Ha habido mucho revuelo estos días -hasta que ha pasado la moda, claro- con el asunto de los vuelos de los eurodiputados. Renuncié en su momento a comentarlo porque no se trata sino de la enésima muestra de demagogia antipolítica atizada últimamente en la red; el enésimo linchamiento propiciado por alguno de los autodesignados líderes de la cosa y por el rebaño que se ha tragado esto de que «internet» es una representación orgánica del Volk, que Twitter tiene más legitimidad que las instituciones y es la nueva y verdadera sede de la soberanía.
No obstante, he encontrado hoy una tarjetita de propaganda de esta organización, donde afirman contar con apoyo económico de la Comisión Europea. De hecho, reconocían (2008) financiarse en más de un 75% mediante subvenciones públicas. La administración representa un 6% del presupuesto de la UE; Agricultura y Medio Ambiente, incluida la turbia PAC, un 42%. Como ha comentado el compañero Galindo, y aun a riesgo de parecer utópico, me gustaría que los debates sobre políticas europeas se centrasen en las cosas
importantes y no en asuntos cosméticos ni en halagar los apetitos de la ciberturba, siempre presta a asaltar el castillo del conde con antorchas y horcas virtuales. Me gustaría saber si es cierto que la CE apoya el primitivismo y la agricultura de subsistencia que promueven chiringuitos como este. Y me gustaría saber cuántas organizaciones más que objetables y cuántos fondos de reptiles inconfesables en Europa y fuera de ella viven del presupuesto común. En cuanto a mis representantes electos, vivo bastante tranquilo aunque ganen más que yo y viajen en primera clase, o a lomos de unicornios.
Ay. Vamos a ver. ¿Que el debate es, hasta cierto punto, demagógico? Puede ser. Pero en época de crisis, la gente quiere gestos. Y la gente que gana menos de 1000€ al mes, NO puede entender por que tenemos que pagarle 1000€ mas por viaje a los Eurodiputados.
La politica, Roger, no es algo racional, por mucho que los politologos quieran que lo sea. Al final, es algo muy personal, el voto se confia y la gente no puede comprender que los eurodiputados no hagan ese gesto que, reconozcamoslo, no supone un grave esfuerzo.
Y no lo digo especulando. Hace 2 semanas fui a Bruselas, a ver el parlamento Europeo, desde España. Viajamos, casualidades, en el mismo avión que viajo un Eurodiputado. Y te aseguro que los asientos eran iguales. La unica diferencia objetiva era el reposacabezas, de un elegante color azul, frente al plebeyo rojo y un poco (nimio, lo juro) mas de espacio entre filas de asientos. Y eso, mas la sala vip con wifi, los cacahuetes y el poderse colar en el arco electrónico, cuesta 1000€. Por viaje. El sueldo, entero de un mes, de un trabajador con suerte.
No negaré que me molesta que este debate se tenga sobre los políticos y no sobre los empresarios, por ejemplo. Y no negare que es humillante que nuestra clase política se devalúe simbólicamente una y otra vez. Pero es lo que toca a dia de hoy, en una epoca de crisis: los políticos son el pim pam pum. Es su trabajo el dar la cara y el asumir la rabia de la gente. Y no estamos como para derrochar credibilidad, creo yo, poniéndonos Alejovidalquadrescos.
Ups. ¡Jorge!, no Roger. ¡Jorge! 🙁
Sorry.
Ignacio, poniéndonos «Alejovidalquadristas», justamente oí decir el otro día a AVQ que él tenía ya una edad y unos achaques que le harían desistir si tuviera que hacer 50 o 60 viajes al año en avión en clase turista. Y al menos en esto le debo dar la razón.
Sobre el trabajo de los políticos, no me parece que consista en asumir la rabia de nadie, sin más. Los políticos deben responder de las consecuencias y de la efectividad de sus decisiones, y pagar precios políticos cuando se equivoquen, pero no hacer de sparrings ni de chivos expiatorios para aplacar las iras del santo pueblo. No en una sociedad con cierta cultura política y capaz de algo más que sacarle brillo a los prepucios en Twitter.
Pero es que las redes sociales, en combinación con la crisis, están colocando el frikismo y los instintos básicos colectivos en los primeros planos de la opinión pública. Y eso sí es un problema, seguramente más serio que los viajes de los eurodiputados.
Hlupus, ¿y por qué los instintos básicos colectivos deben estar apartados de la opinión pública?
Me ha sorprendido bastante ese comentario. Como dice Ignacio, el voto se fía, se confía, si los políticos aceptan la confianza y el instinto de los ciudadanos en las votaciones, también deberían aceptarlo en las opiniones y en la libre expresión, ¿me equivoco?
Me parece que la democracia es poca democracia si la opinión solo debe estar en mano de cuatro periodistas y tres «expertos» en política. La democracia, mal que nos pese, consiste en que el poder en última instancia resida en un pueblo que a veces no sabe que es lo mejor para el.
Pasaré por alto el hecho de que el pueblo en realidad tiene poca capacidad de decisión en el sistema actual. Lo que hay que entender es que actualmente el sistema en general, y el sistema político en particular, no están funcionando demasiado bien. Ya se que es lo mejor que tenemos y que dentro de lo que cabe tira para delante, pero aun así hay que exigirle que funcione mejor.
Vuelvo a coincidir con Ignacio en que la política depende mucho de los gestos y la ética, no es algo racional, nunca lo será y nunca debería serlo. Si no queréis que los «aldeanos» tengan ese ansia por tomar el castillo del «conde» lo que hay que hacer precisamente es que el conde demuestre que le importan y esta del lado de los aldeanos, y una forma bastante fácil es el viejo método de «predicar con el ejemplo». Si le pides a la gente que se apriete el cinturón, que se bajen los sueldos para equipararlos a un concepto de «competitividad» que a la mayoría de gente que le obligan a estar en su trabajo desde las 8 de la mañana a las 8 de la noche le hace gracia, entonces lo mínimo es que te aprietes algo el cinturón tu. Ni siquiera se le pide a los políticos que se pongan el SMI que ellos consideran suficiente para vivir, ni que se bajen el sueldo un poco, solo que se congelen su salario y no abusen de lujos.
Si ni eso pueden hacer, entonces con toda justificación los «aldeanos» desean sacarlos a rastras de sus «castillos».
Un canto a la selección adversa, tema ya tratado en varias ocaciones por estos lares.
Al empeorar las condiciones de trabajo de nuestros representantes estamos desincentivando a los posibles aspirantes al puesto. Especialmente a aquellos más formados o más competentes, ya que el coste de oportunidad de dedicarse a la política en vez de a otra profesión aumentará. Así se propicia que aquellos que sean más competitivos no encuentren satisfacción suficiente en la política, pero quienes no pueden ser competitivos en otros sectores, seguirán prefiriendo trabajar en la res publica. Incentivos a la competencia por un puesto de trabajo.
Basilio, entiendo tu argumento, pero eso tendría validez en un escenario ideal en el que a los políticos se les seleccionara en función de su formación y capacidades, pero desgraciadamente no es así.
Actualmente la política es un lugar en el que hacer carrera desde joven, y dentro de los partidos se premia generalmente al que apoya a los de arriba, no al que demuestra sus propias capacidades.
En una situación así, lo que estamos obteniendo en la mayoría de los casos es gente inepta, en cargos de gran responsabilidad, y encima remunerados muy por encima de sus capacidades.
Kereck, tienes razón. La idea de mi primer comentario podría aplicarse mejor si el método de selección fuera más parecido al de una empresa. Tener que pertenecer a un partido (y a la corriente interna apropiada) supone barreras en esa competencia por un puesto.
Kereck, me sorprende que me preguntes «por qué los instintos básicos colectivos deben estar apartados de la opinión pública».
Para empezar porque la política no debe hacerse a golpe de instinto, sino de cálculo. Una sociedad con cultura política debería ser, por tanto, más reflexiva. No creo que esto merezca demasiadas explicaciones, la verdad.
¿En serio alguien cree que hacer que los eurodiputados, que muchas veces tienen ya cierta edad, viajen casi cada semana a Estrasburgo en turista (que no es que no sea lujoso, sino que suele ser incómodo) tiene algún sentido?
Exijámosles trabajo, ideas, eficacia, talento. Hagámosles patgar un precio político por no estar a la altura de lo que se espera de ellos. Disolvamos, incluso, las instituciones europeas que resulten inútiles. Pero no seamos tan infantiles como para buscar consuelo -o catarsis- en ver a un tipo o una tipa de 65 años acudir cada semana enlatado en la clase turista de un avión. ¡Ojo, a su trabajo, o de vacaciones!
Otra cosa serían los casos como los denunciados hace unas semanas por una eurodiputada británica, cuando se quejó de que algunas de sus euroseñorías aplazaban su partida al viernes por la mañana, aun sin tener realmente nada en su agenda de trabajo, para poder llevarse a casa el monto de las dietas. Pero se trata de un caso distinto al de volar en business.
Fe de erratas: quería decir «¡Ojo, a su trabajo, NO de vacaciones!»
«La politica, Roger, no es algo racional, por mucho que los politologos quieran que lo sea.»
Esto es interesante. En teoría, la democracia es una buena idea, entre otras cosas, porque la gente es capaz de emitir juicios informados sobre cosas importantes que les afectan. Que en la práctica lo sean menos de lo que a mi me gustaría obviamente es una pena. Pero de ahí a aceptarlo como algo celebrable, y legítimo, pues hombre, …
Ignacio, Kereck:
Soy perfectamente consciente de la importancia de lo irracional en política. De hecho, son precisamente los defensores de este democratismo naif 2.0 quienes suelen argumentar -cuando argumentan algo y no es pura algarada- que la red funciona como una especie de «orden espontáneo» de ciudadanos informados y responsables. Luego, cuando se demuestra que no es así, que en la red funcionan exactamente los mismos mecanismos de psicología de masas y de acción colectiva que operan fuera de ella, es que la irracionalidad es legítima. Hombre, no: será inevitable, pero eso no quiere decir que haya que halagarla y celebrarla como la cima de la legitimidad y la democracia. Y mucho menos callarse cuando quienes deberían informar a los ciudadanos y ejercer una labor real y efectiva de vigilancia del poder se dedican a estas operaciones de linchamiento público y márketing personal.
Por supuesto, es que en política, con red o sin ella, hay muy pocas cosas espontáneas. Hay mucho líder de opinión que vive y medra a base de generar o atizar este tipo de movimientos «espontáneos», sacarles el jugo durante un par de días y luego pasar al siguiente hombre de paja. Son el tipo de personajes que censuran a Intereconomía y lo que representa, pero que sólo se diferencian de ella en que son algo más tolerables desde el punto de vista estético, marginalmente menos casposos.
Respecto a los billetes de avión, ya no es que sea un tema irrelevante, que lo es, sino que sólo desde la aristofobia y el populismo se explica este discurso sobre los «privilegios». Privilegios. ¡Pues claro, señores! Empezando por votar en un parlamento, cosa que ni uds. ni yo hacemos. Se llama representación.
Eso sí, luego criticamos la ausencia de elites y de liderazgo verdadero en política, sin pensar nunca que el bajo nivel de los políticos obedece a que representan con bastante fidelidad a su electorado.
«luego criticamos la ausencia de elites y de liderazgo verdadero en política,»
Politikon se confirma como lo que todos sabíamos que era: un nido de fachas que halaga el furherprinzip y el elitismo como forma legítima de hacer política, a ser posible el suyo propio, claro.
«…luego criticamos la ausencia de elites y de liderazgo verdadero en política, sin pensar nunca que el bajo nivel de los políticos obedece a que representan con bastante fidelidad a su electorado.»
Y lo representan no sólo por procesos de selección inversa que descartan los mejores candidatos. Lo hacen porque, si no, no podrían sobrevivir en la élite política de un sistema democrático. El que peor represente al electorado mayoritario pierde. Sus culpas son nuestras culpas.
El führerprinzip de Politikon es ese de «…quiero ser Califa en lugar del Califa». Mas sobao que las tetas de María Martillos.
El caso es que lo que se está exigiendo es una especie de venganza un tanto ridícula. Creo que todos los que trabajamos, al menos si lo hacemos en organizaciones o empresas grandes, sabemos que viajar en clase Business no es precisamente algo perteneciente al nivel de Steve Jobs y Bill Gates sino que al contrario, es algo tan común que enviar a los diputados en Turista sería una humillación.
Al menos en la empresa donde yo trabajo (relacionada con el transporte aéreo), si entras con una carrera universitaria ya se te asigna una categoría laboral en la que viajas en Business. Que pipiolillos de 25 años con la tinta húmeda en el título viajaran en Business y los diputados y ministros en Turista sería un espectáculo penoso… y nos pongamos como nos pongamos, contribuiría a que solo personas un tanto chifladas se dedicaran a la política, a que se convirtiera en un club de exhibicionistas/narcisistas con fuertes tendencias masocas (si no lo es ya ahora).
@Lamidaeff: este blog tiene derecho a exigir trolleos un poco más trabajados. Al menos entérate de lo que es el Fuhrerprinzip antes de usar el término.
Y en cuanto a la espantosa acusación de elitismo, yo por lo menos me declaro culpable (y déjame que te recuerde que Lenin, Trotski, Marx, Engels y el príncipe Kropotkin pertenecían a las élites intelectuales los mires por donde los mires).
Facha
[…] razonables al enlace. Por ejemplo, yo no veo tan bien a algunos de esos lobbys, que, entre otras, hacen dedicar enormes esfuerzos de la muy moderna Unión Europea en políticas agrarias, que, pongámonos izquierdosos y redistributivos, están perjudicando a países más […]
Información Bitacoras.com…
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