Política

Defendiendo a la monarquía con falta de rigor

12 Mar, 2012 - - @jorgegalindo

Ayer, ABC mantuvo en su portada digital este artículo de opinión (pretendidamente) fundamentada en defensa de la monarquía. El texto está escrito por Ramón Pérez-Maura, adjunto al director y analista de política internacional. Hacia media tarde, unos cuantos en Twitter nos dimos cuenta de la cantidad de agujeros lógicos, filosóficos y sobre todo teóricos (de ciencia política) que plagaban la nota. Así que nos pusimos a criticarlo en Twitter. Llegado un momento, se me ocurrió el hashtag satírico #razonesporlamonarquía. A partir de ahí, el patrón hasta trending topic fue el clásico: primero, los que ya estábamos discutiendo del asunto comenzamos a utilizarlo para hacer notar, de manera sarcástica, los errores argumentativos de Pérez-Maura. El sarcasmo se extendió, y llegado un momento el hashtag pasó a ser una mezcla entre esto y discusión política encarnizada. Como siempre sucede, vamos. Esta combinación lo llevó al número 1 de los TTs en España en algún momento entre las 21h. y las 22h. Entonces, por cierto, ABC cerró los comentarios a la noticia.

Este mediodía, a través de Gonzalo Rivero (a quien de paso agradezco las respuestas a las consultas para escribir este mismo texto), me he encontrado con esta breve nota en la que el mismo Pérez-Maura, en la línea «ladran, luego cabalgamos», afirma que:

Quizá tuve la suerte de escribir un texto que indignó a un lector de ultra izquierda.

Lamento decepcionar al autor, pero no soy un lector de ultraizquierda. Ni yo, ni los politólogos, economistas, periodistas y ciudadanos informados que el domingo discutíamos con divertida perplejidad (más que indignarnos, que no estamos para esas cosas con la que está cayendo) su escrito. El problema no es ideológico, no es de defensa de la monarquía. Hay razones de peso para defender tal institución dentro de un marco democrático constitucional, al igual que las hay para defender lo contrario. Sería, de hecho, un debate extremadamente interesante porque tocaría algo tan fundamental como la forma del Estado, que pocos niegan en España que necesita una revisión en un sentido u otro.

El problema es que el artículo de quien se autodenomina como analista político es tan erróneo que ni siquiera puede rebatirse punto por punto. La falta de base teórica y analítica que desprende requeriría, para ser completamente criticada y corregida, mencionar desde Sócrates y la polémica por su juicio y condena hasta las ideas de los pluralistas americanos como Robert Dahl, pasando por un necesario repaso a la historia de Europa entre la decadencia del Imperio Romano y la Revolución Francesa. Si del texto ha de deducirse cuál es el conocimiento del autor sobre filosofía política e historia occidental, lo mejor que puede decirse es que el embrollo que tiene es mayúsculo. Como botón de muestra, podemos coger el punto 2, probablemente el más falto de rigor de todo el artículo. Cito textualmente:

2 La Monarquía es un sistema más moderno
La República es un sistema más natural; es decir, es más elemental, más retrasada. Toda la civilización es una resta a lo natural. Todo lo que es más natural es más inferior. El reparto comunal de los bienes es más natural que la propiedad. Toda la civilización —los Reyes, la propiedad, el contrato matrimonial— implica un elemento de modernidad y es complicación y artificialismo, sobrepuestos, como freno y límite, a esas naturalidades. Como son también añadiduras a lo natural la educación, los modales o la corbata. Y precisamente por la elaboración y decantación a través de los siglos que conlleva una Monarquía, hay que entender que no está en la mano de cualquier pueblo tener una Monarquía, pero sí lo está el tener una República. Una revolución se hace en 24 horas; una Monarquía resulta de la decantación de los siglos.

Lo primero que salta a la vista es… la corbata. La idea que se desprende es que la monarquía es como la corbata o los modales: como es producto de la elaboración (ehem, «decantación») humana a través del tiempo y partiendo de un estadio anterior definido como «natural», esta sofisticación implica una mayor eficiencia en la forma de gobierno. Una monarquía es definida por el autor como aquella forma de gobierno que es personal, hereditaria y vitalicia (incluso esto es discutible, dada la existencia de monarquías con facetas de elección, pero dejemos tal asunto de lado). Respecto a lo que el mismo entiende por «república», la verdad es que no queda demasiado claro. En una definición histórico-minimalista, «república» es aquel sistema de gobierno en el cual existe rule of law (las decisiones de gobierno se hacen aplicando normas conocidas y aceptadas por todos, iguales para todos, lo cual implica una ausencia de privilegios de tipo «gobierno hereditario y vitalicio»). Sin embargo, el autor parece centrarse en la definición más moderna y amplia de «república», que contemplaría también la existencia de la elección de gobernantes a través de un sistema democrático, habitualmente mediante partidos y de manera representativa.

En cualquiera de los casos, tanto monarquía como república no son como la corbata, que ciertamente aparece en un momento de la historia (hacia 1650) para quedarse con nosotros. La primera «democracia», como tal y saltando experimentos fallidos o de poca relevancia, sería la república ateniense. Y la primera república plena, en sentido de rule of law y democracia representativa, los Estados Unidos de América. Los sistemas de gobierno hereditarios se pierden, prácticamente, en la noche de los tiempos antropológicos. Puede decirse, grosso modo, que en la época antigua, la forma de organización política más habitual es la monarquía sagrada. Asumiendo como válida la idea del propio autor de que a más civilización diferenciada del estadio natural, mejor, nos quedamos con un seguido histórico en el cual sistemas hereditarios y no hereditarios se solapan. De hecho, estudios en profundidad de la historia del pensamiento y la organización política occidental como el el Empty Bottles of Gentilism de Francis Oakley (gracias, Jorge San Miguel) muestran un tapiz muchísimo más complejo de los cambios entre absolutismo y republicanismo del que uno podría imaginar, incorporando, por ejemplo, el habitualmente considerado como paréntesis (bárbaro) medieval al acervo necesario para construir el pensamiento político occidental moderno. Uno también puede referirse a ensayos más politológicos como el Principles of Representative Government de Manin para entender esto mismo desde una perspectiva bien distinta, pero igualmente fundamentada.

Y es que su punto de partida, el «natural», sencillamente no existió nunca. La distinción naturaleza/cultura es poco útil por el simple hecho de que en la propia construcción biológica y anatómica del ser humano está la posibilidad de crear un sistema complejo de comunicación y gestión de la información (una cultura, vamos). Si se quiere tomar una posición «fuerte» en este sentido, lo más probable es que un análisis desde un punto de vista de genética social dé como resultado que un sistema basado en la «naturaleza» humana primaria (los genes) tenga un sesgo favorable a la ausencia de rule of law y aplicación de la ley del más fuerte. Si además añadimos un componente antropológico, la primera forma de organización protosocial fue la familia. Así que los mecanismos hereditarios o de cualquier forma de parentesco son lo primero «no natural» con lo que nos encontramos en el camino.

Aún así, el mayor problema no se encuentra en su falta de perspectiva histórica correcta (discutible), sino en la ausencia de rigor teórico. Basta una consulta al Leviatán de Hobbes o al Federalist#10 de James Madison para entender que, al fin y al cabo, la idea de montar una estructura estatal republicana y con base constitucional no es otra que la de evitar que las decisiones de gobierno sean tomadas por una facción de la sociedad que cuenta con intereses particulares y un poder mayor. En realidad, una república es una salvaguarda contra «revoluciones de 24 horas» por esto mismo, mientras que un sistema hereditario es lo que usualmente las ha provocado. Citando a Madison:

Liberty is to faction what air is to fire, an aliment without which it instantly expires. But it could not be less folly to abolish liberty, which is essential to political life, because it nourishes faction, than it would be to wish the annihilation of air, which is essential to animal life, because it imparts to fire its destructive agency.

A modo de apunte final, si bien no su creación, la formalización y generalización a todos los individuos de los derechos de propiedad y del contrato matrimonial (y probablemente de las corbatas) son patrimonio de sistemas de rule of law prácticamente por definición: la seguridad de que un contrato va a ser cumplido y la propiedad es respetada al máximo a sistemas en los cuales reina el imperio de la ley.

En definitiva, el problema con el artículo de Pérez-Maura no es su posición, sino su base y proceso argumentativo. La verdad es que no deberíamos tolerar esta clase de excesos de ignorancia cuando están disfrazados de opinión fundamentada y análisis riguroso, siendo publicados en diarios de tirada nacional y presunto respeto y solera como es el caso de ABC. Yo, al menos, no pienso hacerlo. Y si tengo que usar 1.400 palabras y un hashtag para ello, lo haré de nuevo.


18 comentarios

  1. Fabricando dice:

    El artículo de ABC es de broma ¿no? Lo relaciono con la entrada de Roger de ayer sobre los cómicos salvando al mundo…aunque los de ABC se tomen en serio a sí mismos.

  2. Alatriste dice:

    Fascinante. Cita a Pemán nada menos que tres veces, y las tres veces se queda uno dudando si esas burradas es posible decirlas en serio. No sé que es peor, si lo de que el honor no lo tienen las personas sino las familias (y luego va y habla de cosas tribales), si el desvarío sobre la palabra «padre», o las chorradas sobre el retrato de Carlos V (que le eche un vistazo a los de Goya, que no son tan aduladores).

    Pero hasta Pemán suena mejor que esto: «fuera de la herencia, no hay otra salida que la elección, con sus condicionantes de dependencia, incluso servilismo y de busca de beneficio en el plazo de poder». Toma ya. Este hombre no es monárquico, lo que hace es atacar la democracia misma y defender las formas de gobierno tiránicas – perdón, paternales – y eso se llama de otra forma.

    Y esto lo digo como monárquico. Hoy en día no le veo problemas a la monarquía, que es la forma de gobierno de países tan atrasados como Suecia, Holanda, Noruega o Dinamarca, y creo que es la forma de gobierno que más le conviene a España tal y como es actualmente. Pero alguien dijo y con mucha razón que los republicanos jamás podrán destruir la monarquía; los monárquicos, en cambio, si que podrían en cuanto se pusieran a ello…

    • Jorge Galindo dice:

      «Este hombre no es monárquico, lo que hace es atacar la democracia misma y defender las formas de gobierno tiránicas – perdón, paternales – y eso se llama de otra forma.» – Sí, con esa impresión me quedé.

    • Mohorte dice:

      «(…) es la forma de gobierno que más le conviene a España tal y como es actualmente».

      Es la tercera vez que leo esta misma idea formulada de distintas formas. Y en ningún caso se adjunta una justificación. ¿Por qué es la forma de gobierno que más le conviene a España?

      • Alatriste dice:

        Mohorte, ayer tenía a punto un mensaje para responderte pero se lo comió el perro (quiero decir que la página me dijo que estaba en mantenimiento y no se podía comentar). Por suerte lo salvé en un txt, y lo voy a poner una vez releído y corregido.

        Empieza:

        Excelente pregunta, que tengo problemas para contestar porque querría decir varias cosas y no puedo decirlas todas a la vez. Te pido que tengas eso en cuenta, y también que todo lo que digo deberías imaginarlo precedido de un «en mi opinión personal».

        Empezando por lo que probablemente sea el factor menos importante, ya tenemos una monarquía y una que funciona francamente bien. No sé si será porque trabajo en informática pero siento un profundísimo respeto por esa vieja máxima que reza «Si funciona ¡no lo toques!». No importa cuales sean las ventajas teóricas de una república buena, bonita y barata (que las hay malas, feas y caras y el éxito del cambio no estaría garantizado) son meramente estéticas y palidecen ante las dificultades y peligros prácticos de abrir un proceso constituyente.

        En fin, que las ventajas de una república son todas etéreas. Si todo saliera perfecto y al final tuviéramos una república muy bien diseñada el resultado sería tan bueno como… lo que tenemos ahora.

        Para seguir, el otro problema es que en España tuvimos una república, y que para un cierto sector incurablemente romántico era perfecta y cualquier crítica hacia ella es ni mas ni menos que fascismo. Si crees que exagero puedes consultar la que se armó aquí por un trabajo que criticaba duramente – y creo que con razones indiscutibles, inatacables – su sistema electoral, un tema 100% técnico.

        Ese es un aspecto particular de un problema general: para muchos, creo que en realidad para la mayoría de quienes en política se definen antes que nada como «republicanos», la república no es un método más o menos racional y eficaz de organizar el gobierno de un grupo humano. La república es la utopía, y no solo eso, es la utopía revolucionaria. Sin revolución no es «la República», con mayúsculas sino una mera falsificación, un engaño. Julio Anguita, por ejemplo «para mí la República es el cambio en profundidad. Eso para mí es República. El que una República se resuelva en que el jefe del estado sea electivo, sólo eso, a mí no me interesa» (el original en Internet decía «lectivo» que es evidentemente una errata). Para él «la República tiene un contenido económico, social, político y ético alternativo».

        Vamos, no solo la economía, la sociedad y la política, hasta la ética en España sería otra si tuviéramos república… objetivo loable a la par que modesto, si puedo decirlo. Cualquier república del mundo real sería una decepción tremenda para estos buscadores del Santo Grial, dicho sea con un punto de mala leche.

        Y para terminar, y aquí vacilo un poco porque estoy demasiado cerca de «el problema de España es que está llena de españoles», el caso es que tendemos de forma peligrosa hacia extremos peligrosos de polarización, adanismo y tendencias centrífugas (nacionalistas, sí, pero no solo nacionalistas). Creo que la monarquía ha actuado de una forma moderadora muy eficaz, y si trato de imaginarme a Aznar o a Zapatero de presidentes de la república ejecutivos al estilo francés o americano, o de cancilleres con un presidente simbólico a la alemana o a la italiana, me cuesta creer que las cosas no hubieran salido peor, tal vez mucho peor.

        Es posible, aunque aquí ya estoy elucubrando, que parte del problema de la polarización en España sea la debilidad de lo que se suele llamar «la sociedad civil». Tal vez esa sea la herencia más perdurable de la dictadura, que nos faltan instituciones y personalidades independientes y de prestigio, empezando por las universidades y los medios de comunicación. Una y otra vez las encuestas nos dicen que las instituciones más prestigiosas son las fuerzas armadas, la policía y la corona… y lo peor es que si uno lo piensa tiende a decidir que los encuestados tienen toda la razón (por cierto que algún día habrá que levantarle una estatua a Narcís Serra, ese catalán bajito y con voz de pito que ni siquiera había hecho la mili, ese hombrecito ridículo que iba a ser un desastre, pero que hizo un trabajo tan magnífico en el Ministerio de Defensa que ni siquiera se notó).

        • Mohorte dice:

          1) En realidad, oponerse a la monarquía no es una cuestión de eficiencia o de economía. Es una cuestión ideológica. Si alguien tiene que ser el Jefe de Estado, prefiero que sea alguien elegido democráticamente. La república no te ofrece ventajas teóricas, te ofrece una forma de organización más justa y democrática, que no se basa en anacronismos medievales y que permite renovar la jefatura de Estado si el elegido es un completo inepto. La monarquía no te lo permite, y es bien capaz de poner en un puesto de máxima responsabilidad a un auténtico sociópata. Y el problema es que no seremos capaces de reemplazarlo.

          «Peligros prácticos de abrir un proceso constituyente». Parece que te da miedo hacer reformas democráticas. Las ventajas de la república no son etéreas. Son reales y tangibles.

          Para seguir, el otro problema es que en España tuvimos una república, y que para un cierto sector incurablemente romántico era perfecta y cualquier crítica hacia ella es ni mas ni menos que fascismo. Si crees que exagero puedes consultar la que se armó aquí por un trabajo que criticaba duramente – y creo que con razones indiscutibles, inatacables – su sistema electoral, un tema 100% técnico.

          2) No creo que exageres. Pero tampoco creo que sea la mayor parte del espectro republicano. La II República tuvo sus aciertos y sus errores. Al final estos últimos determinaron su fin, junto a un levantamiento militar. El problema es que cada vez que surge este debate alguien siempre termina citando la II República. Y no debería ser así. Aquella república se gestó en un contexto social y político completamente diferente al actual. Tuvo sus problemas, pero si te repasas el siglo XIX español cuesta creer que la monarquía sea una institución que asegure la estbailidad política del país.

          En cualquier caso, la existenia de iluminados que quieran llegar a la República mediante una revolución (cuyo porcentaje valoro como minoritario) es irrelevante y debería quedar al margen del debate si queremos entablar una conversación seria y real sobre qué modelo de Estado queremos para España. A no ser que sigamos por el camino que propones y comience a citar a tipos como el autor del artículo que en este mismo post fiskea Jorge, y tú a otros tantos, y así hasta el infinito. El «para muchos» da igual. O hablamos del modelo de Estado o hablamos del estado psicótico del debate público. Pero mezclar ambos implica pervertir la esencia del debate.

          En resumen: no importa lo que opine Anguita.

          3) No es que estés demasiado cerca de «el problema de España es que está llena de españoles», es que es la idea que sobrevuela tu última argumentación. Y eso implica que los españoles somos completamente estúpidos incapaz de convivir juntos siempre y cuando nuestro jefe de Estado no sea un Rey. Es absurdo. Vuelve a sobrevolar el fantasma de la II República. Una república no implica que los movimientos políticos se radicalicen, ni que las tendencias polarizantes o centrífugas del país se vuelvan más extremas, eso es ciencia-ficción. La monarquía no modera, porque no pinta absolutamente nada. Su relevancia dentro del panorama político es nula.

          Actualmente, me refiero. En su día la figura del Rey tuvo su utilidad, especialmente en la transición. Pero a día de hoy no. Si instauramos una república no comenzaremos a matarnos los unos a los otros. Lo que propones es «monarquía o barbarie», y es suponer que seguimos en 1931.

          • Mohorte dice:

            Y ahí se me ha colado un párrafo que es tuyo, porque lo estaba respondiendo en un documento .txt y se me ha olvidado borrarlo.

            Es este:

            «Para seguir, el otro problema es que en España tuvimos una república, y que para un cierto sector incurablemente romántico era perfecta y cualquier crítica hacia ella es ni mas ni menos que fascismo. Si crees que exagero puedes consultar la que se armó aquí por un trabajo que criticaba duramente – y creo que con razones indiscutibles, inatacables – su sistema electoral, un tema 100% técnico.»

            Agradecería al equipo de Politikon que lo borrara para evitar confusiones.

          • Alatriste dice:

            Mohorte, si es posible preferiría que defendieras tu posición sin insultarme y sin poner palabras en mi boca.

            – No me dan miedo las reformas democráticas, me parecen peligrosos los procesos constituyentes (y más en mitad de una fuerte crisis económica) y no me gusta correr peligros para no sacar nada práctico a cambio. Hay una diferencia importante entre las dos cosas: de hecho, un proceso constituyente ni siquiera tiene por qué ser democrático, ahora mismo hay un grupúsculo (si merecen ese nombre) que pretende abrir uno sin la menor sanción democrática.

            – no es que quieran llegar a la república mediante una revolución, es que la República es la Revolución y la Revolución es la República. Otra de Anguita es «Puede que mañana tengamos aquí una república desde la derecha y los nuestros como tontitos irán con la bandera», que deja bastante claro que si no es «SU» república, entonces no la quiere. Y respecto a que los que opinan como Anguita no son la mayoría… si no es así ciertamente los otros son una mayoría silenciosa. Muy silenciosa.

            – ¿Qué es eso de que yo digo que los españoles son imbéciles o que lo que yo propongo es «Monarquía o barbarie»? Hombre, por favor, un poco de seriedad… para empezar no estoy diciendo que la república crearía radicalización, polarización ni tendencias centrífugas. Digo que esas tendencias están ahí y que la monarquía ha ayudado, y que no creo que un presidente de la república, inmerso en la política de partido, hiciera un trabajo mejor.

            Y respecto a lo de que «La monarquía no modera, porque no pinta absolutamente nada. Su relevancia dentro del panorama político es nula» ¿Por qué le das tanta importancia entonces al tema? Si tienes razón España ya funciona como república ahora mismo…

          • Mohorte dice:

            ¿Podrías especificar dónde te he insultado? Gracias.

            – ¿Peligrosos para quién? No veo peligro alguno. Otro asunto es la idoneidad de llevar a cabo dichas reformas ahora. Evidentemente no es el principal tema al que debe hacer frente la clase política. Yo de hecho ni lo reclamo. Pero sí se debería plantear un serio debate cuando fallezca el actual monarca.

            – Te repito que eso es irrelevante. La república no es la revolución, y la mayor parte de los republicanos admite esto. Las ideas revolucionarias decimonónicas pueden ser residuales en un determinado segmento de la izquierda. Que exista esta corriente de pensamiento no invalida la idea de la república frente a la monarquía, y de hecho es irrelevante para el debate, como ya he dicho antes, porque lo pervierte. O hablamos del modelo de Estado de un modo cabal o sensato o hablamos de revolucionarios y contrarrevolucionarios perdidos en cuitas del siglo pasado.

            – No he dicho que lo digas, sino que tu exposición lleva automáticamente a que los españoles no saben gobernarse ellos solos, y que la opción es la monarquía o la radicalización de las corrientes ideológicas y la inestabilidad política. Esas tendencias pueden aflorar tanto en una república como en una monarquía. Las monarquías no evitan por su mera presencia las ideas extremas, del mismo modo que las repúblicas no las causan.

            – Le doy importancia porque pese a su irrelevancia política (solo faltaría), para mí es importante poder elegir a mi jefe de Estado. Su mantenimiento costaría seguramente una cifra aproximada (lo desconozco, si alguien en la sala tiene datos le agradecería que los ofreciera) al mantenimiento de la Casa Real, pero prefiero destinar el dinero de mis impuestos en alguien designado por la voluntad popular a en alguien que ha heredado el cargo en base a unos privilegios provenientes de la Edad Media. Como digo en mi comentario anterior, es una cuestión de principios.

  3. Josei dice:

    Es que el artículo de ABC no se puede coger ni con pinzas,

  4. Drissang dice:

    ¿soy el único al que el artículo de ABC le parece una serie de ocurrencias improvisadas sobre la marcha? Por lo demás estoy de acuerdo con lo que decían más arriba, más que la monarquía parece que sus ideas tienden al autoritarismo.

  5. J.E dice:

    Creo que al decir que la República es anterior a la Monarquía, quería relacionar (pero solo lo creo, creo que le estoy suponiendo más inteligencia e la que realmente tiene) la fase que se ha dado en llamar «comunismo primitivo del Paleolítico» con la República, en el plano de una cosa igualitaria, y con escasa jerarquía.
    El concepto, que ha sido revisado, revisitado y cuestionado un buen saco de veces, es que las bandas cazadoras – recolectoras funcionaban de un modo asimilable al comunismo.

    Obviamente, chorradas. Chorrada, por un lado, relacionar comunismo primitivo con República, aunque reconozco que estoy intentando meterme en una mente en la que ni quiero estar.
    Chorrada, y esta es más llamativa, ignorar que la organización social del Paleolítico tiene como base fundamental la familia. Como la Monarquía. Que del mismo modo los pactos ent monarquías son pactos entre clanes, los pactos entre grupos cazadores también son pactos clanicos

    • Jorge dice:

      «la fase que se ha dado en llamar “comunismo primitivo del Paleolítico”

      Sí, da la sensación de que se refiere vagamente a eso -que, por cierto, es algo de lo que hablaba Engels.

      Es cierto que las sociedades tribales o pre-estatales están marcadas generalmente por un igualitarismo -las «sociedades contra el Estado» de las que hablaba Clastres, por ejemplo- y la sospecha hacia cualquier miembro que quiera acumular poder o prestigio. Lo que pasa es que hacer paralelismos de trazo tan grueso sólo sirve para masajear a la propia parroquia; nadie fuera de ahí se lo puede tomar en serio. Comparar el igualitarismo de los cazadores-recolectores con un régimen republicano moderno forma parte del mismo tipo de ilusión que permite pensar que la democracia ateniense es un modelo válido para las democracia de masas actuales; sólo que esto es mucho más burdo y pedestre aún.

  6. Álvaro dice:

    Es curioso como éste periodista, que ha dejado claro que no es historiador y que la historia le importa bien poco, que no ha tenido la decencia de preguntarle a algún historiador, que aunque no sobren, los hay en el mundo del periodismo, y que por supuesto ha leído a Aristóteles o a Hobbes, esas cosas son para los historiadores, que sobramos y no hacemos falta.

    Es curioso cómo habla de ‘revoluciones de 24 horas’, como algo deslegítimo y de poco valor con el que se llega a las naturales y primarias repúblicas. Es curioso porque en Inglaterra costó dos revoluciones de 24 horas (de estas en las que cortan cabezas inclusive) que se instaurara la Monarquía Parlamentaria (que se entiende es el sistema que este periodista apoya).

    Y este era el apunte que quería dejar.

  7. jpGaipo dice:

    Otra perla:

    «la herencia es la única forma de designación de jefe de Estado que no es manipulable»

    Sí, creo recordar que aquí tuvimos tres guerras civiles en el siglo XIX por un problemilla con la designación del heredero, algo de un tal Carlos y una chica llamada Isabel.

    Por no hablar del debate sobre la actual primacía del varón en la sucesión, cuestión todavía abierta.

    Saludos

    • Alatriste dice:

      O de la típica acusación de que el príncipe heredero es un bastardo y que la corona debería pasar a su hermano menor, o a su tío (vease a Ricardo de Gloucester y los príncipes niños en Inglaterra, a Juana «la Beltraneja» e Isabel en tiempos de Enrique IV en Castilla… así hasta Godoy y hasta el Prisionero de Zenda 😀 )

      Cuando hay voluntad, no hay sistema que no sea manipulable.

  8. sergi0 dice:

    ¡Enhorabuena!

    Habéis conseguido ser una una web neoliberal y conservadora (además de maliciosa) y también una web de ultra izquierda (y supongo que más maliciosa).

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