Los bancos, tras recibir unos cuantos miles de millones de dólares en ayuda financiera y no hacer absolutamente nada con ellos, andan metidos en un problema complicado. Según la economía empeora y la oportunidad de negocio se reduce para todo el mundo, las entidades financieras siguen registrando perdidas; sus balances no mejoran, sus activos van perdiendo valor, y si no prestan dinero, no pueden conseguir más ingresos. Poco a poco los números rojos van aumentando,los mercados se asustan, sus acciones bajan, eso hace su posición financiera aún más insostenible, y el estado se ve forzado a intervenir de nuevo.

La reacción de los gobiernos ha sido hasta ahora poner más dinero. Si la economía no mejora, los bancos siguen sin tener las más mínimas ganas de prestarlo, y las pérdidas crecen. Según estas inyecciones de capital se repiten, las autoridades empiezan a pensar en recurririr a la «N», las nacionalizaciones; esto hace que los mercados empiezan a contar en sus cálculos la probabilidad que eso suceda. Una nacionalización básicamente arruina a todo el mundo que tiene acciones, así que -obviamente- las acciones bajan aún más; el rescate es más caro todavía, pero la compra del banco a precio de saldo es más factible.

Estamos cerca -si no estamos metidos ya en eso aún- de caer en la profecía autocumplida de la nacionalización. El miedo a que la palabra que empieza por «N» suceda hace esa misma medida sea más atractiva. Si los bancos no se deciden a tomar ciertos riesgos e intentan hacer negocios y obtener beneficios (algo muy, muy difícil en una recesión como la actual) sus hojas de resultados seguirán empeorando… y los gobiernos acabarán por decidir que en vez de tantas inyecciones de capital, mejor quedarse con todo el chiringuito y punto.

Sí, eso implica absorber pérdidas a corto plazo; el fácil acceso a crédito del estado estos días, sin embargo, hacen de una restructuración una tarea relativamente sencilla. A medio plazo, el gobierno puede revender las entidades en cuanto la economía mejore, recuperando ese dinero. Obviamente, no es una decisión ideal; el estado no es un banquero demasiado bueno, y una nacionalización es algo arriesgado.

Lo que si es bastante obvio es que es menos peligroso (y más barato) que comerse toda la mierda tóxica que flota por los mercados creando un «mal banco«; eso sería jugar a pretender que si los contables separan las cosas en dos libros las pérdidas ya no están allí. O pretender que sea el estado (y el contribuyente) que se trague las pérdidas y no vea un duro de los beneficios al otro lado del desierto, que es probablemente el origen de la idea y por qué es tan popular entre los banqueros estos días.

En fin, es un problema complicado. Probad a ver si lo hacéis mejor, ya que estamos. Internet ya nos deja jugar a ser Henry Paulson.


3 comentarios

  1. Tatenkopf dice:

    Hostia, qué bueno el juego x’DD

  2. […] … lo que decía egócrata: […]

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