Brexit

Los partidos políticos británicos en el debate Brexit

5 May, 2016 - - @jorgegalindo

Uno de los elementos claves para entender las dinámicas de este referéndum y sus consecuencias para el futuro es la posición que defienden en él los principales partidos. Cabe recordar que el referéndum da a elegir entre dos opciones: salir de la UE, o quedarse aceptando las condiciones establecidas por el pacto entre Cameron y Bruselas. Un hecho que provoca cierta tensión entre los partidos de la oposición, como el partido laborista o el SNP, quiénes intentan pedir un “sí” para Europa, pero sin que éste resulte en una ratificación de la postura del Gobierno, cosa nada fácil. Este hecho, sumado a las divisiones internas en cada sector ideológico, dibuja un mapa relativamente complejo, sobre todo en los dos principales partidos: conservadores y laboristas.

1. Partido Conservador: cabeza del remain, cola del leave. Es cierto que el Primer Ministro David Cameron y su ministro más internacional, George Osborne (finanzas) encabezan la campaña pro-UE. Pero al mismo tiempo otras figuras clave del partido proponen la salida: no solo Boris Johnson, el (digamos) excéntrico alcalde de Londres, también Chris Grayling (líder en los Comunes) y varios ministros (Gove, de Justicia; Duncan Smith, de Trabajo y Pensiones; Whittingdale, de Cultura) representantes del ala más conservadora, valga la redundancia. Esta división no es casual, ni nueva. Entre los votantes de la formación, el apoyo al leave supera en un 14% al apoyo al remain. En 1975 el Reino Unido celebró un referéndum sobre su acceso a la entonces conocida como Comunidad Económica Europea. En aquel momento, los conservadores estaban relativamente unidos en un cauto pero firme espíritu pro-unión. Pero la situación cambió gradualmente a medida que la integración se hacía más intensa, y también adquiría un cariz más netamente político. En los noventa llegó a convertirse en un problema para la propia gobernabilidad del país, cuando un grupo de parlamentarios conservadores euroescépticos se opusieron explícitamente a la política gubernamental de su copartidario John Mayor en el proceso de adopción del Tratado de Maastricht. De hecho, hace solo siete años el partido entero hizo campaña contra el Tratado de Lisboa, aprovechando probablemente el hecho de que se encontraba en la oposición.

Ahora, desde el Gobierno, no se puede permitir esta posición tan fácilmente. Y pese a que el presente referéndum no es sino una promesa electoral de Cameron, planteada como herramienta para conseguir un arreglo alternativo con la UE y apaciguar las aguas, parece poco probable que la contienda logre el objetivo de cerrar el debate. Más al contrario, el mero hecho de que el voto pro-salida esté por encima de las expectativas da fuerzas a los euroescépticos para el futuro, como hizo el referéndum sobre la independencia escocesa con los secesionistas. El nuevo acuerdo con la UE no parece haber contentado a la base del partido, mucho menos al frente contrario a la integración, y en la medida en que el cleavage se vuelva más saliente Cameron y su partido solo puede salir perdiendo.

2. UKIP, los originales. Nigel Farage es (o sobre todo se presenta a sí mismo como) el auténtico secesionista, por así decirlo. El UKIP es un partido que tiene la salida de la UE en su ADN fundacional, pues nació a principios de los noventa como una plataforma euroescéptica, precisamente en el contexto del debate sobre el Tratado de Maastricht. Pero fue una década después, en las elecciones europeas de 2004, cuando consiguió dar el salto, con un 16% del voto. Hasta ese momento se trataba de un single-issue party, pero el espacio electoral abierto, sumado al liderazgo de Farage desde 2006, le llevó a posicionarse en otros ejes como un partido de derecha liberal-populista y anti-inmigración. La minimización de la “burocracia de Bruselas”, el control de las fronteras y la capacidad para tomar decisiones económicas propias se han convertido en asuntos estrechamente ligados entre sí para la plataforma del UKIP, una formación que llegó al 27,1% del voto en las últimas elecciones europeas (2014), pese a que el sistema electoral británico aún le penaliza enormemente en las nacionales (12,6% en 2015 y un solo diputado, un resultado en cualquier caso espectacular en comparación con el 3,1% de 2010). A pesar del golpe que ha supuesto la pérdida de la contienda por ser la campaña oficial del leave, Farage y el resto del UKIP están sabiendo cabalgar la ola del euroescepticismo, por el momento creciente a tenor de las encuestas. Y aunque el resultado acabe por dar la victoria a remain, la formación ya habrá conseguido su objetivo de instaurar definitivamente el debate, disponiendo del suficiente poder de agenda setting como para reabrirlo periódicamente en varios frentes (empezando por el de la inmigración). Todo para desgracia de los conservadores, quienes intentan liderar la discusión sin conseguirlo.

3. Laboristas: pro-UE, ma’ non troppo. «They lured us into the market with the mirage of the market miracle”. “Nos atrajeron hacia el mercado con el espejismo del milagro del mercado”. Es una frase de Barbara Castle, laborista, para pedir el voto anti-integración en el referéndum de 1975. Por aquel entonces, aunque la posición oficial del partido era el “sí”, la izquierda se encontraba considerablemente dividida en este eje. Las posiciones más radicales también eran las más contrarias a Europa, pues se percibía como un proyecto de integración económica liberal. Sin embargo, el laborismo ha seguido un camino opuesto al de los conservadores, reduciendo sustancialmente la división interna a favor de la integración. O al menos así era hasta hace poco tiempo. Como representante precisamente del ala más a la izquierda del Partido Laborista, existen dudas respecto a la posición de Jeremy Corbyn y su núcleo de fieles: por la tardanza en declarar abiertamente su posición (pro-remain), y por supuesta falta de implicación en la campaña. Entre su electorado actual hay poca división: 50 puntos porcentuales de diferencia a favor de la permanencia. Pero está por ver si la homogeneidad se mantendrá en el futuro, con el euroescepticismo (y cualquier forma de anti-integración) subiendo entre el estrato socioeconómico que constituye una parte importante del voto laborista.

4. LibDems y otros eurófilos convencidos (con más bien poca influencia). Si hay un partido auténticamente pro-europeo en el Reino Unido, este es el de los Liberal Democrats. Tanto sus votantes (+58 puntos percentuales por remain) como sus élites son abrumadoramente europeístas, solo superados por el Green Party (+60pp), una formación ecologista con poca o ninguna relevancia fuera de los jóvenes y ciertas zonas urbanas de clase media-alta. Tampoco los LibDems tienen un papel decisivo en este referéndum. Principalmente, porque su posición se da completamente por sentada. Pero es que además la capacidad del partido para dominar debates sufrió un gran revés en las elecciones de 2015, cuando, tras cinco años en un gobierno en coalición con los tories, se hundieron electoralmente: del 23% al 7,8%, de 57 a 8 diputados, y de partner gubernamental a no conseguir apenas espacio en los medios.

Como curiosidad, Jenny Jones, una de las figuras principales de los Greens, hace campaña por el brexit desde la izquierda y contra lo que considera el dominio neoliberal de la UE; pero la mayoría de sus copartidarios prefieren poner el énfasis en las contribuciones del proyecto europeo a los derechos humanos y a la paz social. Jones no está sola en la extraña alianza de la izquierda minoritaria con Farage: George Galloway, líder del Respect Party (una formación socialista, anticapitalista y pacifista sin representación parlamentaria y una exigua base de votos, compensada por un liderazgo relativamente mediático), también se coloca en el frente del leave por las mismas razones.

5. SNP y Plaid Cymru: europeísmo alejado de Londres. El Scottish National Party viene de perder un referéndum ganándolo: tras la sufrida victoria del “no” a la secesión, su posición como líder indiscutido en Escocia se ha visto considerablemente reforzada. El SNP es netamente pro-europeo, pero lo es tanto o más anti-británico, y poco dispuesto a compartir un espacio con los conservadores. La paradoja es tan clara como imposible: en teoría, una eventual salida del Reino Unido de la UE facilitaría las cosas a los secesionistas escoceses. En la práctica, un voto táctico por leave es algo demasiado cercano a una locura. La única solución equilibrada, declararse a favor del remain pero sin hacer campaña con Cameron. Más aún cuando, como es el caso, las elecciones en Escocia coinciden en el tiempo con la campaña del referéndum. Algo similar puede decirse de Plaid Cymru, el equivalente galés del SNP. Con muchos menos votos en su haber, su postura es esencialmente la misma: sí a Europa, no a Londres.

 

Este artículo forma parte del especial Brexit realizado en colaboración con CIDOB(Barcelona Centre for International Affairs)


7 comentarios

  1. Carlos Jerez dice:

    A los Libdems les va a venir bien estar en la oposición especialmente siendo la otra alternativa lo Laboristas. Lo que es imperdonable es el error estratégico de aliarse con los Tories en el 2010.

    En muchos aspectos son el partido que me gustaría que tuviéramos en España. Aquí lo más parecido es Ciudadanos, partido con rasgos más conservadores en algunos aspectos.

    • Mr.Turdy dice:

      En España no hay partidos. Esa cultura de la sociedad civil, a 41 años de la muerte de la mala bestia, sigue brillando por su ausencia.

      Tenemos un partido que es una mafia, literalmente hablando, un cáncer que ha purulado todo el estado menos donde no ha podido meterse (mírelo así y entenderá el odio hacia Euskadi y Catalunya), realmente el problema español-en-Catalunya rompió todas las válvulas de seguridad cuando esa lumbrera llamada Aznar se dio cuenta de que podía sacar mayoría absoluta en España sin rascarla en Polonia. Y así nos vinimos adonde estamos.

      Ciudadanos es el intento de reemplazar al PP. No es un partido. Es un aparato paraestatal como casi todos (o sea, todos excepto los que son outsiders, es fácil verlos), recoge todas las aguas fecales del PP y las coloca en puestos de salida, es una marca blanca sin más que juega a la mayor y a la menor: la mayor es sustituir al PP si puede, la menor es terminar fusionados bien con el mismo nombre o con otro. La derecha española es adicta al monopolio, porque dados sus tics es imposible que pueda (des)gobernar de otra manera.

      El PSOE es una casa de locos estratificada en varias capas que ha intentado ser la réplica del PP para un sistema de alternancias estándar occidental, y está perdiendo fuelle. Por lo mismo que todos, porque no existe sociedad civil.

      De la secta del Padre Pablo ya ni hablo, el financiero que da la cara es Roures pero algún día ya sabremos todo lo que anda por debajo. Seguro que Bono sabe un montón. Su labor principal fue arrollar y destruir a IU y las izquierdas nacionalistas no españolas, lo de IU casi lo ha conseguido, lo otro en mi opinión no, pero el tiempo dirá. No aspiran siquiera a los de C’s, sólo a aguantar lo que puedan y retirarse con las ganancias. No son ni SYRIZA (ni tienen bases, ni implantación, ni nada, puro marketing), y a SYRIZA de qué le valió la mayoría absoluta. Si quisieran gobernar ya lo habrían hecho desde el asiento de atrás, que es donde da más juego (que se lo digan a CiU o PNV).

      Esto es lo que tiene, si no tiene opciones locales en la papeleta en su mesa electoral.

  2. Andres dice:

    Gracias por este interesante artículo, vivo en Inglaterra y el tema del Brexit es ubicuo, aunque veo pocos argumentos y mucha llamada a los sentimientos. Lo más gracioso fue oír en Radio4 (la radio de tertulias y programas culturales de la BBC) un analista político diciendo que cuando se formó la Unión Europea, Alemania, Italia, España y Portugal venían de una dictadura en su pasado reciente, mientras que Reino Unido traía a sus espaldas una cultura democrática con siglos de historia. Venían a decir que para otros países la UE representa una oportunidad de mejorar la democracia, mientras que para RU es una pérdida de sus valores.

    La verdad es que me indignó bastante el comentario, encantado de haberse conocido y de su maravillosa democracia. Sólo como anécdota comentar que aquí están muy ofendidos porque el tribunal de derechos humanos de la UE pueda revocar decisiones de los tribunales ingleses.

    ¿Podéis recomendar algún blog o portal tipo Politikon donde hagan buenos análisis de las políticas Británicas? Intento seguir los diarios nacionales, pero hay demasiadas noticias y poco análisis.

    Muchas gracias!

    • Mr.Turdy dice:

      Andrés, pero el problema de fondo es que tienen razón, aunque la observación está sesgada en el sentido que omiten a los Países Bajos, o Bélgica. Pero en realidad, si rascas un poco, lo que dicen es cierto. Me explico un poco.

      La CEE fue un tinglado montado por los americanos para tener a toda Europa sujeta durante la Guerra Fría (como la OTAN). En ese sentido el blanquear a Alemania, que efectivamente tuvo la fase nazista que es muy peliguado, entraba en el negocio, por no decir Italia. Blanquear no era sólo darles marchamo de democracias homologables, era contrarrestar la «amenaza» comunista, sobre todo en Alemania y en Italia. Por otro lado, es innegable que el golpismo, de forma encubierta o descarada, siempre ha estado encima de la mesa en algunos estados (Francia con De Gaulle, Alemania con Hitler y su NSDAP, Italia con Mussolini), eso revela unas querencias profundas de las burguesías de esos estados. Ciertamente que es inimaginable ver un golpismo en el Reino Unido, puede que tenga bastante que ver con ser el único estado de Occidente que se las ha arreglado para entrar en el siglo XX con el Ancien Régime (socialmente hablando) en perfecto estado y engrasado, mientras en todas partes había incendios y pirómanos.

      Así que sí, tienen mucho de razón. Lo que quieren decir es que se están homologando en cierta medida unos a otros, los que más mando en plaza tienen claro, que ciertamente la prueba del algodón no la pasan como ellos, eso nadie lo puede negar, y como de propina arrollan a los demás, pues obviamente saltan algo más que chispas.

      Es como el sistema electoral británico, el hecho que alguien diga «no lo entiendo» lo retrata perfectamente. Siempre es otra gran verdad que por la boca muere el pez. Primero, ya desde el Marqués de Condorcet sabemos que no existe, ni puede existir, ningún sistema «más democrático» que otros (digan lo que quieran los que primero tragaron con uno y ahora ya no aguantan más porque están asfixiados por las deudas del sistema que dicen combatir); segundo y más importante, mientras en Europa continental debido a estas diferencias sociales, el cambalache forma parte de la cultura (perfectamente democrático, por supuesto y no estoy haciendo ironía), a los británicos precisamente lo que les horroriza es que los partidos, una vez elegidos negocien lo que quieran entre ellos a espaldas de los votantes -que es exactamente lo que pasa, se supone que va todo en el cheque en blanco-, y prefieren mil veces forzar mayorías artificiales para tener la absoluta seguridad de que lo que ellos votan va a ser, ganando mediante, lo que se aplique.

      Lo primero que hay que hacer es entendernos todos para poder saber dónde estamos. Pero eso en Hispanistán ya es pedir mucho. Porque lo que es nosotros, que a nadie se le caigan los anillos ni se sienta ofendido por asumir que estamos muy por detrás de ellos. Ni es culpa de nadie, ni es algo intrínseco, son secuelas de la historia. Lo que sí será culpa es negarse a admitirlo y no estar por cambiarlo.

      La UE es un frade a gran escala, y sólo la salva el hecho de que es un gallinero donde cada gallina por separado no pinta una mierda, y todas juntas aún se creen mucha cosa -mientras así se lo reconozcan otros, todo guay. Lo que deciden los británicos es si ellos pueden estar en el gallinero, pero sin mezclarse con la mierda. Exactamente eso. Si usted los critica, entiendo que considera bueno y positivo revolcarse en la pocilga.

  3. EB dice:

    No he podido entender el propósito de este post. Si lo que Jorge pretende es describir las posiciones de las varias facciones de cada partido primero tendría que haber identificado las facciones. Si lo que pretende es explicar cómo Brexit ha alterado el poder relativo de esas facciones en cada partido, también tendría que haber identificado las facciones. Si lo que pretende es explicar cómo la lucha entre facciones por causa del Brexit afectará a cada partido en futuras elecciones nacionales, poco o nada dice para sacar una conclusión.

    Hoy en todos los partidos políticos, mucho más los viejos que los nuevos, sus luchas internas entre facciones se agravan fuerte, a veces hasta el borde del precipicio, cuando deben tomar posición sobre algún tema relativamente nuevo (el Brexit no es nuevo y tiene una larga historia y por lo tanto uno podía esperar que Jorge explicara cómo la «integración» de GB en Europa ha afectado a los partidos en los últimos 50 años). Sí, la fragilidad de los partidos políticos es evidente y está a prueba en todas las democracias constitucionales, pero lo grave es que todavía tenemos dudas serias sobre cómo analizar los partidos en cuanto organizaciones que compiten por acceder y ejercer el poder estatal.

  4. Mr.Turdy dice:

    Respecto al artículo, brevemente:

    -el principal problema del Reino Unido se llama Londres, las mecánicas económicas que esta megápolis tienen arrastran a todo el Reino Unido detrás. Las diferencias sociales son brutales, y se ven perfectamente en anillos concéntricos. El hecho de que haya autonomía política en Escocia y Gales ha dado juego (porque aunque se diga lo que quiera, son autonomías de verdad, no de coña como las españolas), y por eso el SNP es más fuerte, porque la autonomía escocesa es mucho más potente (esto ya viene de atrás, el Reino Unido para empezar tiene dos jurisdicciones, algo así como si en España hubiese cuatro).

    Como es obvio que el papel de Londres ni se puede cambiar, ni se puede sujetar, la única alternativa a determinados territorios es terminar como Soria o Teruel o marcar toda la autonomía política posible para compensar eso. No es el SNP el que trae el nacionalismo, es el nacionalismo lo que trae al SNP. O la supervivencia.

    -Respecto a los partidos, es irrelevante todo este torbellino. Los Lib-Dem están caducados, eran un intento de recomposición de la izquierda ante el desastre que supuso el thatcherismo (sí, la cosa venía de atrás pero esa fue su ventana de oportunidad). No podían juntarse con el blairismo porque hubieran hundido en la mierda a la izquierda para siempre, volver a elecciones hubiera sido lo mismo que pasó cuatro años después. Al menos trincaron ese tiempo, porque al final es para lo que se está. El laborismo tiene que rehacerse de arriba abajo o será sustituído por algo como el SNP pero en inglés, es difícil porque no hay estructuras, pero quién sabe, puede salir de una escisión interna o vaya usted a saber.

    -UKIP es una tropa a ver qué pueden chupar de la canoa. Les encanta dejarse manipular por el ala psicópata de los Tories y seguro que les reporta beneficios tangibles.

    -El partido conservador sí que se enfrenta a serios problemas. Ya estamos viendo que no es que esté fracturado, sino completamente roto, y sólo se mantiene unido por el poder (que es un pegamento bastante bueno). Esto ya viene de atrás también, fue simplemente alucinante que una tendera como Thatcher se colara en medio del pedigree de esa tropa. Pero muy bien puede desintegrarse de muchas maneras, porque además el sistema electoral británico tiene el talón de Aquiles de que el partido tiene poco poder de chantaje sobre el representante, y una evolución a un partido estilo-brasileiro (no lo explico, seguro que más de uno me entiende) es la antesala a un desplome sin precedentes, sobre todo en un país así.

    Tiempos interesantes, que dicen los que van a toda máquina.

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