Internacional

Jurados, testigos, cómplices

12 Feb, 2021 - - @egocrata

El asalto al capitolio del seis de enero fue un evento extraordinario. Era de esperar que el segundo impeachment de Donald Trump, un evento sin precedentes en la historia del país, también lo fuera.

En términos sustanciales, la acusación contra Trump, incitación a la rebelión, está más que probada. Lo estaba el mismo seis de enero, porque el entonces presidente cometió el crimen en directo, por televisión. Llevaba haciéndolo, en Twitter, prensa, radio, televisión, teléfono y palabra sin cesar, de manera incansable, desde la noche en que perdió las elecciones. Trump llevaba meses subvirtiendo el orden democrático. Había llamado a sus seguidores a Washington el seis de enero, repitiendo que era el día en que iban a luchar. Un día histórico.

Es posible, incluso probable, que Trump o alguien de su entorno supiera que había grupos organizados planeando el asalto. Es posible, incluso probable, que Trump al ver el asalto actuara de forma negligente, negándose a enviar ayuda. Dirimir esto requeriría testigos, investigaciones, pesquisas; el FBI está, a buen seguro, investigándolo. En ambos casos, no obstante, hablaríamos de agravantes, no de pruebas del delito. Todo lo que Trump dijo en voz alta ya es suficiente. No hace falta añadir nada.

Nada de esto importa, porque una mayoría de republicanos van a votar a favor de exonerar al expresidente.

Los argumentos contra la condena

De viva voz, los senadores republicanos dan tres argumentos distintos. Los más sofisticados, o los que conservan aún algún sentido del ridículo, argumentan que el impeachment es inconstitucional. Trump ya no es presidente, así que no puede ser juzgado. Pasemos página, etcétera.

Este es un argumento absurdo. Primero, porque hay un precedente; William Belknap, secretario de guerra bajo Ulysses S. Grant, fue juzgado en el senado en 1876 después de su dimisión, acusado de corrupción. Segundo, porque la constitución no menciona plazos, y es obvio para cualquiera que haya leído los Federalist Papers que los padres fundadores no estarían por la labor de dejar unas semanitas de impunidad presidencial al término de cada mandato. Esconderse en excusas procedimentales, sin embargo, es algo cómodo, ya que no exige entrar en el fondo del asunto. Esta es la vía que tomaron 44 senadores el martes, cuando votaron en contra de que la cámara tomara en consideración el caso.

La segunda línea argumental es básicamente defender que quizás Trump dijo algunas cosas extrañas, pero nada cercano a una ofensa que merezca esta demonización. La excusa más creativa es que animar a tus fans a asaltar el congreso e intentar subvertir repetidamente el resultado de unas elecciones presidenciales forman parte de la libertad de expresión de Trump (nono estoy bromeando). Un poco como decir que Charles Manson era inocente porque él sólo pedía que asesinaran a gente y esas son sus ideas y hay que respetarlas (aquí tenéis una discusión jurídica sobre este argumento).

La tercera es la que ha tomado Ted Cruz y gente en Fox News como Tucker Carlson, y consiste en decir que todo esto no es más que otra muestra del odio irracional que tienen los medios de comunicación y el partido demócrata contra Trump. CNN, MSNBC, el NYT y el resto de los medios están falseando la realidad, y los videos y argumentos demócratas son exageraciones, conspiraciones, buscar causa y efecto a base de editar y manipular videos y tergiversar lo que dice el presidente. El impeachment es una gran pérdida de tiempo, ya que los demócratas saben que no tienen los votos para ganar. Ah, y lo de Black Lives Matter fue mucho peor.

La importancia de juzgar

Dado que los demócratas necesitan al menos 17 votos republicanos para condenar al presidente y ahora mismo parece muy dudoso que puedan conseguir más de seis, uno diría que, entre todos estos argumentos falaces, el de la pérdida de tiempo quizás tenga algo de verdad. Tras dos días de presentaciones y argumentos legales, sin embargo, creo incluso sabiendo que (casi seguro) van a perder, este juicio tiene un valor inmenso.

Para empezar, el contraste entre los argumentos de los impeachment managers (los miembros de la cámara de representantes que llevan la acusación) y los abogados de Trump ha sido tremendo. Los demócratas han presentado un caso coherente, impecablemente argumentado y preparado, legalmente sólido. Esto no tiene demasiado mérito cuando el acusado es espectacularmente culpable, pero su contraposición con el triste, delirante espectáculo de los abogados del presidente intentando defender lo indefendible sin talento alguno fue brutal. Es público y conocido que Trump ha tenido enormes dificultades para encontrar abogados ya que nadie quería defenderle, pero los argumentos de Bruce Castor, uno de sus letrados, fueron tan esperpénticos que incluso convencieron a que un senador republicano cambiara de opinión y votara que el impeachment era constitucional.

Segundo, exponer, explicar, contar, mostrar, narrar, enseñar negro sobre blanco lo que sucedió el seis de enero y lo que hizo y dijo Trump en las semanas y meses anteriores es casi un imperativo moral, una exigencia histórica. Los representantes que llevan el caso y su equipo de abogados han presentado los hechos con un aplomo y claridad notables.

El asalto al capitolio es, probablemente, uno de los crímenes más filmados y fotografiados de la historia, ya que los patanes que lo ejecutaron se creían héroes y lo grabaron todo ellos solitos. La cantidad de metraje, de declaraciones, de discursos, de anécdotas es tan abrumadora, sin embargo, que era difícil tener una idea clara de lo que sucedió, paso a paso. Los managers han hecho un trabajo excelente conectando esas imágenes unas a otras, dándoles un hilo, una narrativa coherente. La presentación de ayer, cuando detallaron paso a paso lo cerca que estuvieron los insurrectos de alcanzar a legisladores y vicepresidente (Mitt Romney los evitó de puro milagro) fue estremecedora; varios senadores republicanos reconocieron que se sentían abrumados tras verla.

La acusación, casi con total seguridad, va a perder el caso. Los demócratas no van a poder sumar los 67 votos necesarios para una condena. En política, sin embargo, hay veces que uno debe actuar incluso sabiendo que saldrás derrotado, porque es necesario dejar claro dónde estabas, qué sucedió, y quienes estaban en contra.

Un juicio único

El impeachment de Trump es un caso extraordinario ya que los miembros del jurado, los cien senadores que votaran sobre la culpabilidad del expresidente, fueron testigos del crimen. Trump envió una horda de insurrectos a atacar su edificio, a linchar a legisladores en esa misma cámara. En los videos mostrados ayer, la masa enfurecida pedía la cabeza de algunos de ellos gritando sus nombres. Incluso así, tras verse a sí mismos huyendo, siendo evacuados, saliendo de la cámara por puertas ocultas y pasajes secretos, viendo a colegas, amigos, compañeros muertos de miedo, muchos van a votar en contra de condenar al presidente.

Durante el juicio, los representantes que llevan la acusación han evitado puntillosamente decir en voz alta cómo alguno de los senadores en la cámara, alguno de los miembros del jurado, estuvieron ayudando y animando activamente a Trump en los días anteriores al asalto. Ted Cruz, Josh Hawley, Tommy Tuberville, Rick Scott, y muchos otros republicanos no eran víctimas del asalto, eran cómplices. Tuberville incluso estaba pasando información a Trump durante el asalto. Una parte muy significativa del partido republicano vendió su alma al diablo estos cuatro años.

Este juicio, esta votación, dejará claro quiénes son.

Como de costumbre, el rey de los cínicos volverá a ser, otra vez, Mitch McConnell. Tras insinuar que apoyaba el impeachment e insistir en que era necesario aplazarlo hasta después de que Trump abandonara el cargo, seguramente votará a favor de exonerarle bajo la premisa de que juzgar a alguien que ya no es presidente es inconstitucional.

Sí, quizás durante los próximos días tengamos sorpresas, revelaciones inesperadas o Trump dé una rueda de prensa y diga algo excepcionalmente estúpido que anime a los republicanos a condenarle. Ahora mismo, lo más probable es que este impeachment sea para la historia, más que para la política de hoy.

Bolas extra:

Foto: Blink O´Fanaye.


10 comentarios

  1. Alatriste dice:

    Solo un comentario al margen: que después de negarse a pagar a Giuliani Trump solo iba a encontrar abogados fabulosamente incompetentes y/o tan cínicos que lo defenderían solo pensando en el libro que iban a escribir (porque hasta los fanáticos dispuestos a defender lo que sea tienen que pagar universidades, hipotecas y divorcios) era tan previsible que es una de esas cosas que a uno le hacen dudar de que el expresidente esté del todo cuerdo…

  2. Sr.Yo dice:

    Nunca me gustó la piromanía. Es algo que aborrezco con todas mis fuerzas.

    Este juicio es *político*, no *judicial*, valga la rebuznancia. No es un jurista quien va a evaluar nada, ni siquiera un jurado de ciudadanos, sino representantes políticos elegidos única y exclusivamente para ejercer una actividad *política*. Por eso precisamente están legitimados para hacer lo que están haciendo, así que la pregunta no es si es legítimo (desde luego que lo es, incluyendo un golpe de estado como el que le hicieron a Dilma Roussef), o si es siquiera justo -porque insisto, es *político*-, es si es *inteligente* o profundamente *estúpido*.

    Es profundamente estúpido y les está dañando ya, con independencia del resultado. Cuando uno se mueve en criterios resbaladizos pretender convertirlos en dogma es la cosa más increíblemente estúpida que puede hacer.

    No voy a poner ejemplos de la ley del embudo ni de barbaridades de toda clase, si no se ven, difícilmente se pueden hacer ver. Cuanto más obvio es algo para alguien más difícil le resulta siquiera hacer ver tu posición a quien no la ve, porque hay algún tipo de interferencia que lo impide.

    EEUU siempre ha sido muy dado al palo y poco a la zanahoria (va por barrios la cosa). De ahí sus múltiples quebraderos de cabeza con los chinos, que en la escena internacional usan muy poco de lo primero (hay que tocarles mucho los cojones para llevarlos hasta ahí) y abundancia sorprendente de lo segundo. De la psicología sabemos hace décadas (ya se sospechaba desde mucho antes) que el refuerzo positivo, heredado de los mamíferos, es mucho más fuerte que el refuerzo negativo (que es evolutivamente mucho más antiguo). Es algo que debe usarse como ultimísimo recurso y como si manejases dos pedazos de masa crítica. Exactamente igual. Todos los problemas de Hispanistán siempre han venido de sobreactuar y crear problemas donde no los había.

    Sí, es mucho mejor pasar página y dejar que los tribunales ordinarios, los no políticos, se ocupen de lo que tengan que ocuparse, y dejar al GOP cocerse en su propia salsa.

    Si de carambola les sale este disparate, esto sólo hará a Trump más fuerte, en vez de desactivarlo. Si esto no es una estupidez, no sé qué lo es. Ya están rumiando maniobrar por otro lado si esto no sirve, como el chiste viejo de «esto no es lo que parece». Si le han creído que las elecciones han sido un fraude, qué no le creerán si le hacen un mártir.

    Son verdaderamente estúpidos. Son más estúpidos que sus oponentes, que serán subnormales (que lo son) pero al menos no tiran piedras contra su propio tejado, sino contra el de los demás (en el fondo es todo lo mismo, pero eso es otra).

    • pablo lescas dice:

      A ver… No hay que hacer un impeachment a Trump. El motivo, es básicamente según tu comentario, que el refuerzo positivo, heredado de los mamíferos, es mucho más fuerte que el refuerzo negativo.
      Vale pues. Nada más que decir.

      • Sr.Yo dice:

        No, yo no he dicho eso. Eso va en el contexto del palo y la zanahoria, que es algo mucho más amplio que cualquier caso puntual. Supongo que no hará falta explicar qué significa la política del palo y la zanahoria, es muy vieja. Lo que estoy intentando explicar es que en Occidente usan el palo primero, y la zanahoria nunca, si pueden evitarlo, es un sesgo de diseño. Esto viene dado porque la primacía occidental fue meramente tecnológica (y la tecnología es cultura pura, como la literatura o la música, la tecnología NO es ciencia por mucho que se base extensivamente en ella), nunca tuvo ninguna otra primacía, ni cultural, ni política ni religiosa. Pero igual que no se puede discutir con un terremoto o un huracán, no se puede discutir con gente con armas púdicamente llamadas de destrucción masiva en manos de subnormales profundos que aparcan su cerebro ante la más elemental empatía humana. Seguro que sigue sin ver la relación con los refuerzos, pero me temo que no puedo explicarme mejor.

        La gente que sigue al trumpismo y tiene potencial de seguir algo peor, piensa, con bastante razón, que su vida ha sido estafada y robada, que es un refuerzo negativo de libro, ¿verdad?, y claro, eso lo vamos a solucionar con más refuerzo negativo, claro que sí. Venga, más caña.

        Lo que pasa es que toda esa gente les importa una puta mierda, no son personas, son un basket de deplorables y punto. Que se jodan. ¿Ve? Más refuerzo negativo.

        Otro día hablamos de la presunción de pedagogía social del sistema judicial. La misma que el darwinismo, el eliminado ya no tiene nada más que aprender. Pero esto ya es una generalización más astronómica.

  3. Por favor, no había nada contra Trump. Convocó una manifestación y se fue de las manos. Eso es todo. Es evidente que el asalto al congreso no era ni parte del plan ni fue apoyado por Trump. Solo le perjudicó.

    Sin embargo sí ha ocurrido algo importante. Y es la censura y silenciamiento aplicados contra Trump por parte de Twitter, Facebook, Google, Apple y Amazon coordinadamente.

    Eso sí es gravísimo. Tanto… que nadie habla de ellos. El propio silencio sobre este tema, de algo que afecta a media población estadounidense es una muestra de la gravedad de lo que está ocurriendo.

    «Sapiens, el poder está en los media»
    https://politicadegaraje.blog/2021/02/13/sapiens-la-fuerza-esta-en-los-media/

    • Carlos dice:

      Estoy de acuerdo con tu comentario. La izquierda suele generar sus propios mundos, sus códigos y vive felizmente en ellos. A nadie le parece extraño que una figura pública diga que Donald Trump es Adolf Hitler o que tal congresista republicano es un fascista. Pero luego, una popular actriz de la serie “The Mandalorian” de Disney afirma que ser de derechas en América empieza a estar perseguido. Es más; dice que recuerda al acoso que sufrieron los judíos en la Alemania de entreguerras y la despiden de forma fulminante. Obviamente, ambas posiciones son igual de reduccionistas y exageradas, pero una te da aplausos y la otra te manda al paro.
      Creo que nunca hemos sido menos libres y esto sólo va a ir a peor.

      • Yo también comparto tu punto de vista. Un saludo cordial,

      • karbt dice:

        Cuando eres un imbécil, es interesante que no te hagas mucho de notar. Especialmente, es importante que hables poco de determinados temas. Gina Carano, no solo ha comparado el holocausto judío con ser republicano en un país en el que el antisemitismo está especialmente observado (ya es jodido que te llamen antisemita cuando eres una extremista republicana, vuelvo sobre lo de ser idiota), sino que se las ha apañado para difundir bulos negacionistas y burlarse de los que usaban mascarillas. No solo la han despedido de la serie de Disney, sino que probablemente, ha tirado su carrera por el retrete, porque pocos van a arriesgarse a contratar a una bocachanclas así en una industria que genera miles de millones. Es como lo de Rossane Barr, pero al menos esta tiene la excusa de que está loca de toda la vida.

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