Lo acaba de anunciar ahora mismo. Se va y deja al Ejército al mando.
Aún es un tanto prematuro para confirmar nada, pero a priori parecería que la hipótesis enunciada ayer por Roger Senserrich es bastante acertada: lo que quería el (ex) dictador es dejar a la casta militar en una posición cómoda y fortalecida. De hecho, hoy el Ejército ha tenido una posición ambivalente durante todo el día, a medio camino entre la contención de ánimos y la posición como garante de la estabilidad.
La bola de nieve de expectativas ha sido invencible. La pregunta es, claro, y ahora qué. Mientras intentamos adivinar el futuro, disfruten de las impresionantes imágenes de Al Jazeera.