Obama ha presentado hoy su propuesta para los presupuestos de este año, y la verdad, me han sorprendido cuando no debería.

A pesar de mi adoración por la profesión y mi profundo respeto por el servicio público que los políticos representan (y estoy hablando en serio), el insistente cinismo de la prensa hace que tienda a dudar de lo que estos prometen en campaña. Esto parecerá sorprendente, pero normalmente el mejor predictor de lo que un político va a hacer cuando llega el poder es lo que el político ha dicho durante la campaña, al menos en países razonablemente civilizados; los presidentes y primeros ministros casi siempre intentan llevar a cabo las políticas que les llevaron al poder.

En serio.

Suena absurdo, pero hacen eso porque es de hecho lo más racional para ellos. Si alguien ha ganado unas elecciones prometiendo que hará A, B y C, es bastante probable que eso haya sucedido porque los votantes realmente quieren que A, B y C sean llevadas a la práctica. Si el político es ligeramente racional y tiene números de ganar sus promesas tenderán a ser básicamente racionales, no sea que tenga que aplicarlas; al fin y al cabo, a todo el mundo le gusta salir reelegido (nota al margen: adivinad uno de los motivos por los que los políticos en América Latina no hacen promesas razonables). Una vez en el poder, aplicar el programa y cumplir con lo prometido es bastante racional.

Hace unos meses hablaba con cierto detalle sobre la agenda de Obama, y mencionaba, con cierta sorpresa, el hecho que era muy ambiciosa. Cuando uno lee el presupuesto -o versiones abreviadas de este; tres billones y pico de dólares son poco legibles- lo cierto es que básicamente todo lo que mencionó en la campaña está ahí. No son unas cuentas tímidas; es un presupuesto progresista (a la americana) y que representa un cambio radical con la agenda política de la larga era Reagan.

Uno estará a favor o en contra de lo que dice el programa (sorpresa: ¡me gusta!), pero lo que Obama ha puesto sobre la mesa es lo que había dicho que haría cuando ganara las elecciones. Algunos clamaran que si esto es antiamericano, una rendición, el avance imparable del comunismo o algo peor, pero el Obama candidato no ha cambiado sus ideas cuando ha llegado a presidente. Los votantes podían escoger entre esto o su contrario, y mira, han escogidos esto.

Y sí, los políticos en España tienden a hacer -o intentar hacer- lo que prometen, si las circunstancias lo permiten. Aznar del 1996 al 2000 aplicó casi todo lo que pudo de lo que el PP llevaba en su programa, con las excepciones de la política autonómica (pactar con los nacionalistas tiene eso) y reformas del mercado laboral que no tuvieron el valor de intentar aprobar sin mayoría absoluta. Zapatero ha hecho lo mismo; si alguien se preocupara de discutir el programa en las noticias o leerlo directamente descubriría todos esos secretos. Con la que está cayendo, eso será un poco más difícil, en gran parte porque la crisis es mucho peor de lo que nadie (o casi nadie) había anticipado.

Todo esto tiene una conclusión relativamente obvia, por cierto: desconfiad del político que habla de resultados (¡eliminaré la pobreza en cinco años! ¡creceremos más que nunca!) pero no habla de medios. Los políticos ponen los medios, no los resultados; si alguien habla de lo segundo pero no de lo primero, algo no acaba de funcionar del todo bien.

….

A todo esto, y ya que estamos, hay algunos paranoicos que siguen clamando no se qué de la Fairness Doctrine, una presunta trama legislativa de los malvados demócratas para silenciar a los popes radiofónicos conservadores. El Senado ha votado 87-11 prohibiendo esa doctrina o clase de legislación. Obama está en contra de esta doctrina. Casi todos los demócratas del país están en contra. No es que a los conservadores les importe demasiado que sus enemigos y males sean ficticios, pero ya se sabe.

Oh, y ya que estamos, antes de culpar a la malvada dictadura demócrata de la manipulación del censo, vale la pena mencionar que la evidencia empírica dice que los cambios en el mapa de distritos electorales tiene un efecto irrelevante en los resultados electorales. Primero porque los distritos los definen los estados (no la oficina del censo), y segundo porque los políticos tienden a ser muy torpes manipulando su dibujo. De nada.


3 comentarios

  1. Lüzbel dice:

    «¡me gusta!»

    Y a mi. Demasiado más de lo que me gustaría. Me da la sensación de que de un momento a otro aparece Obama con un cártel que ponga «os la hemos colado».

    Demasiado bueno de momento.

  2. […] muy en serio lo que dicen. El mejor predictor de lo que hace un político al llegar al gobierno es lo que ha prometido durante la campaña electoral, así que es necesario seguir de cerca sus propuestas. Si las ideas del PP son torpes, absurdas o […]

  3. […] muy en serio lo que dicen. El mejor predictor de lo que hace un político al llegar al gobierno es lo que ha prometido durante la campaña electoral, así que es necesario seguir de cerca sus propuestas. Si las ideas del PP son torpes, absurdas o […]

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