Elites

Primarias, bocas cerradas y caballos ganadores

1 Feb, 2012 - - @kanciller

Una de las preguntas que más tortura a los partidos políticos clásicos cuando deciden abrir el melón de las primarias es si serán capaces de generar candidatos ganadores ¿Cómo saber si nuestros militantes (o delegados, o quien sea) serán capaces de elegir al tipo/a más competente para persuadir al conjunto del electorado de que nos vote?

Si en una sociedad existiera un perfecto mimetismo entre la composición ideológica de los partidos y del electorado del distrito el temor sería infundado. Se trataría apenas de un paso intermedio. Sin embargo, si preocupa es porque hacerse con un caballo ganador no es tan sencillo. Y por lo menos hay dos dimensiones que gestionar.

La primera es la que se refiere al nivel de intensidad programática que persigue cada actor. Se suele asumir que los militantes de un partido suelen estar más ideologizados que sus cuadros y los votantes. Esto podría hacer que para que un candidato gane las primarias no le quede más remedio que escorarse hacia una posición más extrema, cosa que también le aleja de las preferencias más moderadas de los votantes.

El segundo elemento es el que concierne al conjunto de issues o temas que se trata en la propia oferta partidista. Los militantes pueden llevar en la agenda unos asuntos que no sean prioritarios para los cuadros dirigentes y que, dada la competición interna, necesiten asumir como compromiso para salir elegidos en las primarias. Unos temas que a lo mejor tampoco son prioridad de los electores de fuera del partido.

Imaginad un partido socialdemócrata clásico en un proceso de primarias. Podría ser que para atraerse a las bases los candidatos tuvieran que pugnar en «pedegree izquierdista» y asumir propuestas como la reducción de jornada laboral o de la edad de jubilación que, aunque sepan que no pueden cumplir, suenan bien a la parroquia. Pero además, con el fin de maximizar sus apoyos, los candidatos también podrían asumir de buen grado temas populares entre los militantes como el derecho de los animales o la anexión de Portugal.

El problema es que la constelación de posiciones y temas que maneja el candidato han salido condicionados por un principal que no es el target para ganar unas elecciones y, por lo tanto, pueden mermar sus posibilidades de victoria. Las propuestas más extremas sobre la jornada laboral espantarían a los votantes centristas mientras que los temas sobre los que bascula la agenda, como la anexión de Portugal, importa a un segmento muy reducido de votantes. O eso creo, vamos.

Ahora bien ¿Y si el candidato gira radicalmente su posición y se re-orienta una vez ha ganado las primarias en una especie de inconsistencia temporal? El principal problema es que dejaría de resultar creíble a los ojos de las propias bases y sería un blanco fácil para sus rivales políticos. Pero incluso si funcionase esto tendría que hacer un nivel de purga de los radicales de su equipo equivalente a Stalin para tener alguna esperanza de que el propio giro sea creíble. Así que el candidato en primarias queda prisionero de sus promesas.

Puestos estos elementos sobre la mesa se ve un potencial peligro de los procesos de primarias que, si no expreso, al menos los actores involucrados sí tienen presente. Y a la hora de diseñar un comportamiento estratégico mi intuición es que puede prevalecer entre candidatos y militantes un grado importante de aversión al riesgo.

Empecemos por los candidatos. Cuando alguien se presenta a unas primarias juega con al menos dos pelotas a la vez: tiene que ganarse a las bases pero a la vez no enajenar a los votantes. Y eso sin contar con el rol que pueda jugar el aparato o tus propios rivales en las primarias. Excluyendo estos últimos, pensad que si un candidato realiza una declaración que sea percibida como muy ideológica o excesivamente moderada puede alejarse de cualquiera de tus dos targets.

¿Qué hacer entonces? La salida más razonable es moverse en una ambigüedad calculada. Simplemente llenarlo todo de palabrería vacía e insustancial con algunas críticas al partido rival para evitar meter la pata. El otro día Roger se quejaba de que en las “primarias” del PSOE la única diferencia entre los candidatos era la longitud de la barba y el género. Y tiene toda la razón, pero esta vez no es falta de sustancia real, es simplemente una estrategia racional bien meditada.

Ahora bien, esta falta de posicionamiento ideológico también condiciona el voto de los militantes. Ya que la agenda es menos ideológica, la afinidad personal y la percepción de liderazgo pasa a ser el componente decisivo. El orden de los factores es buscar primero a un quién y luego un para qué. Por supuesto, todo mediado por el nivel apertura del censo de votantes de las primarias y del posible rol que juegue la organización.

Sin embargo, es muy posible que haya un grueso de militantes con una reacción que también sea adversa al riesgo. Un militante que no esté excesivamente radicalizado, fuera de una corriente definida, puede considerar que en unas primarias el nivel de fragmentación del partido está llegando a tal extremo que amenaza las expectativas electorales globales. O incluso la existencia de su propia organización, sean o no temores infundados.

Ante tal razonamiento, y más cuando hay candidatos tan poco diferenciados, lo más probable es que el grueso de militantes sin preferencias claras se incline simplemente por apoyar al caballo ganador. Un proceso de coordinación en torno a la opción mayoritaria para minimizar el daño de la fragmentación. Esta estrategia conservadora será más factible cuantas menos divisiones ideológicas tenga el partido, con lo que es más probable encontrarla en un catch-all party que en un partido más escorado hacia un extremo.

Es esta potencial coordinación de militantes la que explica que los candidatos insistan en afirmaciones triunfalistas sobre su apoyo y su inminente victoria: es una estrategia para fomentar que se apunten a su carro como la salida de consenso. Eso sí, con un rol de intermediación crucial de los cuadros de los partidos a la hora de definir hacia donde tirar. Éstos viejos zorros olfatean bien el terreno porque ninguna federación querría quedarse como la única que apoya a un perdedor ¿Verdad?

A los partidos tradicionales las primarias les asustan, en especial cuando tienen tradición de seleccionar a sus élites por otras vías alternativas. Por lo tanto, cuando se deciden por aplicar este sistema tiene sentido pensar que candidatos y militantes se puedan comportar de un modo conservador. Está por ver si es la estrategia óptima para obtener un buen líder pero, desde luego, nadie puede negar que sea una estrategia racional para minimizar el daño del proceso.


7 comentarios

  1. Carlos dice:

    Tienes razón. Por eso en el caso de convocar primarias es muy importante abrir la votación a una gran cantidad de gente. Eso permite que el mensaje del candidato se acerque más a lo que dirá en campaña, pues estará también hablando hacia sus votantes, no solo sus militantes.

    De hecho en Francia ganó Hollande y era el candidato más moderado.

  2. jcsanz dice:

    Todo el discurso, excelente por otro lado, esta volcado desde el punto de vista del partido, de qué es lo mejor para el partido.
    Pero, ¿qué pasa con los candidatos?. Esta teoría basada en el miedo a perder de los partidos, el consevardurismo del militante llevará a escoger al caballo ganador en función de su (i)afinidad personal y (ii)percepción de liderazgo. Por lo que a los candidatos solo les das la opción de mesajes insustanciales dirigidos a influir en esas dos variables. Primero quién y después el qué. Me pregunto, ¿entonces no ganaría más el partido no convocando estos saraos de luchas entre egos personales?, aceptando que no van a proponer nada interesante pues afectaría al éxito del partido en las elecciones. Total, que si no va a haber discusión de ideas, ¿no es mejor la elección «digital» de los zorros? y así llegamos limpitos a la contienda y podemos proponer nuestras verdaderas ideas.

  3. jcsanz dice:

    Lo ùnico que veo que el partido gana es que puede vender que hay democracìa interna, cosa que a los indecisos, bien porque funcionan como los militantes,(i) afinidad personal y/o (ii) liderazgo = discurso vacuo, bien porque sólo se fijan en las propuestas les daría igual. Democracia interna no es una propuesta

  4. Chuchango dice:

    Se te olvida hablar de las presiones externas al partido. Véase el artículo PRISA-íco del domingo diciendo que Chacón es el coco… Es decir, agentes externos con recursos influyendo en la militancia.

  5. […] primarias: ¿entre el bonapartismo y la conjura palaciega? (I) Primarias, bocas cerradas y caballos ganadores. (II) [Desde la Kancilleria, […]

  6. […] floja, ciertamente, y la ausencia de debates ha sido deprimemente (por mucho que Kanciller diga que no es racional diferenciarse, no me lo creo – Zapatero ganó el 2000 haciéndolo), pero el sistema de congresos es bueno. […]

  7. Miguel dice:

    Si quedara alguien medianamente inteligente en el partido, estaría dándose golpes de pecho por haber ninguneado, boicoteado, y, finalmente, dejado ir a Rosa Díez. Una mujer que, ella solita, consigue más de un millón de votos sí que hubiera sido un activo. Pero, claro, si había alguien medianamente inteligente debe estar ya pidiendo el alta en UPYD.

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