Revisemos estas dos gráficas, ambas salidas de un estudio de ITEP del 2018 sobre los sistemas fiscales de cada estado de Estados Unidos.
El primer gráfico recoge datos de California, y muestra el porcentaje de la renta familiar pagado en impuestos locales y estatales por quintil de ingresos, con el quintil superior desglosado con algo más detalle:
Es un sistema más o menos proporcional; las rentas más altas pagan algo más de impuestos que las clases medias – pero las dos inferiores también pagan más, aunque sin llegar a la presión fiscal de los ricos. Si miramos el desglose según impuestos, vemos cómo, aunque el impuesto sobre la renta es muy progresivo, el impuesto sobre la propiedad y, especialmente, el impuesto sobre ventas minoristas son muy regresivos, dejando el sistema con esta forma de “U” abierta.
Ahora miremos los mismos datos para Texas:
Los impuestos en Texas son espectacularmente regresivos. El quintil inferior paga más de cuatro veces más impuestos, en porcentaje sobre su renta, que el 1% con más ingresos. Texas, al igual que California, tiene impuestos sobre ventas y propiedad muy regresivos. La diferencia es que no tiene un impuesto sobre la renta, dejando la estructura fiscal del estado con este desequilibrio.
Comparando los dos estados, vemos que algunos tópicos repetidos sin cesar por políticos y comentaristas distan mucho de ser ciertos. Los conservadores siempre insisten que la gente huye de California debido a sus elevados impuestos. Sin embargo, los impuestos en California son más bajos para el 60% de las familias, y básicamente idénticos para el cuarto cuartil de renta. Sólo las familias en el quintil con más renta pagan mucho menos al estado y municipios en Texas, con la diferencia siendo mucho más marcada en el 1% que más gana.
Eso no quita que California, en términos relativos, esté perdiendo peso demográfico; durante la última década, su población ha crecido mucho más lentamente que Texas. Pero lo divertido es ver quién se está marchando de California estos días:
Los ricos, que pagan más impuestos en California que en casi ningún sitio (la única excepción, sin no ando equivocado, es en la ciudad de Nueva York), se están mudando como locos a California. Quien se marcha del estado a marchas forzadas son las clases medias y trabajadoras, en gran medida debido algo de lo que he hablado en otras ocasiones, el brutal coste de la vivienda.
Ahora miremos otro gráfico comparando el crecimiento económico de ambos estados desde 1997. El nivel 100 es el producto interior bruto el 2010:
Vemos la burbuja inmobiliaria de la primera década de los 2000 y los años de petróleo barato. Tras la gran recesión, las dos economías funcionan igual de bien a largo plazo.
He aquí una pequeña lección de economía: las diferencias de nivel de impuestos, la presión fiscal, realmente no tienen un impacto demasiado apreciable en crecimiento económico. Lo que sí afectan, y lo hacen de forma considerable, es en los servicios públicos disponibles en cada estado, desde educación a salud o bajas por enfermedad.
Veamos, por ejemplo, el porcentaje de gente sin seguro médico entre ambos estados:
Texas tiene más del doble de gente sin seguro que California. Si miramos casi cualquier indicador, la divergencia será similar; salario mínimo ($13 la hora contra $7,25), días de baja pagada por enfermedad (ocho semanas a cero), gastos en educación por estudiante ($12,500 comparado con $9.600) y así sucesivamente. California sigue siendo un estado brutalmente desigual (Silicon Valley y Hollywood básicamente se cargan la escala), pero incluso con esas dos industrias es sólo un poco más desigual que Texas. Si miramos la desigualdad después de impuestos California reduce mucho más la desigualdad en la economía que Texas, gracias a su sistema impositivo– y la diferencia sería aún mayor si tenemos en cuenta el gasto público (aunque en esto no he encontrado datos comparados).
Esto es, hasta cierto punto, del todo previsible: Estados Unidos es un país federal, y cada estado implementa el programa fiscal que le apetece según las preferencias de sus votantes. California es un lugar muy progresista (para lo que es habitual en este lado del Atlántico, se entiende) y Texas es un lugar muy conservador. Dada la creciente polarización política, que los dos estados más grandes tengan enormes diferencias en sus programas de gobierno no es sólo esperable, sino que debe ser bienvenido.
La ley sobre el aborto de Texas ha abierto la veda en artículos de sesudos comentaristas en Washington diciendo que este era otro ejemplo sobre cómo los republicanos se toman esto de ganar el poder en los estados en serio, y allá donde mandan lo utilizan de forma agresiva. En Texas este año el GOP ha sacado adelante, además del aborto, una ley que elimina prácticamente cualquier regulación sobre posesión de armas de fuego, una ley electoral muy restrictiva, y toda clase de prohibiciones contra restricciones anti-COVID (son provida a ratos). Programas de gobierno parecidos han salido adelante en Florida, Luisiana y otros estados del sur.
La cuestión es que allá donde gobiernan, los demócratas también sacan adelante sus prioridades con igual devoción y entusiasmo. Nueva York, California, Connecticut, Washington, Oregón, Nueva Jersey o Vermont han tenido agendas igual de cargadas moviendo la política hacia la izquierda. California, sin ir más lejos, está teniendo unos años con muchísima legislación progresista, incluso en vivienda y uso del suelo. Son menos estados si haces la cuenta, pero donde vive, en agregado, mucha más población. Cuando pueden, la “izquierda” también mueve la agenda. Por un motivo que se me escapa, sin embargo, los medios acostumbran a prestarle menos atención.
La cobertura mediática, sin embargo, es menos importante que el sistema federal está haciendo su trabajo. Los votantes tienen preferencias ideológicas muy distintas según donde viven, y los gobiernos estatales reflejan estas diferencias. Eso sirve de flaco consuelo para los que tengan que aguantar a los teócratas republicanos en el sur o los que son pobres en Arkansas, pero demuestra que el sistema político sigue siendo funcional… hasta cierto punto.
Tenemos el problema de sitios como Texas o Georgia, que son conservadores pero donde los demócratas están ganando terreno a marchas forzadas, aprobando leyes que restringenel derecho al voto de grupos de población que tienden a ser demócratas.
Texas ha dejado de ser un lugar donde los conservadores sacan dos tercios de los votos; el estado está en 55-45, o incluso por debajo. Si los conservadores sacan adelante leyes electorales que están muy a la derecha del votante mediano del estado y a la vez restringen quién puede votar, el federalismo puede dejar de funcionar. Estados Unidos, no lo olvidemos, no era una democracia plena en casi todo el sur hasta los años sesenta. La descentralización puede permitir que, en algunos lugares, la democracia deje de funcionar como tal.
La concentración geográfica de los demócratas tiene otro inconveniente: los tribunales. Como comentaba ayer, la judicatura federal está cada vez más dominada por los republicanos, gracias a su permanente sobrerrepresentación en el senado y a la pura potra que han tenido escogiendo presidentes a pesar de haber sacado menos votos. Esto hace que cuando el GOP saca adelante programas radicales de derechas en los estados, el supremo los puede dejar pasar, mientras que cuando los demócratas hacen lo propio en dirección contraria tienen que sudar tinta para que no les tumben la ley (véase la ACA, por ejemplo).
Tenemos, además, el pequeño problema de que hay muchas materias donde es necesario que el gobierno federal actúe, no los estados, desde cambio climático a sanidad. Pero si los republicanos pueden formar minorías de bloqueo en el senado de forma consistente, quizás los estados puedan actuar, pero quedarán muchas, muchas cosas sin hacer. Que es lo que estamos viendo, durante los últimos 30 años.
Solo dos comentarios:
– cuando muere un juez del supremo y no se puede renovar porque queda poco para las elecciones, pero eso deja de aplicarse cuatro años después porque ahora conviene a los republicanos, eso no es potra; es cinismo descarnado, del tipo que mata la convivencia… pero vamos, el diseño del SCOTUS es perfecto si se trata de una máquina para generar crisis constitucionales; si no es así, es 100% disfuncional.
– yo creo que la diferencia en repercusión es por dos motivos, uno que los republicanos son mucho mas proclives a meterse en vergeles donde sus medidas hacen que muera gente, y mucha mas gente pobre que rica además (liberalizar armas de fuego, prohibir abortos, poner muros en la frontera con Méjico y restringir la sanidad pública, forman un buen chupito de cicuta) y dos, que en teoría son «libertarios», partidarios de un estado pequeño y contrarios a que el estado regule la vida de la gente, que dicen que es una cosa de izquierdas… con lo que tienen un plus de hipocresía notable cuando lo hacen ellos con cosas como la ley anti-aborto de Texas (por no mencionar que los demócratas no suelen impulsar medidas suicidas en el tema del COVID)
Eso, por cierto, es algo que jamás entenderé. En un mundo cuerdo (ya lo sé, ya lo sé…) deberíamos estar hablando de cómo el COVID le puso la reelección a huevo a Donald Trump, cómo sus medidas de apoyo económico, su apoyo al desarrollo de vacunas, y su impulso de un programa de vacunación masivo, le permitieron parecer competente, presidencial y… bueno, cuerdo. Es alucinante que consiguiera fallar a un tiburón en un barril.
Para un país que llama guerra civil a una secesión, porque los sudistas no querían imponer su agenda, querían irse, sin más, y esto se cerró en falso en casi todo, incluyendo si los estados tienen o no tienen derecho a la secesión. Las sentencias de entonces vienen sesgadas por el hecho de que la unión, obviamente, no iba a pagar las deudas bélicas confederadas, y hay cierta jurisprudencia que abona la ilegalidad de la secesión, lo cual como poco es llamativo viniendo de un país que nació como lo hizo y así lo pone en su preámbulo constitucional y en su declaración indepe, pero el punto es muy apropiado: Lincoln inicialmente no justificó sus acciones en el abolicionismo, de hecho no lo reclamaba (eso después, sobre todo por la enorme contribución bélica afroamericana), simplemente como un Marchena (salvando las distancias jurídicas, abismales por cierto) declaró la unidad como bien absoluto merecedor de una guerra. La unidad se preservó, el racismo se enquistó y socialmente, la situación es complicada de evaluar. Y obviamente se lo quitaron del medio.
Esto es relevante porque tenemos un conflicto en ciernes sobre una forma de vivir abiertamente incompatible respecto a la percepción de derechos, y aunque la divisoria territorial no es tan nítida como la esclavista, con este tipo de políticas se hace una segregación.
En plata, resolvieron sus problemas pasado un umbral a tiros, y no es seguro que esto hubiera sucedido así en otras latitudes. La derecha española es parásita, como decía Vázquez Montalbán, en mi opinión lo clavaba, zafia, ágrafa y golpista, la americana es mucho más peligrosa, al revés que la española, piensa.
Perdón por el comentario, pero es que no me puedo aguantar. Si una secesión no supone una guerra civil, no sé qué puede suponerlo. Es como extrañarse de que el agua moje.
Y comparar el caso estadounidense y el español es como comparar una castaña y un limón. Por supuesto, con muchas razones para la secesión en el primer caso (y ya se vio la solución) y ninguna para el segundo (salvo, para los fundamentalistas democráticos, el irrelevante dato de que el 45 por ciento querría hipotéticamente la separación).
No he comparado el caso americano con el español, he comparado a Marchena con Lincoln, escalar de ahí ya me parece mucho, y lo he comparado obviamente para mal. No soy el único que piensa que tanto Marchena como Lesmes son, como poco, gente inepta para el cargo, ya ni siquiera por este punto concreto, por el contrario es bien sabido y nadie suele cuestionarlo, que Lincoln era un gran jurista. De hecho en rigor ni uno ni los otros llegaron a poner negro sobre blanco la prioridad de la unión, desde luego los españoles yo ni siquiera creo que actuasen motivados por tal cosa que estoy cierto les importa una puta mierda, simplemente estaban defendiendo, o eso creen, los intereses que se arremolinan en torno al partido político que los puso ahí. Antes al contrario, creo que a Lincoln sí le preocupaba preservar los EEUU, como he dicho.
No, precisamente el punto es que una secesión NO es una guerra civil, NO PUEDE serlo. La palabra guerra civil, junto con guerra servil, vienen de Roma. La civil es obviamente entre ciudadanos, con derechos de tales, por el control del estado, la servil de esclavos contra el estado. Quien desea romper el estado no hace ni puede hacer una guerra civil, será guerra si se llega a eso, pero de secesión, no civil. Y no es punto menor, porque EEUU en rigor no ha tenido una guerra civil, ha tenido una guerra de unionistas contra secesionistas que si la pasta de la que estaban hechos los líderes de estos últimos fuese muy otra, los unionistas no hubieran podido ganar jamás, porque no se puede ocupar indefinidamente un país si la población se conjura contra ello, como acabamos de ver en Afghanistán.
Aunque le parezca extraño, la mayoría de secesiones son incruentas, hay que tomarse la molestia de localizarlas históricamente e identificarlas como tales. El término no es que sea tampoco realmente muy útil y es otro cajón de sastre, pero lo que intentaba recalcar es que lo de EEUU nunca fue una guerra civil, Lee nunca peleó por los EEUU. A más de un siglo vista, no parece que haya sido muy útil, para ellos, analizar su propia historia de esta manera. Y les queda aún asumir la pregunta de qué hubiera pasado si dejaran a esta gente largarse en paz, en su búsqueda de la felicidad (a costa de los negros, claro), pues se lo digo yo, la bancarrota, el que el Sur fuera tratado por el resto de EEUU lo mismo que las bananadas hispanoamericanas, y en último término una guerra servil fomentada por los EEUU que hubiera terminado con el racismo de una puta vez.
Aparte, y por supuesto, no hay ningún ‘caso español’. La única secesión que hubo en Cataluña fue en 1640, ni empezó como tal, y la fundacional, obviamente (como todo el mundo), cuando en 990 y no me acuerdo el conde de Barcelona mandó a cagar al rey en París, un pequeño terremoto para la época dada la lealtad perruna del conglomerado Cataluña-Languedoc, no fue por capricho, es que el califato hizo una remodelación urbana de Barcelona y una reubicación así forzosa de gente, incluyendo mandarla sólo ida al paraíso musulmán, supongo, y la ayuda de París, sí, ahora vamos. Debió ser muy traumático porque no volvieron a llamar a esa puerta, ya ve, hasta 600 años más tarde.
La historia es sota, caballo, rey y se repite como el refrito.