[TEST] La muerte del sistema binominal


Pese a estar en la otra punta del globo, el sistema electoral chileno es un invento polaco. Jaruzelski, militar al cargo de la república democrática de Polonia tras el fracaso de la liberalización del régimen, estableció el sistema binominal para apuntalarse en el poder frente a la pujante Solidaridad. Augusto Pinochet, que dista mucho de ser admirador del socialismo real, trasplantó el modelo para las elecciones parlamentarias de 1989 en una serie de leyes y decretos. Un resorte que quedaba en sus manos tras perder el referéndum que le iba a obligar a salir del poder en 1988 antes de que Patricio Aylwin se convirtiera en el primer presidente de la democracia restaurada.

El sistema binominal, como su propio nombre indica, consiste en la elección de dos diputados por circunscripción. Se trata de un sistema único en el mundo y su funcionamiento es relativamente sencillo: se suman todos los votos de los candidatos de cada lista (no es cerrada) y las dos listas con más número de votos ponen a sus candidatos (los más votados dentro de la misma lista). Solo se obtendrá dos integrantes por parte de la misma lista si una de ellas saca, al menos, el doble de votos que la otra. Para que os hagáis una idea, es como tener un sistema electoral repleto de provincias de Soria.

Este sistema ha sido duramente criticado. Se dice que no plasma la correctamente la representación de mayorías, ya que con un 33.4% el segundo ya tiene el escaño sea la distancia que sea la que tienes con el rival. Pero además tampoco de minorías, que quedan excluidas si no forman parte de la Alianza o la Concertación (como el Partido Comunista hasta antes de 2009). Otra crítica clásica es el uso estratégico de malos y buenos candidatos que, al combinarse en la lista, pueden promocionar al primero de ellos pese a ser el menos votado, algo que desde que hay primarias puede cambiar.

Eso sí, también hay quien enfatiza sus ventajas. Con frecuencia se ha alabado la capacidad de este sistema para generar estabilidad ya que crea el bloque oficialista y opositor de manera más sencilla. Este bipartidismo es algo que tiende a evitar bloqueos entre la presidencia y el legislativo – por cierto, algo que le pasó a Allende. Además, también se insiste en que los candidatos independientes han tenido capacidad de entrada y el duopolio, aunque contadas excepciones, se ha podido romper.

Pues bien, el sistema electoral binominal (si no prospera el recurso constitucional de la Alianza) ha muerto. Las protestas sociales de 2011 y el regreso de Bachelet a la presidencia han sido los elementos clave que han espoleado tanto el debate como la reforma final que ayer completaba su último trámite previo a la ratificación presidencial. ¿Cuáles son las líneas maestras del nuevo sistema electoral que se aplicará a partir de las legislativas de 2017?

diputados

– Se modifican los distritos para establecer varias provincias impares tal como se ve en la tabla de arriba para le Congreso y la de abajo para el Senado, lo que rompe el empate entre los dos bloques con la aplicación de sistema d´Hondt.

– Para incrementar la proporcionalidad se aumenta el número de diputados de 120 a 155 y los senadores de 38 a 50. La idea, además, es mejorar la representación de algunas regiones subrepresentadas como Valparaiso o Biobío.

– Se va a proceder a un re-distritamiento tanto en el Congreso como en el Senado.

– El número de candidatos que se podrá presentar por distrito es el número de escaños +1.

– Se va a facilitar la formación de nuevos partidos. Si bien antes hacía falta la firma del 0.5% de los electores, ahora se reduce al 0.25%. Por el contrario, los independientes requerirán el 0.5%.

– Se establece una ley de cuotas por la que debe haber una relación 60/40 en el género. Esto tiene el problema de poder ser incompatible con el sistema de primarias, pero al final la solución es que las primarias solo podrán hacerse para un 40% de los escaños en juego por distrito – de manera que con los escaños restantes puedan compensar el desequilibrio de género.

– En otro paquete legislativo se va a tratar el tema de la financiación de los partidos, tema clave pero según la reforma se dará un incentivo económico a los partidos en función del número de candidatas electas. Eso sí, se descarta lista cremallera en el senado.

– Finalmente, se prohíben las alianzas dentro de una lista de candidatos (apparentment) para potenciarse mutuamente.

senadores

Se trata, en resumen, de una serie de cambios ambiciosos e interesantes. Mi intuición es que el incremento de la magnitud de distrito debería aumentar la fragmentación partidista pero parece que Chile se va a encontrar dentro del “sweet spot”, lo que Carey y Hix han definido como el punto óptimo entre rendición de cuentas y representatividad. Si la magnitud media se mueve entre 5 y 8 escaños la oferta partidista aumenta pero se atomiza poco, permitiendo bloques estables que puedan alternarse en el poder.

Ahora bien, con esta reforma la Presidencia se aboca a tener que jugar con coaliciones más inestables en el legislativo de las que las ha tenido en el pasado. Probablemente, reduzca su margen de maniobra a la hora de llevar adelante su programa legislativo, lo que no necesariamente es malo. Finalmente, el sistema de cuotas y el equilibrio con el sistema de primarias me parece un acierto.

El sistema binominal, ese clásico objeto de estudio por su rareza, se nos va para siempre y Chile se sube al carro de aquellos países que intentan re-prestigiar su política con un cambio de sus instituciones. Cuantos paralelismos y qué lejos nos suenan ya aquellos debates sobre la reforma electoral en España.