A la espera de los resultados electorales definitivos, y calentando motores para la tertulia electoral de esta noche, ahí va mi lista de preguntas, claves y temas varios a las que voy a estar prestando atención hoy:

1. La magnitud de la tragedia socialista:

El resultado final de estas elecciones está bastante cantado, pero los márgenes de victoria y derrota importan. La cifra maldita, en este caso, es 125, el suelo electoral de Almunia en las generales del 2000. Si Rubalcaba no supera ese listón, el PSOE tendrá una señal meridianamente clara que tienen que renovarse de arriba a abajo. Si consiguen mantenerse por encima me temo que será la hora de las excusas, echar la culpa a la crisis y gente diciendo que Rubalcaba ha conseguido evitar el desastre con el mensaje populista de esta campaña.

No soy de los que acostumbran a decir eso de «cuanto peor, mejor», pero los socialistas realmente necesitan un periodo de reflexión largo, serio y detallado después de lo que han hecho esta legislatura. La pasividad inicial de Zapatero ante la crisis fue preocupante, así como la total incapacidad de impulsar reformas ambiciosas cuando las cosas se pusieron realmente mal. El programa económico del partido, el librillo con el que entraron en esta crisis, era completamente erróneo. No hay excusas que valgan.

Más allá de los problemas económicos y oportunidades perdidas, lo realmente preocupante de cara a la renovación socialista fue la deprimente pasividad del partido ante la crisis. En una democracia parlamentaria, cuando un primer ministro o presidente se mete en problemas su partido normalmente le deja un poco de margen de maniobra. Si el tipo insiste en no hacer nada, empeorar la cosas o en general no parece reaccionar, lo sano, habitual y necesario es que sea el mismo partido el que le defenestre antes que despeñe a todos de forma irrecuperable.

En esta crisis, el PSOE no dijo ni pío. Sí, tengo dicho que la disciplina de partido es algo estupendo, pero no hasta el suicidio. La derrota electoral no es sólo cosa de Zapatero; es cosa de todo un partido que fue incapaz de reaccionar a tiempo. Cuando pedía que Rubalcaba, una vez escogido candidato, debía ser  también presidente del gobierno hasta las elecciones era por este motivo. Pero no, el PSOE prefirió seguir a su líder barranco abajo, todos a una.

2. El resultado del PP:

A efectos prácticos no es demasiado importante; el listón de Aznar del 2000 es un poco menos relevante para ellos. Una vez tienes mayoría absoluta (y la tendrán) el resto es para la estadísticas. Pensando a medio plazo, y en vista de la que está cayendo, Rajoy estará mejor cerca de los 200 que alrededor de los 180. El PP no es un partido con tradición de escisiones y salidas hacia el grupo mixto, pero nunca se sabe.

3. El resultado en Euskadi:

Confieso que no he seguido las encuestas con el detalle que debería en este aspecto, pero de cara al fin de ETA serán bastante relevantes. Tengo la sensación que el PSE salvará los muebles, así que la incognita será quién tiene la hegemonía del voto nacionalista, y qué peso relativo tiene el PP en Euskadi. Todo apunta que Rajoy sufrirá la tradicional transformación de la derecha española cuando ven una tregua de ETA desde la Moncloa, y todo será conciliación y responsabilidad, etcétera, con el PSOE diciendo sí a todo. Falta ver qué peso tienen los nacionalistas en este diálogo.

Sólo por el cachondeo, ojalá Amaiur saquen grupo parlamentario, aunque sólo sea para ver qué preguntas se sacan de la chistera en las sesiones de control.

4. El peso de los partidos pequeños:

La cifra a recordar, en este caso, es 78,5. Este es el porcentaje medio de voto entre PP y PSOE en las últimas cinco elecciones generales. La media es un tanto engañosa, ya que tanto las generales del 2004 como las del 2008 fueron anormalmente bipartidistas (en gran medida debido a la ley de partidos en Euskadi y la sinpar implosión de IU post-Anguita). Una cifra por debajo de 78 sería una cierto retorno a la normalidad, con los dos grandes partidos acumulando un 73-76% del voto. Algo por encima sería una muestra clara que a pesar de los pesares, el bipartidismo sigue gozando de buena salud.

Lo más probable, sin embargo, es que la «reapertura» del voto en el País Vasco, sumado a una previsible fuga de votos del PSOE, hagan que el bipartidismo se debilite un poco… y eso contribuya a la mayoría absoluta del PP. La fragmentación del voto en España tienden a favorecer al partido ganador. Pero #nolesvotes, etcétera.

5. El tono de Rajoy:

No creo que Mariano Rajoy explique gran cosa mañana. Pero sí quiero fijarme en el tono. Si en el discurso de victoria, por rotunda que esta sea, el PP da la más mínima muestra de triunfalismo, me empezaré a preocupar. Las cosas están mal en España, y pintan horriblemente mal en Europa; cualquier cosa que no sea dejar claro que durante los próximos meses no van a haber buenas noticias y que va a tocar apretarse los dientes algo serio será mala señal.

Iré más lejos, de hecho: me gustaría que Zapatero hablara mañana. No para reconocer derrota, felicitar al ganador o nada por el estilo, sino para decir que España, durante esta transición, sigue teniendo gobierno, es consciente que es una situación de emergencia y está a plena disposición de Mariano Rajoy para aprobar cualquier decreto ley, medida de emergencia o respuesta a la crisis que considere oportuno si así lo considera necesario.

Las próximas semanas son no ya importantes, si no vitales. No dependemos ya de nosotros mismos, pero no podemos cometer ni un error. Espero que Rajoy mañana deje claro esto, y no se ande con pegar saltitos en balcones y demás.