Como cada cuatro años en primavera llegan las elecciones autonómicas a Canarias, y como siempre vienen acompañadas de su tradicional despliegue de carteles, coches anunciadores, ruido de pactos de Coalición Canaria con alguien, calima, calor y críticas sobre el “peculiar” sistema electoral canario. Un sistema cuya principal característica es que si en algo ha logrado un consenso es en el de que no pone de acuerdo a nadie, o a casi nadie.
Este artículo no pretende explicar el sistema electoral canario y su funcionamiento, ya que en esta misma plataforma se publicó hace unos años un buen post sobre el tema, lo que busca es elevar el tono de un debate que, hasta ahora y salvo excepciones ha tenido un perfil bastante bajo y escasamente comprometido.
Desterrando ideas falsas
El sistema electoral canario se ha convertido en el comodín que a todos los partidos y movimientos les vale para justificar problemas que poco tienen que ver con el mismo. La primera idea que hay que reseñar es que el sistema posee un sesgo profundamente mayoritario, pero que no es la Caja de Pandora canaria y para ello es necesario aclarar previamente una serie de ideas arraigadas en el ideario colectivo:
No y definitivamente no. Si bien es cierto que el sesgo mayoritario puede llamar a la desmovilización, esta no se ha producido de manera efectiva porque la media de participación en las primeras elecciones cuando el sistema de partidos estaba más atomizado no es sustancialmente mayor que en las últimas, donde se estabiliza el sistema de tres partidos mayoritarios. Algunos han querido ver una perversión de la representación en la permanencia de CC en el gobierno, pero nada más lejos de la realidad, el sistema de partidos canario ha sido (hasta ahora) un sistema estable asentado sobre tres invariables patas que han llegado a aglutinar el 90% del voto válido [Ver gráfico I], si CC se ha mantenido en el gobierno ha sido porque el Partido Socialista de Canarias y el PP no han podido, o más bien, no han querido llegar a acuerdos de gobierno o investidura entre ellos.
No, el sistema favorece a los partidos que se distribuyen homogéneamente entre todas las islas, estos son CC principalmente y en menor medida el PSC-PSOE. El PP es un partido mayoritario y es uno de los partidos que más perjudicado se ha visto por el sistema de circunscripciones insulares, ya que el grueso de su voto se halla focalizado en la isla de Gran Canaria. Esta característica ha hecho que el PSC con el 34,5% del voto válido obtuviera 26 escaños en el año 2007, mientras que el PP con un 31,9% en el año 2011 obtuviera 5 escaños menos o, por ejemplo, que en estos últimos comicios Coalición Canaria obtuviera un solamente un representante menos (20), a pesar de cosechar más de un 7% menos de voto válido.
Casi. Esta es una verdad a medias, ya que si bien es cierto que Nueva Canarias es un partido infrarrepresentado, debido a la característica anterior en parte, el sistema tampoco es culpable de que los partidos que se encuadran dentro de estos parámetros ideológicos se presenten bajo hasta ocho siglas diferentes, ni de que su lucha por el voto contra otros partidos regionalistas y/o insularistas como Coalición Canaria siga siendo infructuosa.
Propuestas “a vuelapluma”
Como se ha mencionado en la introducción, con la llegada de las elecciones la mayoría de partidos se han lanzado a realizar sus propuestas, la mayoría de ellas más como “brindis al sol” que tras un análisis meditado sabiendo que en las condiciones de representación actual, una reforma es realmente improbable. Excluyendo rarezas como los firmantes del manifiesto de Demócratas para el cambio, la mayoría de las ideas son por norma general, endebles o simples parches:
En este artículo se juega el papel de abogado del diablo, de “aguafiestas”, del que plantea las dificutades de un proceso que, en efecto, es complejo, pero para nada del de defensor de un sistema actual que, si me permiten la licencia, diré que es rematadamente inadecuado. Es cierto que responde a una serie de vicisitudes históricas pero ello no lo convierte en pasable a día de hoy, el simple hecho de que el CIS le de la victoria a la tercera fuerza en votos debería hacernos plantear si debemos reorientar nuestro sistema de asignación de representantes.
¿Existe el sistema perfecto?
Una idea sería un Parlamento de Canarias con 75 escaños a repartir de la siguiente forma: 44 entre las 7 islas elegidos de manera paritaria entre islas y los 31 restantes dentro de una lista a nivel autonómico, poniendo una barrera en el 3% para cada una de las 8 circunscripciones y eliminando la del total.
Santa Cruz de Tenerife | Las Palmas de Gran Canaria | |||
Tenerife | 11 | Gran Canaria | 11 | |
La Palma | 5 | Fuerteventura | 5 | |
La Gomera | 3 | Lanzarote | 6 | |
El Hierro | 3 | |||
Total | 22 | Total | 22 |
Lo importante del artículo no es este modelo de reforma, es más, afirmo que es la parte menos importante y que sus posibles errores no invalidan el análisis anterior, que es lo realmente importante. Este modelo no es perfecto ni busca serlo, ni siquiera el mejor, probablemente sea incluso inviable con la distribución política actual y el blindaje estatutario del sistema, pero me reafirmo en lo mencionado anteriormente; la perfección en estos caso no existe y solamente es una aportación a un debate que no es baladí y que debe afrontarse más allá de infantilismos y simplificaciones varias y que por ello sale a luz por esta vía. Esta es una propuesta más que busca ahondar en un debate no demasido rico para lo que representa de pintoresco y en la búsqueda para Canarias de un sistema para contentarlos representarlos a todos.
¡Muy interesante!
Una pregunta: ¿a qué hace referencia el concepto de «doble insularidad»?
La «doble insularidad» es la forma fina de decir que las islas menores (sobre todo las occidentales, El Hierro, La Palma y La Gomera) están más aisladas aún de lo que están Tenerife y Gran Canaria, merced a su escasa población, su desconexión del turismo, y evidentemente a su lejanía física de las rutas de comercio.
Si las provincias en Canarias no tienen ningún valor (no hay diputacion provincial ni los intereses de las islas dependen de la provincia a la que pertenezcan), entonces ¿hay equilibrio natural de escaños entre provincias o se hace así para evitar absurdos piques entre provincias? Repito, provincias que nadie reconoce como propias…