al riesgo («los experimentos, con gaseosa»), probablemente discriminarán contra las mujeres. Los autores usaron la introducción de cuotas en 1992 para un tercio de los ayuntamientos Indios elegidos aleatoriamente para ver si, en las elecciones subsiguientes, los ayuntamientos que habían tenido cuotas tenían mayor probabilidad de elegir a una mujer. Los autores encontraron que sí, mientras que en los ayuntamientos que nunca habían sido seleccionados para tener cuotas la probabilidad de que una mujer fuera elegida sin cuota era del 11%, en los que sí habían tenido cuotas en el pasado era del 18%. Asimismo, la prsencia de mujeres suele tener efectos autorreforzantes. En la medida en que la que los gobiernos nombran a cargos de confianza y en la que los cuadros tienden a cooptar a personas dentro de su red social, el hecho de que las redes de contactos estén segregadas por sexo crea efectos de exclusión sobre las mujeres que son minoría. Este es uno de los argumentos fundamentales a favor de las cuotas.

El número de mujeres en posiciones de poder también afecta a la representación de sus intereses (Wangnerud 2009, Schwindt-Bayer Mishler 2012). Ya sea porque las mujeres son sensibles a distintos problemas, gestionan los conflictos de forma distinta o porque tienen preferencias distintas (Edlund Prande 2002,  Rosenbluth Iversen 2006), existe un cuerpo de literatura académica creciente que investiga como la presencia de mujeres en instituciones altera el comportamiento de estas. La presencia de mujeres afecta a las modalidades de deliberación. El número de representantes mujeres en el congreso tiene efectos sobre la introducción de políticas de salud y particularmente de derechos reproductivos y relacionados con la maternidad (Dodson 2006,  Swers 2002) y las diputadas votan de forma sistemáticamente distinta a los hombres (Clot-Figueras 2011,  Swers 1998). Boyd Epstein y Martin, 2010 muestran que las juezas deciden de forma sistemáticamente distinta en casos de discriminación y también alteran el comportamiento de los otros jueces del tribunal.

¿Qué relevancia tiene esta evidencia para el caso griego? Naturalmente, corresponde al lector juzgar por sí mismo, y aquí solo cabe especular. Por un lado, parecería que que el efecto sobre los valores es muy relevante. En un país que ha tenido tradicionalmente poca presencia femenina en sus gobiernos la llegada de Syriza al poder parece haber sido la pérdida de una oportunidad excelente de tener impacto, no solo sobre las políticas económicas, sino sobre las percepciones de género de la población. Respecto a la vinculación con la representación sustantiva, está estudiado que las modalidades de ajuste fiscal suelen reflejar el reparto de autoridad dentro del consejo de ministros . Por ello, tal vez se pueda esperar que en un contexto como el actual, la ausencia de mujeres en alguna posición de poder en el seno del consejo de ministros hará que el reparto de la carga se haga de una forma particularmente poco sensible al género. Esto es algo tanto más preocupante al haberse forjado la alianza con el partido soberanista conservador del que se puede sospechar poca sensibilidad hacia las políticas de género.