Vale la pena recordar, otra vez, el motivo por el que Trump fue sometido a juicio para su cese (impeachment) allá en los albores de los tiempos en enero/febrero del 2020. La acusación era que el presidente había exigido al presidente de Ucrania que anunciara una investigación de un rival político (Joe Biden) o en caso contrario no autorizaría ayuda militar a su país.

Los hechos sobre el caso eran claros y probados; no en vano, la propia Casa Blanca hizo pública una transcripción de la llamada, multitud de funcionarios y cargos de la administración corroboraron que era cierto, y el propio asesor de seguridad nacional del presidente, John Bolton, confirmó todo lo sucedido. Al partido republicano, con la única excepción de Mitt Romney, todo esto le hizo mucha gracia, y votaron mantenerle en el cargo.

Un favor

Han pasado once meses, y este fin de semana el aún presidente de los Estados Unidos Donald Trump, junto a su jefe de gabinete y abogados, llamaron al secretario de estado de Georgia, el republicano Brad Raffensperger. En una conversación de una hora, Trump le pide repetidamente que “le haga un favor” (“give me a break”) y “recalcule” el resultado de las elecciones o que “encuentre 11.780 votos” para que pueda ganar en el estado. De lo contrario, sufrirían consecuencias criminales, ya que estaban corriendo un “grave riesgo”

Esto no es especulación, rumores, conjeturas o fuentes anónimas relatando lo sucedido. El Washington Post tiene la grabación completa de la conversación (probablemente filtrada por Raffensperger, que debe estar hartísimo del presidente), y la han colgado en internet; la podéis escuchar aquí. Os recomiendo que le echéis un vistazo, porque es un documento extraordinario, incluso para la administración Trump.

A saber: presionar a un cargo electo o funcionario para que altere los resultados de unas elecciones es un delito, y tenemos al mismísimo presidente de los Estados Unidos haciendo eso mismo durante una hora entera mientras repite sin cesar media docena de teorías de la conspiración sobre fraude electoral.

Es… bueno, un escándalo. La clase de escándalos que harían que Richard Nixon te llame corrupto y antidemocrático, vamos. Trump ha hecho multitud de cosas escandalosas durante su presidencia; que siga haciendo exactamente lo mismo incluso después de haberla perdido es extraordinario.

La división republicana

La reacción del partido republicano ante estas maniobras ha sido, sin embargo, un poco menos lamentable que en ocasiones anteriores.

Por un lado, tenemos a un grupo de legisladores (casi un centenar de representantes y una docena de senadores) que han decidido abrazar las teorías de la conspiración sobre fraude electoral de Trump. Poco importa que ni Trump ni nadie haya encontrado evidencia alguna de fraude y que el presidente y sus mariachis han perdido más de medio centenar de juicios sobre el tema hasta ahora, ellos están con el fraude. Su última “jugada maestra” (porque lo de Trump es parecido al procès estos días) es presentar objeciones a la aceptación de los resultados del colegio electoral en el congreso el día seis, forzando que las dos cámaras debatan las alegaciones de fraude e intentando que los electores de los estados en disputa no sean aceptados. Dejando de lado la enorme cantidad de realismo mágico en este escenario (es legalmente absurdo, no tienen mayorías en ninguna de las dos cámaras, y si nadie llega a 270 electores, la presidenta sería Nancy Pelosi), no está mal recordar que entre un tercio y una cuarta parte del GOP va a votar a favor de que el congreso invalide el resultado de unas elecciones presidenciales.

Dentro de este pelotón de enajenados mentales hay un subgrupo al que podríamos calificar como pagafantas ilustrados, encabezados por Ted Cruz. Esta gente no pide que el congreso invalide el resultado de las elecciones por ahora; lo único que quieren es que se cree una “comisión electoral imparcial” que determine si ha habido fraude electoral o no, y las invalide una vez les dé la razón. Que es un poco subcontratar la comisión de un golpe de estado a un grupo de consultores externos, algo más civilizado.

En el lado contrario, tenemos a dos grupos más o menos diferenciados. Por un lado, un bloque de republicanos que sigue escondiéndose cuando alguien pronuncia el nombre “Trump” cerca de ellos y se niega a decir nada bueno o malo sobre el presidente porque no han leído aún el tweet o escuchado sus declaraciones. Por otro tenemos un grupo pequeño pero creciente de legisladores que están al fin diciendo en voz alta que ya vale de tonterías, Donald Trump ha perdido las elecciones, y que todas estas chorradas conspiratorias y maniobras legales son básicamente antidemocráticas.

El líder moral de esta facción es Mitt Romney, el único republicano que votó a favor del impeachment en febrero y probablemente el único miembro de su partido que nunca ha sacrificado sus valores en estos cuatro años. En los últimos días se han añadido un grupo considerable de voces que van más allá de los cuatro o cinco moderados habituales del partido (Collins, Murkovski, Sasse..) e incluyen a miembros más conservadores.

De todos los que se han pasado al lado de la cordura, el más significativo es probablemente Tom Cotton, senador por Arkansas y alguien con ambiciones presidenciales el 2024. Hasta ahora, casi todo el GOP ha actuado como si estuviera preso del pánico, aterrorizados de que Trump pudiera hundirles cualquier carrera política en años venideros. Todos los presidenciables del 2024 (empezando por Ted Cruz) estaban riéndole todas las gracias, como si las pruebas de lealtad hacia el líder fueran el único camino para sobrevivir en partido republicano. Sea por principios o sea por un cálculo político racional (o una combinación de ambos), Tom Cotton se ha bajado de ese tren.

El futuro conflicto del GOP

Mi sensación, que es más un deseo que otra cosa, es que creo que en este caso Cotton está tomando la decisión correcta. Primero, porque es cada vez más obvio que Trump ha perdido completamente la cabeza y atarse a él es absurdo, y segundo porque de cara al 2024 (y sí, ya estamos en la precampaña del 2024) tendrá mucha menos competencia como candidato de la facción “cuerda” que en el lado de la facción pagafantista trumpiana.

Pero vaya, dejemos eso para más tarde.

Lo más importante, en todo caso, es que este sainete poselectoral ha dejado varias cosas bien claras. Primero, que Trump era total, completa y absolutamente indigno de ocupar el cargo. Es un ser deshonesto, corrupto, inestable, incapaz de admitir su derrota. Esto no es una ninguna novedad, pero no está nunca de más recalcarlo.

Segundo, hay una facción no mayoritaria pero significativa del partido republicano que está dispuesta a tragar lo que sea para mantenerse en el poder. Eso no pasa, por cierto, mantener a Trump en la presidencia; Ted Cruz es demasiado inteligente como para creerse ni una sola de las bobadas sobre fraude electoral que repite. Aun así, está dispuesto a repetirlas sin cesar con tal de reforzar su posición en el partido.

Tercero, y más importante, quizás el poder de Trump dentro del GOP una vez pierda el cargo sea menor de lo que esperaba. Raffensperger, al fin y al cabo, es republicano, y no ha dudado en apuñalar a Trump divulgando su conversación del sábado. Si la conducta cada vez más errática del presidente supone un lastre electoral, los republicanos se enfrentarán a él, porque de poco sirve ganar unas primarias con la bendición trumpiana si después pierdes las generales. Un presidente más racional o táctico sabría calibrar sus demandas y al menos no actuar como un criminal en una maldita conversación telefónica, pero lo de controlarse a Trump obviamente es algo que se le escapa.

En fin. El día seis, casi seguro, Joe Biden será confirmado como vencedor de estas elecciones por un congreso que aceptará el resultado del colegio electoral, y tendremos apenas dos semanas de alaridos de Trump desde la Casa Blanca hasta poder pasar página. Paciencia.

Bolas extra:

  • El editorial más extraordinario de este fin de semana fue una carta al WaPo firmada por todos los exsecretarios de defensa, impulsada por Dick Cheney, diciendo que las elecciones han terminado, Joe Biden será presidente, y que las fuerzas armadas no deben tener nada que ver con todo este proceso.
  • No tengo ni idea qué rumores están escuchando esta gente que los haya llevado a tener que decir esto en voz alta. Y sí, estoy alabando a Dick Cheney.
  • La segunda vuelta de las elecciones al senado en Georgia son el martes; os podéis imaginar sobre que irá el próximo boletín. Los candidatos republicanos están evitando furiosamente contestar cualquier pregunta sobre fraude electoral. Los sondeos están dentro del margen de error.
  • Estados Unidos ha superado los 350.000 muertos por coronavirus, las cifras de contagios están empeorando, y ya ha llegado la cepa británica, más contagiosa. Las vacunaciones van con una lentitud espantosa porque bueno, porque estar preparados para nada, y Trump dice que las estadísticas “están exageradas”.


5 comentarios

  1. Sr.Yo dice:

    Pues no, Dick Cheney no merece ser alabado. Como firmarle un cheque en blanco a Belzebú. El presidente real en la sombra que hacía un pelele bebido del formal, el hijísimo (las dinastías son así, el padre el último presidente con dos dedos de frente, el hijo un objeto decorativo). Este señor hizo más burradas en su «mandato» que mil años de garrulismo trumpiano, incluyendo destrozar Oriente Próximo, incluyendo envenenarlo. Por no hablar de todas las mentiras que divulgaron para lo que fue una agresión nazi tal cual, si no hubiesen sido los EEUU estarían todos sentados en su Nürnberg.

    Y no, Cotton se está equivocando. Incluso suponiendo, que es mucho suponer, que actúe honestamente.

    Presidentes corruptos, con ramalazos golpistas, en el XIX los tuvieron a punta pala. El predecesor de Roosevelt (Delano) era una joya que deja a The Donald en amateur muy chapucero. Nadie llegó tan lejos como Nixon, que para no pasar la vergüenza de suspender pagos (como si fuera tanta cosa, Felipe II quebró cuatro veces con galeones cargados de oro y plata navegando hacia Europa, Inglaterra cuando le convino, el imperio romano no debería definirse por la apariencia política constitucional, sino por el período histórico donde la república romana se dedica a devaluar la moneda hasta dejarla prácticamente en chatarra), pues como digo, el señor Nixon dinamitó Bretton Woods tal cual Goldfinger (o Goldeneye), se pulió el oro que tenían los EEUU en depósito (llegó a intentar colar a Francia barras tipo baño chocolate de wolframio bañado en oro), Alemania a día de hoy sigue sin poder auditar el oro depositado por esos andurriales, que por cierto han apañado el oro de Ucrania y el hijo de Biden algo tuvo que ver.

    Trump ni tiene neuronas para esto. No le da el cerebelo, simplemente. Él sólo quiere cargarse la OTAN, además con razón, porque ni le da proyección política a EEUU, es una organización terrorista, y al Liliput mental que es la UE lo controlaría perfectamente con ese enorme bola gigante de deuda que el amigo Richard Milhous echó a rodar.

    La única novedad que ha traído Trump a sus «políticas» es la transparencia. Se tira pedos en público y no sólo se autoríe la gracia, es que espera ser gratificado por ello. Eisenhower, que era otro subnormal sobrevalorado, fue el presidente de las autopistas básicamente porque las vio en Alemania y comprobó in situ que, como las vías romanas, que éstas no valían para otra cosa, los ejércitos se mueven por ellas de puta madre, rápido y barato (globalmente más caro, pero el grueso del gasto se lo embutes a parques, jardines y autopistas). Para qué cojones hay que mover el ejército USA dentro de los EEUU es un misterio que debe sólo estar en la cabeza de Eisenhower y la tropa del pesebre de las autopistas federales, que por cierto, como colateral, se cargaron el ferrocarril, porque la conexión aérea sería muy diferente si no hubiera autopista. Trump, en cambio, deja que se caigan a cachos, a fin de cuentas el transporte por carretera va cojonudamente bien por pistas de tierra, como da fe de ello la URSS.

    Yo no veo diferencias. Nixon soltó burradas constitucionales y lo que es peor, las ejecutó. Reagan se cargó la economía y puso las bases de la actual decadencia. Clinton debe ser el tipo más corrupto de los últimos 50 años, Cheney es un nazi, Obama es un payaso. ¿Qué tiene de especial este tío? Como decía Mafalda, no es el acabóse de nada, es sólo el continuóse del empezóse de otros.

    Este tío claramente va de farol. Lo que está haciendo es legitimar el ventilador de mierda tóxica, algo que tampoco es nuevo, las mentiras forman parte de la política americana desde la intemerata (de cualquier política). Vale, rompe quizá la última barrera, personalmente no lo creo, es como los dibujos de la Warner Bros. que cuando el protagonista cruza la raya roja el antagonista pinta una nueva más atrás.

    Trump quiere no sólo salir de rositas de toda la mierda que trae acumulada de décadas, que EEUU en eso sigue siendo un país más serio que otros, sino que realmente quiere volver en 2024. Total, piensa que en el GOP son prácticamente todos sub-anormales (incluyendo Romney, la loca de Alaska y tododiós, francamente), y qué vamos a decir, ¿que no tiene razón?

    Va a estar jodiendo cuatro años a no ser que se lo saquen del medio, cosa que no es nada descartable.

    • Manuel dice:

      «Cheney es un nazi, Obama es un payaso.»
      Wow. Con ese nivel de análisis no me atrevo a responder..

  2. Sr. Tú dice:

    Sr. Yo, eres un brasas

  3. Sr.Yo dice:

    Si es lo que yo digo, es quejarse de vicio. Gracias a las trumpadas los Dems acaban de sacar la mayoría en el Senado. No nos engañemos, las desbarraturas de Donald han debido de jugar un papel fundamental en sacar al GOP del puto medio. Donald, 2, GOP, 0. Los tiene pero bien agarrados.

    Pues ahora que no digan que no pueden sacar adelante el programa. Sin cortapisa ninguna. A ver.

    Lo de hoy del Capitolio es una cura de humildad para esta gente en toda regla. A ver si más de un Pompeo sigue por ahí vendiéndose como la repolla de la democracia del mundo mundial. Es innegable que para EEUU Trump ha sido un desastre y una plaga bíblica (pero tampoco mucho más allá de lo que se estila), pero geopolíticamente, para el planeta este tío ha sido un alivio, aunque sólo fuera por pasearse completamente desnudo como emperador.

  4. Sr.Yo dice:

    https://today.yougov.com/topics/politics/articles-reports/2021/01/06/US-capitol-trump-poll

    45% de los votantes republicanos aprueban lo que ha pasado en el Congreso. Sólo el 43% lo rechazan (lo hacen el 96% de los demócratas y sólo el 67% de los independientes). En total, 1 de cada 5 votantes aprueban lo que ha pasado. El 56% de los votantes creen que ha habido un nivel suficiente de fraude para adulterar el resultado de las presidenciales.

    Llámale tonto a Trump. Como decía ayer el viceembajador de Rusia en NNUU, que si había alguien repartiendo galletas en el Capitolio (por Victoria Nuland, esta señora hasta tiene un marido que se apellida Kagan, y hacen vinos con ese nombre). Qué vamos a decir, ver tomar a la gente de su propia medicina, cuando la han administrado sin piedad a diestro y siniestro, tiene mucho de justicia poética.

    Por cierto, Donald se ha cargado a Mitch. Si el partido republicano se fractura, y cada vez parece más difícil que siga unido, me da que los demócratas se pueden cagar porque van a arrasar elección tras elección. Pero seguro que se les ocurre algo para que esto no sea así.

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