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Otro pasito más: la propuesta de la Cámara de Representantes

15 Jul, 2009 - - @egocrata

La reforma sanitaria americana ha dado otro pasito. Hoy por la tarde los demócratas en la Cámara de Representantes ha dado a conocer su propuesta de ley para la reforma de la sanidad americana, un mamotreto de 1018 páginas con un coste previsto de 100.000 millones de dólares al año durante los próximos diez años.

Empezaremos por lo concreto, la propuesta en sí. Ezra Klein tiene una explicación excelente aquí, así que os remitiré a ella en vez de repetirme. La idea básica es que esta reforma estaría «a la izquierda» de la que está circulando por el Senado: el plan de sanidad público es más sólido, el mercado de seguros es nacional y está mejor regulado, refuerza Medicaid (el programa para gente muy pobre) con más fuerza y da más subvenciones a la gente con pocos recursos.

La ley sería neutral en cuanto a déficit; la mitad del coste vendría de dinero ahorrado en otros programas (especialmente Medicare, «retocado» por Bush para hacerlo mucho más caro de lo que debería ser) y reducción de gastos sanitarios estúpidos, la otra mitad de una pequeño recargo de impuestos (no sólo sobre renta; tambien sobre capital) a los más ricos.  No es el sistema perfecto (sería mejor eliminar las desgravaciones a planes de empresa), pero no está mal.

Varios comentarios son imprescindibles. Lo primero, es un paso importante, pero es sólo un pasito; el Senado va a aprobar -con suerte; siguen peleándose para llegar a 60 votos y evitar filibusterismo- una ley totalmente distinta. Si la cámara alta es capaz de sacar un texto (algo que parece probable, pero no es del todo seguro), representantes de las dos cámaras tienen que reunirse en una conferencia y acordar un texto conjunto que debe ser aprobado en ambos plenos.

La Cámara de Representantes tiene una mayoría demócrata enorme y refleja mucho más de cerca la distribución de la población; la posición ideológica es, por tanto, relativamente progresista. Por añadido, el reglamento de la cámara da un poder enorme a los líderes de la mayoría y a los presidentes de cada comité. A pesar que la propuesta necesitaba el acuerdo de tres comités distintos, el sistema de elaboración es mucho más directo y disciplinado, así que el texto es -relativamente- coherente. Está también, mal que nos pese, tan a la izquierda como es humanamente posible en el Congreso de los Estados Unidos; hay opciones y voces a la izquierda (y sí, hay gente pidiendo un sistema universal público a la europea), pero el legislador mediano está donde está.

Lo divertido viene ahora. Cuando el Senado ponga un huevo (esperemos, antes de final de mes; se supone están cerca), es cuando tocará bailar en serio. La Casa Blanca ha defendido la reforma, pero no se ha implicado directamente en los detalles del debate; será en la conferencia cuando veremos hasta dónde la cámara baja puede empujar a la cámara alta, y si los Senadores demócratas moderados van a ser tan cobardes como para aprobar o no la ley. La administración (y muchos grupos progresistas) esperan que algunos senadores voten en contra del texto final; la cuestión es conseguir que voten a favor de cerrar el debate (recordad, sesenta votos) y no hundan vía filibusterismo.

El resultado final, con suerte, será una ley coherente. Menos eficiente que cualquier sistema sanitario europeo (aquí gastan el doble por paciente que en España, recordad, y con peores estadísticas en años sin enfermedad, esperanza de vida, mortalidad infantil y muertes prevenibles), pero mucho mejor que el horror actual.

Por cierto, antes que se me olvide: la ley no entrará en vigor completamente hasta el el 2013. El motivo, otra vez, es nuestra vieja amiga la CBO. Por algún motivo que se me escapa, conseguir que el precio de la reforma estuviera por debajo de un billón de dólares en diez años era una especie de requisito retórico obligatorio; los demócratas lo han conseguido a base de retrasar la entrada en vigor de alguna de las piezas más caras. El coste real anual son 140.000 millones anuales una vez esté funcionando todo. La política americana es así de absurda.


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