A principios de marzo la revista Time hizo algo inusual: publicó un largo, denso, jugoso, documentado artículo de 36 páginas sobre el coste de los servicios médicos en Estados Unidos. Si uno ha echado un vistazo a los medios de comunicación impresa los últimos cuatro o cinco años la idea parece un suicidio. Vivimos en tiempos del Huffington Post, con artículos consistentes en un titular resultón y dos alaridos. La prensa tradicional, los viejos periódicos llenos de reporteros que saben de lo que hablan, explican los detalles y dan contexto a la noticia son dinosaurios moribundos. Los seminarios son suplementos de domingo con fotos de moda. Un ensayo de 25.000 palabras es un absurdo, una especie de anomalía egocéntrica de una revista que lleva décadas perdiendo poder e influencia.
Bueno, quizás no:
Publishing a 36-page cover article called “Bitter Pill: Why Medical Bills Are Killing Us” certainly didn’t seem like a shameless attempt to bolster newsstand sales for Time magazine.
But the 25,000-word article that Steven Brill wrote for the magazine’s March 4 issue appears to be on course to become its best-selling cover in nearly two years. Ali Zelenko, a Time spokeswoman, said the issue sold more than double the typical number of copies.
It was outperformed only by Steve Jobs, Osama bin Laden and special issues of Person of the Year and the royal wedding. It also broke online records, selling 16 times more than an average week for digital single copy sales and digital subscriptions and becoming the most viewed magazine cover article on Time.com.
Parece que si alguien produce artículos relevantes, accesibles y detallados sobre temas de actualidad explicando de forma extensa un problema sistémico que merece la atención del público con cantidad de datos resulta que la gente va y lo compra. Vaya por delante, el artículo es muy bueno (aunque sus conclusiones son un poco flojas), pero estamos hablando de algo que no es precisamente un novela de aventuras; es un tema bastante complejo y serio. No importa; ha encontrado su público. Cuando los medios de comunicación tradicionales se dejan de perseguir modas o informar sobre estupideces y dedican tiempo y dinero a explicar y profundizar sobre temas relevantes, la audiencia está ahí, aunque parezca mentira.
Antes que alguien diga que hacer algo parecido en España es imposible, os recuerdo que ya lo estamos haciendo ahora. Y digo estamos porque somos nosotros; la revista FIVE tiene un largo apartado de artículos gloriosamente detallados escritos por el equipo de Politikon, incluyendo la versión en papel de «Las falacias de la verdadera izquierda» y una entrevista de 14.000 palabras a Jesús Fernández Villaverde. Y eso es sólo en nuestra parte; hay mucho más (Sí, este artículo sobre el futuro del periodismo tiene publicidad camuflada.)
Fuera bromas, lo cierto es que esta clase de noticias son relevantes. Los medios tradicionales llevan años combatiendo la caída de ingresos a base de recortes indiscriminados en todas sus secciones y personal de redacción. Hay menos reporteros persiguiendo noticias, y también han menos periodistas profundizando en los temas y buscando escribir artículos más detallados. Quizás sería más sensato plantearse dedicar menos tiempo a buscar las últimas noticias y perder el tiempo con polémicas de tercera y dedicar más recursos a artículos largos. El éxito de «Salvados», con todas sus imperfecciones, debería ser una pista. Pero bueno, allá ellos.
Lo mejor de todo es lo de… «los seminarios son suplementos de domingo con fotos de moda». Ni queriendo hubiera quedado tan católico.
Pero el sensacionalismo aún vende más (véase Salvados, el periodismo de suicidios, etc…)
«It also broke online records, selling 16 times more than an average week for digital single copy sales and digital subscriptions »
Five está a años luz, no la han querido vender en digital (y los únicos argumentos que he leido para ello han sido gafapastismo) y me he quedado sin poder comprarla.
Sobre el sensacionalismo en los telediarios, echad un vistazo a la serie The Newsroom.
No le faltan defectos, pero debería ser de visionado obligado para todos los profesionales del ramo.
Poco podrían hacer para redireccionar su línea informativa, pero cada vez que den una cobertura frívola de las noticias, a lo mejor hasta sienten remordimientos de conciencia.
El periodista José Martí Gómez explicaba en Capçalera que una periodista le dijo llorando que le pagararon 15 euros por escribir un reportaje que ocupó una página entera. Por si queréis leer la entrevista (en catalán, pág.14) http://issuu.com/periodistescatalunya/docs/cap_alera159/21
Lo triste es que ese mega-articulo no dice nada que los economistas serios no lleven diciendo hace años. Y encima equivoca el tratamiento para solucionarlo.
Solo para que os hagáis una idea del perverso (en los incentivos) sistema médico americano. Tengo un amigo norteamericano casado con un ciudadano de la UE, con lo que tiene sanidad en España pero no tiene seguro médico en USA. Estando allí notó que se le dormía el brazo sin causa aparente. Fue al hospital y le hicieron un montón de pruebas. El resultado es que no había nada. No encontraron nada y la molestia desapareció. La factura: $20.000
El periodismo ha perdido mucha calidad, y bastante libertad. Tan sólo hay que echar un vistazo a los artículos del siglo XIX y principios del siglo XX en nuestro País, y qué calidad tenían, admirables, con sus aciertos y errores, pero demostraban un Gran Conocimiento. Se profundizaba más en los temas, no había tanta superficialidad como hoy en día. Además eran guerras vivas, entre unos artículistas y otros,a través del poder de la palabra…hoy en día el periodismo es muy pobre. Se lee los artículos de Figaro (Larra), y qué ilusión proporcionan. Esperemos la vuelta del Buen Periodismo.
Enhorabuena a todo el equipo de Politikon, magnífico Blog, serio y variado, Una puerta abierta al conocimiento y al periodismo.
Qué grande la charla, Roger. ¿No querrás presentarte a las primarias del PSOE? Yo te votaría. Lo que pasa e que dices cosas demasiados sensatas para que te aceptaran, ahora que lo pienso. Gran admirador tuyo me declaro, tío.