Se ha hablado mucho de las causas profundas de los disturbios en Londres. Las hipótesis han sido las habituales: pobreza, recesión, falta de expectativas de futuro, dependencia en el estado del bienestar, fracaso del multiculturalismo, ha sido ETA, videojuegos, cultura urbana nihilist o alguna combinación de todos estos factores. Como siempre, la mayoría de los artículos de opinión basan toda discusión sobre los orígines del problema en una elaborada combinación entre anécdotas, videos de YouTube, prejuicios más o menos ofensivos y cosas que uno recuerda haber oído en la facultad. Lo habitual, vamos.

Sobre todo esto no es que sepa demasiado. Aún así,  de todo lo que he leído estos días, lo más interesante es un artículo de Jacopo Ponticelli y Hans-Joachim Voth que aparecía enlazado por Vox esta mañana. Los autores no intentan explicar las causas de la violencia en Londres esta misma semana, un problema micro que depende mucho de explicaciones con muchos condicionales (más sobre eso luego), sino  que toman un punto de vista más macro y a largo plazo. Más concretamente, han estudiado las causas de disturbios y revueltas urbanas desde 1919 (!!!) hasta el 2009,  buscando que patrones económicos, demográficos y sociales pueden provocar estallidos de violencia o protestas.

El resultado es ciertamente interesante: el desempleo, las subidas de impuestos o la falta de crecimiento económico no parecen explicar demasiado, pero los recortes de gasto público incrementan dramáticamente la probabilidad que hayan problemas. Es decir, los ajustes fiscales por sí solos no parecen ser una fuente de problemas grave; los recortes de servicios sociales y gasto público directo sí lo son.

La causalidad es (creo) bastante obvia. El desempleo o el crecimiento económico limitado puede genera cabreo, pero los culpables del problema son dispersos. Han sido los bancos. O las importanciones chinas. O los políticos. O la subida del petróleo. Aunque la recesión se cebe en determinados grupos sociales, no es fácil encontrar responsables. Las subidas de impuestos son casi siempre o progresivas o muy indiscriminadas; uno puede enfadarse que suba el IVA, pero eso afecta a todo el mundo más o menos igual, y su efecto es difuso. Los recortes de gasto público, sin embargo, son mucho más obvios: son directos, tienen un culpable claro en el gobierno y en muchos casos tienen un efecto inmediato y tangible en personas concretas. Tener que pagar un poco más al comprar ropa es una cosa; que me dupliquen la matrícula de la universidad o cierren ambulatorios es otra.

En contra de lo que se dice habitualmente, por cierto, la aparición de nuevos medios de comunicación parece no afectar en absoluto la probabilidad de revueltas; los números dicen que la aparición de nuevas tecnologías no muestras cambios apreciables. Los mismos recortes presupuestarios que provocaron disturbios en Inglaterra en los ochenta han provocado conflictos similares ahora.  Mi resultado favorito, por cierto, es algo bastante curioso: las democracias son menos propensas a tener algaradas sociales que las dictaduras. Tener el consentimiento de tus gobernados hace tu gobierno más sólido y tu política presupuestaria más flexible. Quién lo iba a decir.

Como todos los estudios agregados, estamos hablando de resultados probabilísticos, no deterministas. Es decir, la austeridad presupuestaria aumenta la probabilidad que veamos disturbios y protestas, manteniendo el resto de factores estables; no quiere decir que siempre que pasamos de un porcentaje de recorte X tengamos gente en la calle. De igual modo, la austeridad hará que veamos huelgas generales, asesinatos políticos, manifestaciones y disturbios con más frecuencia (las cuatro categoría que tienen en la muestra), pero no que veremos las cuatro cosas necesariamente;  los asesinatos políticos, al fin y al cabo, son muy raros.

Queda entonces ver cómo empiezan las protestas a nivel micro, y cuándo estas se vuelven violentas. En ambos casos, hay un cierto componente de azar. Sobre el inicio de protestas hablé no hace mucho, centrándome específicamente en dictaduras. La movilización social en democracias es bastante parecida, aunque con menos ocultación de preferencias (la gente no tiene miedo de decir que está cabreada) y un umbral de participación más alto (ya que el sistema tiene un apoyo social mayor de forma implícita). Es más fácil encontrar gente que dice estar cabreada, pero el apoyo a protestas es más «blando», ya que los votantes son más conformistas.

La aparición de violencia es un problema parecido, en cierto sentido, con un mecanismo de umbrales entre cafres convencidos y gente que está ahí para hacer bulto. De forma un tanto sorprendente, hay relativamente pocos estudios académicos sobre psicología de la masa enfurecida, pero por Mind Hacks tienen un buen resumen. El modelo más sencillo es que uno ve escaladas violentas si la policía empieza a actuar de forma indiscriminada, provocando una reacción de «nosotros contra ellos»; si las fuerzas de seguridad se concentran en aislar y sólo actúan contra los violentos o los que desobedecen de forma agresiva, mantener el orden en una manifestación es relativamente sencillo.

La gran diferencia entre Madrid y Londres, en este caso, es que en Madrid los manifestantes se han tomado muy en serio lo de aislar a los violentos, y la policía, en general, ha combinado una presencia masiva con un autocontrol considerable. En Londres, la policia fue increíblemente autista (según lo que he leído) la primera noche de protestas, negándose a dialogar con los manifestantes primero, y después siendo incapaces de aislar a los grupos más violentos de los más «blandos» por falta de efectivos. De esto, sin embargo, sí que no sé demasiado; esta es la clase de cosas en la que estoy tentado de hablar de códigos culturales o señalar la burrada de policías que tiene España comparado con el Reino Unido. A saber.

Como bola extra, tengo que enlazar necesariamente este viejo artículo en P.I.F.I.A sobre guerrillas urbanas y el viejo arte de la guerra. Va bien para seguir las tortas.


23 comentarios

  1. Roger Senserrich dice:

    Por cierto, hay gente que realmente tiene suerte. Mira que publicar un artículo sobre violencia urbana y disturbios precisamente AHORA.

    Wow.

  2. Ignacio Paredero dice:

    En primer lugar, si. Vaya potra!! xDD

    En segundo lugar, no lo dices demasiado explicitamente, pero en efecto, los recortes generan una presión que puede estallar de muchas formas. A mi me parece relevante que en España, el 15M, haya canalizado esa energia y rabia de manera constructiva, o, por lo menos, no violenta.

    De hecho, hablando con Kerman Calvo, que ha investigado el 15M en Salamanca, me comentaba que dentro del15M los grupos mas violentos, los antifascistas o los anarkas mas bestias, tuvieron que asumir y pactar comportamientos pacificos por que la mayoria asi lo exigió, moderando asi sus reivindicaciones. Vamos, que hay que reconocer lo positivo del 15M, no se puede negar.

    En cualquier caso, de nuevo, que potra 😀

  3. Ignacio Paredero dice:

    Por cierto, me ennncanta la variable que utilizan para definir los disturbios: CHAOS

    Asi, con mayusculas. Muy stormbringeriano, si señor xD

  4. Alberto dice:

    Ahora qué los disturbios se mueven a ciudades como Manchester. ¿Alguién sabe por qué este tipo de revueltas sólo afectan a una ciudad? Me explico: ¿por qué no se ve violencia en Gales o Escocia? ¿por qué en Francia en el 2005 no afecto a Marsella?

  5. Roger Senserrich dice:

    Es una muy buena pregunta. Me encantaría saber responderla :-).

    Suposición: hay el mismo cabreo, pero no se genera masa crítica. Por ejemplo, en vez de cerrar dos centros de juventud se cierra uno. O los servicios que cierran sirven a una población más heterogénea y con redes sociales más difusas. O el detonante (un muerto en un tiroteo con la policia) no sucede, así que no hay un punto focal en la protesta. No lo sé.

    Hablamos de probabilidades, no de certezas – y no probabilidades enormes. Pasar de un 2 a un 5% (es un decir) es un incremento bestia, pero hay aún un 95% de probabilidad que no pase nada.

  6. Roger Senserrich dice:

    ¿Hablamos de qué?

    Si recortas eso, la gente se cabrea. Me parece natural.

  7. Heathcliff dice:

    @Alberto

    Lo de Marsella creo que sabría explicarlo:

    La presencias del Frente Nacional de Le Pen es tan fuerte, y su amenaza de formar milicias urbanas que los apaleasen, tan contundente, que prefirieron «protestar» en otro lado.

    Te recuerdo que con la revolución espartaquista alemana no acabó el ejército ni la policía, sino los Freikorps, una milicia conservadora encantada de que la izquierda organizase tumultos para poder romperles la crisma con toda tranquilidad.

  8. Heathcliff dice:

    Hablamos de la importancia de que eso NO exista para que nadie lo reclame cuando desaparece.

    En mi opinión, y siguiendo el hilo de tu artículo, la componente de mayor 8importancia en la formación de tumultos es la existencia de una masa de desocupados que se siente en el derecho de vivir de los demás.

    Ese sentimiento es el que los autoriza moralmente al saqueo si no se les da por las buenas lo que exigen.

    Sociología pura: si me lo debes, y no me lo das, me enfado. Si no me lo debes, no puedo enfadarme…

  9. Roger Senserrich dice:

    O gente que ha tenido la mala suerte de trabajar para una empresa incompetente y ha perdido el trabajo. O gente que ha tenido la mala suerte de nacer en un barrio pobre con padres pobres y colegios horribles.

    Echar la culpa al pobre es estupendo, pero la pobreza no es un problema sencillo.

  10. Heathcliff dice:

    @Roger

    Ciertamente, lo más importante es fiscalizar esas ayudas, inspeccionar y controlar su reparto. Porque, como dices, son MUY necesarias, pero el fraude en su cobro es diez veces más dañino que en otros campos.

    No pueden pagar justos por pecadores, pero tampoco se pueden quedar las cosas como están. Vivir sin trabajar no puede ser una opción, o de lo contrario se sucederán los disturbios, de uno y otro signo. Esta clase de cosas son las que alimentan el fascismo más ultramontano…

  11. Gatete dice:

    Un detalle. La afirmación de que el IVA «afecta a todo el mundo más o menos igual» simplemente no es cierta.

  12. Pescador dice:

    Creo que denominar a los freikorps como «milicia conservadora» no es una definición muy acertada – como el desligarlos del ejercito en su represión de las revueltas -istas de la República de Weimar.
    A no ser que empecemos a generalizar el de «jovenes idealistas y patriotas » para los borrokos de por aki

  13. Alatriste dice:

    Yo a los freikorps no los llamaría ni una, ni milicia. Eran muchos, y al menos una buena parte eran unidades militares hechas y derechas (de hecho algunos eran directamente unidades del ejército imperial que no había sido desmovilizadas al acabar la guerra y luego se incorporaron al ejército regular de la república de Weimar)

  14. Epicureo dice:

    «Vivir sin trabajar no puede ser una opción» dice Heatcliff…

    Pues la hija de Amancio Ortega bien que ha optado por vivir sin trabajar, y nadie la considera un peligro social. En realidad, hay millones de personas que optan por no trabajar: jubilados, estudiantes, amas de casa con marido rico… además de otros muchos que no trabajan porque no tienen más remedio: niños, inválidos, parados… Parece que sólo los más pobres tienen que trabajar sí o sí, en lo que sea y por lo que sea.

    Vivimos en un sistema donde trabaja el 50 % de la gente, que recibe de sueldo un 25 % de lo que produce (en números redondos) y eso es suficiente para mantener a todo el mundo. Con semejante productividad ya va siendo hora de dejar de sacralizar el trabajo.

    Bien administrados, hay recursos de sobra para que nadie tenga que pasar miserias o indignidades. El problema es cómo repartirlos.

    Una forma que NO funciona es fiscalizar las ayudas para que sólo las reciban los que lo necesitan. Por varios motivos: uno, que eso requiere una burocracia que puede costar más que las propias ayudas que se reparten. Dos, que los que más lo necesitan pueden ser los que menos preparados están para tratar con esa burocracia. Tres, que siempre se crea un fuerte agravio comparativo entre los que «casi» tienen derecho a esas ayudas y los que sí las reciben, y esto sí que es un caldo de cultivo para la xenofobia, el fascismo y todo lo que quieras.

    Resulta mucho más eficaz que las prestaciones sean universales; de todas maneras, los que no las necesitan probablemente no se molesten en solicitarlas, o recurran a alternativas privadas más lujosas o prestigiosas, y de todos modos las pagarán con creces si los impuestos son mínimamente progresivos (no como ahora).

  15. […] la proliferación de narrativas infundadas ocurre también con asuntos políticos, económicos, o sociales, y en casi cualquier otro ámbito relevante. Es en esos dominios donde la proliferación de errores […]

  16. Carlos dice:

    ¡Y los del paper son de la Pompeu, oye!

  17. mictter dice:

    Estoy con Epicureo en cuanto a la universalidad de las prestaciones. Como bien dice Tony Judt en «Ill Fares The Land», impedir que los que pagan el grueso de los impuestos (las clases medias) disfruten de las prestaciones públicas es una política que lleva a que estas mismas clases medias retiren su apoyo a las políticas sociales y den su voto a partidos políticos con programas de reducción de dichas políticas sociales.

    Aquí en España tenemos un ejemplo bastante claro con las guarderías: un servicio casi imprescindible para familias en las que ambos padres trabajan. Las privadas son muy caras y frecuentemente de baja calidad; las públicas suelen ser muy buenas, pero restringidas a familias con pocos ingresos o con ingresos ocultos al fisco, que de todo hay. Resultado: ante la imposibilidad de disfrutar del servicio, más de uno y más de dos preferirían no tener que pagarlo mediante sus impuestos.

  18. Epicureo dice:

    Tengo que leer a ese Tony Judt, parece que fue un tipo excelente. Gracias por descubrírmelo.

  19. […] claro que los motivos son múltiples. Para muestra el artículo de Roger Senserrich en politikon.es, que afirma que los ajustes fiscales, por si solos, no explican […]

  20. […] comentaba hace unos días, esto no es necesariamente mérito de nadie. Aunque tenemos cierta idea sobre qué decisiones políticas aumentan la probabilidad de […]

  21. […] van a arrojar más presión a las delgadas líneas azules policiales. Para muchos que creen que los fenómenos como los de Londres no se pueden producir en España que vayan poniendo números al asunto y miren los trabajos […]

  22. […] – Que confrontemos con valores postmodernos y postmaterialistas para realidades muy pero que muy materiales puede contener un alto riesgo social. Jugar al juego de los colores cuando tenemos un problema de pobreza grave puede suponer una separación social entre los que aún tienen algo y salen a la calle y entre los que no tienen nada y que no van a las manifestaciones. Cuando se convoca una movilización de este tipo y se llena de acciones postmaterialistas como disfrazarse de colores, hacer cursos de aromaterapia y demás gustos por lo postmoderno podemos estar provocando en quien lo está pasando peor tanto rechazo como “por la clase política”. Digamos que las familias que pueden hacer que sus hijos coman cada día gracias a las becas comedor o los bancos de alimentos no sé si entenderán que esto es una forma de luchar por su situación. Y son estas las que pueden terminar movilizándose de otras maneras que no nos pueden gustar demasiado. […]

Comments are closed.