Política

¿Qué podemos esperar del sistema político español?

28 Jun, 2017 - - @politikon_es

Si mi yo del pasado se despertara después de diez años en el coma, qué pensaría del panorama político de hoy? Sin más ambición de objetividad que el impone la honestidad, ésta es la respuesta que de forma un poco especulativa me gustaría responder hoy.

La descartelización…

Durante mucho tiempo la política Española acumuló grandes stocks de desafección. Una de las grandes quejas era respecto al famoso ‘bipartidismo’. En España existían dos grandes cárteles políticos que se alternaban en el poder. Funcionaban como conglomerados más o menos disciplinados de organizaciones políticas (partidos, sindicatos) y de la sociedad civil (la prensa). El apoyo social de los dos cárteles era equilibrado. Sin embargo, los cambios marginales en las dinámicas electorales y, críticamente, el arbitraje de las fuerzas nacionalistas, hacían posible el cambio político periódico dentro de cierta continuidad.

En 2017, este sistema parece haberse desmembrado. En primer lugar, dónde antes existían dos grandes partidos, uno de izquierdas y otro de derechas, ahora existen dos a cada lado del espectro político. En segundo lugar, hemos asistido a la retirada del juego político nacional del nacionalismo catalán. Al plantear como condición irrenunciable de su apoyo el referéndum, y tratarse esto de algo inaceptable para los partidos nacionales, CiU, o lo que queda de ella, ha dejado de ejercer de árbitro.

Más allá de los partidos, la cohesión interna de los cárteles se ha debilitado. El PSOE solía identificarse con un solo grupo mediático del cuál era, prácticamente, indistinguible. Hoy, especialmente a raíz del triunfo de Pedro Sánchez, ambas entidades parecen tener mucha más autonomía. Algo similar parece haber ocurrido para el PP a raíz de la salida de Pedro J de El Mundo. De forma similar, los sindicatos parecen haber reaccionado a la reorganización del sistema de partidos manteniéndose alejados del primer plano político. Finalmente, la emergencia de nuevas fuentes de información, las redes sociales y nuevos medios, han ampliado la oferta mediática, limitando la autonomía de gestión de agenda que tenían en el pasado los grandes grupos.

En contraste con la España de hace una década, hoy los ciudadanos tienen un menú mucho más amplio de opciones que los definan políticamente. Mientras que en el pasado liberales y reaccionarios, por un lado, y socialdemocrátas y postcomunistas, se encontraban condenados a vivir en la misma casa, hoy pueden elegir distintas papeletas de voto. Pueden elegir un medio que refleje mejor sus preferencias. En su conjunto, un ‘mercado de las ideas’ más amplio permite combinar distintas elecciones en una síntesis política más personalizada, respondiendo así a una demanda mucho más individualista. Asimismo, parece que este mayor competencia entre fuerzas políticas ha traído una mayor vigilancia y responsabilidad de los actores.

… asimétrica del sistema politico

¿Se ha reflejado este amplio menú de opciones políticas en cambios reales? Está permitido dudarlo. Tiene sentido pensar que para que existan cambios reales, el primer paso será que exista alternancia en el poder y ésta parece difícil de vislumbrar.

El Partido Popular ha resistido la hecatombe política que se cernía sobre los dos partidos relativamente bien, resistiendo desgracias políticas y económica y algunos de los mayores escándalos de corrupción de la historia española. La fidelidad de su electorado le ha permitido mantenerse como la fuerza más votada.

La aritmética parlamentaria ha permitido traducir esa mayoría de votos en la presidencia del gobierno, algo que, en el sistema institucional español, garantiza bastante margen de maniobra, incluso en ausencia de una mayoría en la cámara.

La principal paradoja del panorama político actual es el contraste entre una voluntad de cambio explicitada por las tres principales fuerzas de la oposición que suman mayoría, y la incapacidad colectiva de éstas para articular una alternativa. Vayamos uno a uno.

La condición de segunda fuerza más votada, jefe de la oposición, y punto central de los tres partidos que están fuera del gobierno, además de la reserva de élites y razones históricas, parecería hacer del PSOE el candidato natural a ostentar la presidencia del gobierno. El partido podría presentarse como puente entre los otros dos miembros de la oposición. Esta opción parece haber sido explorada recientemente por Pedro Sánchez y con razón, ya que le garantizaría la parte del león del reparto de poder al ocupar el centro de la coalición. Sin embargo, de forma poco sorprendente, ha fracasado.

La razón para su fracaso, en mi opinión, reside en que ninguna de las otras fuerzas tiene interés en participar en un arreglo de este tipo, más allá de sus proclamas respecto a la necesidad de un cambio político. El triunfo de Pablo Iglesias en las primarias de su partido ha consagrado una línea estratégica que tiene en su centro excluir cualquier alianza con el PSOE en el que este último no actúa como subalterno. Esta es una idea que Iglesias ha dejado entrever bastantes veces (vease, en esta entrevista la parte del final en que comparan la situación de España con la de Portugal). Para Iglesias, el único proyecto que parece tener interés es el de superar y desplazar al PSOE como principal fuerza de izquierdas, ya que ve actuar como el subalterno de éste como una forma de garantizar la continuidad. Esto explica, en mi opinión, que la única coalición en la que se muestre dispuesto a entrar sea una en la que ocupen el lugar central, esto es, aquella que forme integre al PSOE con las fuerzas del nacionalismo secesionista. Esto garantizaría a Podemos una capacidad de dictar la agenda, actuando como árbitro. Ésta es, sin embargo, una opción que el PSOE parece saber que sería sumamente arriesgada.

Para Ciudadanos, y su electorado, las razones son similares. La idea de entrar en una coalición con Podemos y el PSOE aleja demasiado su agenda de lo que pueden obtener con apoyos puntuales al PP. Esto permite al partido presentarse como garante de la estabilidad e incorporando algunos cambios a la agenda política. A pesar de que esto los marca como buffer de votos del Partidos Popular, mi sensación es que sus votantes ven este escenario como un mal menor.

De esta forma, el sistema de alternancia de la democracia Española ha encallado. La descartelización del sistema político ha traído, cierto, un mayor menú de opciones políticas, muchas más combinaciones, una razonable emancipación de los grandes cárteles. Sin embargo, también ha ocurrido de forma asimétrica, de modo ha afectado de forma mucho más fuerte a la izquierda que a la derecha que ha logrado mantener su cohesión. Este desarrollo ha producido un desequilibrio fenomenal entre los campos políticos que no tiene perspectivas de desaparecer en el medio plazo y, posiblemente, debería ser la principal pregunta a la que respondan los políticos españoles.


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