Estudié sociología y trabajo en el ámbito político e institucional: coordino proyectos, aconsejo, diseño estrategias. También investigo y doy alguna que otra clase en la Universidad. Creo que todo ese cóctel ha dado un resultado que algunos calificarán como maquiavélico: «la política es el arte de lo posible» es una frase mil veces usada. Sumen una más al montón con el nombre de este espacio. Algunos aborrecen lo que esconde, y califican de amorales a aquellos que nos adherimos al postulado. Los idealistas la ponen junto a la idea de que «el fin justifica los medios».
Pero, en realidad, es justo lo contrario.
Cuando decimos que la política está limitada dentro de lo posible, también nos referimos a la limitación de los medios. En nuestro caso, la democracia, sistema tremendamente imperfecto y con grandes ineficiencias y disfuncionalidades, pero para el que ni tenemos ni estamos buscando sustituto. El «arte» es conseguir el fin respetando los medios, siendo consciente del entorno que a uno le rodea, analízándolo, interpretándolo y actuando de forma medida y estratégica, en consecuencia. Eso es la política en el día a día. La de conseguir cosas. La del hacer.
Luego está la política de liderazgo, de máximos, de largas miras y elocuentes discursos. La política del decir. Pero incluso ésta ha de acabar en el mundano y para algunos despreciable mundo de la lucha diaria. Las grandes victorias se construyen de pequeñas, igual que las guerras se ganan con batallas.
Ese es el punto de vista que tomaremos en esta bitácora. Cogeremos la realidad, la desmenuzaremos, intentaremos interpretarla y dar claves para actuar en consecuencia. Si busca grandes relatos políticos, no los encontrará. Pero si ya tiene las líneas generales de su propio relato, tiene sus propias ideas, y lo que busca es cómo entender y mejorar (aunque sea un poquito) el mundo que le rodea, bienvenido. Le interesará lo que aquí va a encontrar.