La brecha generacional es un desafío de España y toda Europa. Los jóvenes tienen malos trabajos, ganan salarios más bajos y sufren para acceder una vivienda, tener hijos o formar un hogar. Por primera vez probablemente vivirán peor que sus padres. Las políticas sociales no les ayudan, sino que los desatienden. Desoyen sobre todo los problemas de ser padres y de la infancia. El Muro Invisible, el nuevo libro que hemos escrito en Politikon que ya está disponible, describe esta situación y ofrece algunas soluciones. No es una revancha por una cuestión sencilla: enfrentar los problemas de los jóvenes es un beneficio colectivo.
Rescatamos en este post siete gráficos del libro para describir algunos de los «ladrillos» del muro invisible.
Los jóvenes han pagado la crisis con especial dureza. La renta mediana de de los jóvenes se redujo un 20%. En el mismo periodo la renta de los mayores de 65 años aumentó un 5%. Las razones son conocidas: los jóvenes estaban muy expuestos al desempleo y la temporalidad, mientras que los pensionistas han conservado sus ingresos.
Durante la crisis también se disparó el porcentaje de jóvenes en riesgo de pobreza. Aumentó en 16 puntos. Ahora mismo un 40% de los jóvenes españoles entre 16 y 24 años están en riesgo de pobreza: viven en hogares que ingresan menos del 60% de la renta mediana. Para los niños también creció el riesgo de pobreza en estos años. En cambio, las pensiones si fueron capaces de proteger a los más mayores. En 2006 más un 30% de los mayores de 65 años vivía en riesgo, pero hoy la cifra se ha reducido al 14%.
Detrás de esto está, claro, el empleo. Una de las claves es el despido de temporales. Entre 2007 y 2016 se destruyó el 64% de los empleos de jóvenes temporales. Los jóvenes, además, sufren una enorme tasa de temporalidad. El 73% de los trabajadores menores de 24 años son temporales. Y eso después de la crisis.
La crisis de los jóvenes tiene otras consecuencias. Algunas que no les afectan solo a ellos. El mejor ejemplo es la baja natalidad. En 2007 el número de hijos, que ya era bajo en comparación con nuestro entorno, volvió a caer y ahora mismo es de 1,3 niños por mujer. Cuando se les pregunta, tanto los hombres como las mujeres dicen que preferirían tener dos. La edad media al tener el primer hijo, que se había estancado en bonanza y gracias a la inmigración, volvió a dispararse. La edad media a la que las mujeres españolas tienen el primer hijo son casi 31 años. Es el país europeo donde más tarde se tienen hijos.
La relación entre maternidad tardía y empleos precarios parece evidente en Europa, y la desgranamos con mayor detalle en el libro.
Como apuntábamos al principio, el Estado de Bienestar no soluciona estos problemas, o no los enfrenta con al suficiente energía. España es relativamente buena sacando a los pensionistas de situaciones de riesgo de pobreza —las pensiones funcionan—, pero es de los peores países de Europa al hacer lo mismo con los niños y los jóvenes.
Las políticas públicas en España también podrían atender mejor a la infancia. Hemos hablado de los problemas laborales de los jóvenes, pero hay que recordar algo más: esos problemas se concentran sobre todo en jóvenes con menos estudios. El Estado podría actuar en diferentes frentes y especialmente en dos: combatiendo el abandono escolar y evitando la repetición. Los dos problemas se concentran en familias pobres. El abandono escolar roza el 45% para las familias del quintil pobre, mientras que en las familias del quintil rico no llega al 10%. El otro problema es la repetición. España es el país de Europa donde más alumnos repiten curso. Además la probabilidad de repetir es mucho mayor para los hijos de familias pobres, incluso a igualdad de resultados.
Los jóvenes actuales, nacidos en entre los ochenta y los noventa, han tenido la suerte de crecer en un país más próspero, más abierto y más libre. Pero en su paso a la vida adulta se han dado de bruces con una triple crisis: la económica la social y la institucional.
La crisis ha sacado a la luz las dificultades de ser joven en España. Pero las causas son previas a la crisis. Existe un muro generacional, que se manifiesta de diferentes maneras y no es igual de alto para todos. Pero existe. El muro invisible describe ese muro, rastrea las razones por las que hemos llegado hasta aquí y abre caminos posibles para revertirlo en el futuro.