Uno tiene que ser un cínico de gran nivel para trabajar en unos de los grupos de presión de las compañías petroleras americanas. Comparen sino los dos titulares siguientes:
La próxima vez que alguien hable de la santidad del sector privado, que piense en estas cosas. Las subvenciones a empresas son en general una mala idea, ya que aparte de mantener a menudo con vida industrias insostenibles (es más barato prejubilar a todo el mundo que subvencionar la mina unos años, pongamos el caso), en demasiadas ocasiones lo
único que se hace es favorecer de forma desmedida a los que ya tienen. Nadie dice que no al dinero llovido del cielo, o recaudado de otros bolsillos.
Cuando alguien habla de «ayudas a la industria» y «pagos por el ajuste a la competencia», o formulas de este estilo, desconfiad.