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Internet, tecnologías y futuro perfecto

5 Abr, 2011 - - @egocrata

Estos días por París estuvimos un tanto obsesionados con una pequeña canción de la banda sonora de Rushmore, Rue Saint-Vincent, de Yves Montand. Muy sencilla, muy francesa; una melodía nostálgica sobre una calle de Montmatre. Hoy, en un rato distraído, me picó la curiosidad de saber de dónde había salido; unos minutos en Google me bastaron para averiguar que fue escrita por Aristide Bruant en 1906, más o menos. Si el nombre suena familiar, es porque seguro que habéis visto a Bruant en uno de los famosos carteles de Toulouse Lautrec de esa época; el hombre tenía buenos asesores de imagen.

En plan distraído, me ha dado por buscar la canción en Spotify, a ver si hay otras versiones. Para mi sorpresa, una de las grabaciones disponibles es una original de Aristide Bruant, que murió en 1925. Cinco minutos después de preguntarme sobre quién escribio esa melodía, tenía la voz del artista, casi cien años atrás, sonando en mi teléfono móvil. Es pura magia.

Lo más curioso, sin embargo, es el hecho que hace 30 años casi nadie hubiera imaginado estas cosas. Hace 20, sólo cuatro frikis que leían novelas cyberpunk lo tenían más o menos en mente. Es una tecnología más que nueva, es inesperada; no me extraña que apenas entendamos qué hacer con ella. El futuro es, realmente, un sitio muy curioso – y parece ser muy distinto a lo que esperábamos.


Sin comentarios

  1. Alatriste dice:

    Ya puedes decirlo, Roger. La potencia de los pequeños aparatos que llevamos en el bolsillo, si se piensa bien, es algo tremendo. Son teléfonos, son máquinas fotográficas, son cámaras de cine, son mapas y algo más que mapas, si te pierdes en el campo te pueden encontrar rastreándolo, reproducen música, videos, videojuegos, documentos… más otras aplicaciones que seguro que se me olvidan. Y encima, su precio es suficientemente barato para que sean comunes hasta en los países pobres. Es impresionante.

    Esta revolución que han traído la electrónica y la informática, además, no es producto de una ruptura científica, como por ejemplo la tecnología atómica. Simplemente, nadie comprendió al principio la enorme gama de aplicaciones posibles de lo que en esencia no son más que calculadoras con memoria conectadas a una pantalla y una línea telefónica.

    Una vez leí un suplemento de un juego de rol (tal vez GURPS, pero no estoy seguro) que se ocupaba con detalle de las diferencias entre la ciencia ficción «clásica» de los 30 y los 40 y la realidad. No tenemos grandes naves espaciales que recorren todo el sistema solar, ni robots domésticos, ni mochilas cohete, ni helicópteros personales, ni trajes plateados, ni un Gobierno Científico Mundial, ni ciudades compuestas exclusivamente por enormes rascacielos de cientos de pisos, ni aceras rodantes… pero en esos mundos en apariencia tan idílicos imperaban el racismo, el machismo, el fascismo y el clasismo más típicos de la época (y para ser sincero lo contrario habría sido sorprendente)

    Además, tenemos otras cosas en las que nadie había reparado, o si se consideraban posibles era solo para un futuro mucho más lejano que principios del siglo XXI. Como descifrar el código genético y modificarlo, erradicar enfermedades de la faz de la Tierra, marcapasos, trasplantes, anticonceptivos, algo aún mejor que la biblioteca universal, dispositivos tan sensibles que son capaces de detectar planetas a decenas de años luz de nosotros… y no tenemos que calcular las órbitas de nuestras naves a mano con papel, lápiz y regla de cálculo.

    Los avances, como puede verse, se concentran en dos campos que no eran los esperados, sino la medicina/biología y la electrónica/informática, incluyendo la de consumo. Y no creo que sea tan mala cosa que no usemos los láseres para volar acorazados espaciales en pedacitos sino para curar la miopía, medir distancias y leer discos compactos.

  2. Roger Senserrich dice:

    Tu falta de entusiasmo por los acorazados espaciales me resulta desconcertante. ¿Quién no quiere un acorazado espacial?

  3. cives dice:

    Lo razonable es que te suene Aristide Briand, la verdad

  4. Unoquepasa dice:

    Sin embargo, el futuro inexorable es la colonización del Sistema Solar.

    Y ello conllevará acorazados espaciales. A ser posible como los del Starcraft.

  5. Alatriste dice:

    ¿Mi carencia de fe resulta… molesta? 😀

    No te preocupes, mi corazón está en su sitio y pienso que sería maravilloso viajar a la Luna o a Marte – sobre todo cuando me pongo encima de la báscula – pero me gustan más los torpedos que las armas de energía

    Cives, es Aristide Bruant, no Briand… ironicamente, eran contemporáneos y los dos vivían en París, me pregunto si no sufrieron confusiones parecidas en su tiempo. Tal vez sus fantasmas acaban de suspirar al unísono…

  6. cives dice:

    Ya lo sé; lo único que señalaba es que lo razonable es que te suene Briand, no Bruand, igual que es razonable que te suene Bob y no George Lucas y Alfred y no George Marshall

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