Un buen puñado de comentaristas y blogueros de la izquierda en Estados Unidos andan bastante mosqueados con Obama. La gente del Daily Kos, sin ir más lejos (una de las bitácoras de «verdadera izquierda» más influyentes) hablaban incluso de no dar dinero a la campaña del candidato demócrata, en vista que se ha «vendido» y empezado a lanzar propuestas de centro.

¿Es eso cierto? La verdad es que sí. Obama ha anunciado que ampliará un program federal del gobierno Bush de apoyar a organizaciones de caridad religiosas, ha moderado su lenguaje sobre el comercio internacional, declarado su apoyo incodicional a Israel, renunciado al dinero público para pagar su campaña y ha dicho que no comparte la decisión del Tribunal Supremo de prohibir condenar a muerte a violadores de niños, entre otras muchas cosas.

Estas declaraciones, sin embargo, no deberían causar sorpresa a nadie. Primero, con muy pocas excepciones (el dinero público en las campañas), no representan un cambio de opinión substancial respecto a posiciones políticas anteriores. No son temas que se hablaran en las primarias, pero Obama no nació ayer; cualquiera que lo hubiera seguido un poco (o leído su programa) sabía de sobras que el tipo es un moderado, no un paladín de la verdadera izquierda. Sigue estando clarísimamente a la izquierda de McCain, eso es indudable, pero no estamos hablando de un tipo que estaría cómodo en el Partido Socialista Francés.

Segundo, estamos hablando de unas elecciones generales en Estados Unidos. Por mucho que el 80% de los votantes digan que el país va por el mal camino, estamos hablando de un país básicamente conservador, aún a estas alturas. Sí, más de la mitad de votantes se identifican como demócratas. Eso no hace que la mayoría de «izquierdas» sea gente que podría leer el programa de un partido cristianodemócrata en Europa y sufrir un ataque de apoplejia aguda por exceso de comunismo. Estamos hablando de un partido político «progresista» en que los defensores de una sanidad pública universal son una minoría ridícula; si un candidato se presentara a las elecciones con las opiniones de este columnista como programa no ganaría más que en dos o tres estados.

Como consecuencia, obviamente Obama va a sonar moderado para algunos; lo ha sido siempre, uno, y dos, si quiere ganar las elecciones no tiene más remedio. Lo que es curioso, sin embargo, y sí parece haber pillado a muchos por sorpresa, es lo treméndamente agresivo que esta siendo el candidato demócrata en esto de apelar al voto moderado. Como comentaba con escarnio alguien por CNN, parece que sea noticia que un Obama quiera y se esfuerce en ganar las elecciones.

Y lo es, en cierto sentido. John Kerry o Al Gore parece que nunca lo intentaron.

El que tampoco parece no intentarlo es Jon McCain, que sigue sin acabar de aclararse. En las presidenciales americanas los candidatos giran a los extremos en las primarias y vuelven al centro en las generales. Parece que a McCain no le gusta esa idea, y de un tiempo a esta parte no hay idea de George Bush que no le guste. Sí, ese presidente con popularidad al 25-28%, que ha hecho que Nixon deje de ser el tipo que llego a ser más odiado. Ese. No es que Obama tenga una ventaja sideral en las encuestas, pero sí está por delante de forma confortable, y lo que es más preocupante, no parecen sacar partido a nada.

Pongamos el caso de Wesley Clark, sin ir más lejos. El tipo -un exgeneral excepcionalmente torpe en la arena política- soltó el domingo un par de burradas, diciendo que el hecho que McCain fuera piloto, lo derribaran y fuera prisionero de guerra no le daba puntos para ser un buen presidente.

Es una de esas cosas que son ciertas, pero sólo pueden decirse bajito y con muchos, muchos reparos, que Clark obviamente no tuvo. Es un clásico «escándalo» de campaña americano; un tercero dice algo, y un candidato exige a otro que lo desautorice. Era un tema perfecto para McCain -soy un puto héroe volador- y flojo para Obama -que no ha visto un rifle en su vida-, pero la campaña de McCain no acertó a dar con un buen mensaje sobre ello. El tema se cerró básicamente con que Clark es, oficialmente, idiota, y que Obama ni le presta atención por este motivo.

Como parece que no saben a qué juegan, McCain ya anda reorganizando su  campaña y echando gente. No son grandes cambios, pero parece que al menos el tipo se da cuenta que hay algo que no acaba de cuadrar. En eso está haciendo mejor trabajo que los Clinton con Mark Penn y Solís-Doyle, al menos. El problema, sin embargo, sigue siendo que no parece que acaben de encontrar una línea de ataque sólida ahora mismo. Obama no es que esté haciendo nada extraordinario (de hecho, algunos lo han criticado de ir demasiado sobrado), pero parece que McCain no es capaz de crearle problemas.


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