Internacional

¿Dónde me he equivocado?

28 Dic, 2020 - - @egocrata

Es Navidad, cosa que no ha impedido que Trump lleve toda la semana haciendo el mandril vetando leyes por motivos absurdos, intentando volar por los aires planes de estímulo fiscal, delirando sobre las elecciones e indultando a todo criminal que le ha hecho un favor alguna vez en su vida. Como es costumbre con esta administración, los últimos tres días han generado tal cantidad de titulares escandalosos como para hundir varias administraciones en condiciones normales, pero bueno, ya sabemos, Trump.

Estamos en fiestas, y no me apetece hablar otra vez de escándalos de corrupción. Hoy me voy a apuntar a un ejercicio mental divertido que proponía David Lenhartdt hoy en el NYT, basado en un viejo artículo de Dave Weigel: pundit accountability.

La cosa va como sigue. Dado que los opinionólogos y articulistas estamos proclamando grandes ideas y hablando sobre el futuro sin cesar durante todo el año, es una buena idea repasar todo lo que hemos dicho y escrito cuando este acaba y contemplar nuestra propia falibilidad. Repasemos los grandes éxitos.

El impeachment:

Esta era una predicción fácil. El partido republicano lleva cuatro años completamente secuestrado por Donald Trump. El guión que todo el mundo esperaba era que iba a morir en el senado con casi todo el GOP votando en contra. Así fue; Mitt Romney fue el único republicano que votó echarle del cargo.

Las primarias demócratas:

No me atreví a hacer una predicción “dura” como otros años (no como el 2008, donde acerté con Obama en enero del 2007 y con McCain, en el 2012 con Romney, y en el 2016 tanto con Hillary como con Trump en primarias), así que no se puede hablar de aciertos con demasiada propiedad. En general, me pasé las primarias diciendo primero que Biden era un favorito débil, y antes de Carolina del Sur señalé que era probable que Bernie ganara si el sector moderado del partido demócrata no se conjuraba para detenerle.

Para mi sorpresa, Biden arrasó en Carolina del Sur y el sector moderado del partido se coordinó con mucha más rapidez de la esperada alrededor del vicepresidente, la única alternativa viable para derrotar a Sanders. Biden le pegó una soberana paliza a Bernie el supermartes. Esa misma semana casidaba las primarias por terminadas, ya que Sanders se había quedado sin un camino claro para ganarlas, cosa que se confirmó a los pocos días.

Estoy moderadamente contento con los análisis. Durante todas las primarias señalé que la estrategia de Sanders se basaba en la teoría de que los moderados del partido serían demasiado incompetentes como para consolidar su voto en un candidato. En eso acerté. Lo que no me esperaba es que Biden fuera el moderado superviviente y no alguien más joven estilo Harris, Booker, o Klobuchar. Visto con perspectiva, ahora parece obvio que los demócratas querían un candidato de riesgo cero, así que la apuesta obvia era Biden.

La pandemia:

Esta era una predicción fácil: en abril comentaba que Trump parecía no tener un plan ni intención alguna de crear uno para combatir la pandemia, y bueno, así ha sido. Es obvio que a Trump lo de gobernar le importa un comino.

Vicepresidenta Harris:

Acerté, pero esta era una elección tan obvia que creo que nadie esperaba otra cosa.

La pasividad del GOP:

Hablé sobre la parálisis del partido republicano a cuatro meses de las elecciones, y como estaban haciendo bien poco para ayudar a Trump.

Acerté: no hubo estímulo fiscal hasta pasadas las elecciones. El GOP no parecía estar por la labor de apoyar al presidente, y los demócratas mantuvieron la negociación en un terreno que casi garantizaba que no hubiera acuerdo.

Post-elecciones, hablé sobre por qué era probable que hubiera otro estímulo fiscal ya que el “presidente” Mitt Romney, votante mediano del senado, así lo quería. Veremos si acierto, pero parece que no voy mal.

La vacante en el supremo:

Cuando murió Ruth Bader Ginsburg dije que los republicanos harían todo lo posible para nombrar una sucesora lo antes posible, y que ni de coña respetarían el precedente que ellos se inventaron el 2016 de no nombrar jueces en un año electoral.

Acerté, pero creo que esta es demasiado obvia como para imaginar que hubiera ido en otra dirección. Me sorprendió que no se esperaran hasta después de las elecciones, pero mi teoría era demasiado complicada. Mitch McConnell no es partidario de filigranas, y sacó el nombramiento rápido.

Las elecciones: presidenciales

Nunca me fie de los sondeos. En el artículo sobre carambolas del colegio electoral de finales de octubre insistí que los 7-8 puntos de Biden no equivalían a un paseo militar en las urnas porque un error relativamente pequeño ponía a Trump a tiro.

¿Acerté? No del todo. Mi predicción final era que Biden sacaría entre 320 y 340 votos en el colegio electoral, y se quedó en 306. Mi intuición es que Biden iba a ganar en Carolina del Norte (15 votos) o en Florida (29), además los estados que acabó ganando. En Carolina del Norte se quedó a tres décimas; en Florida a tres puntos.

Creo que fui de los pocos, por cierto, que la misma madrugada de las elecciones di a Biden como presidente. Que Trump daría un espectáculo lamentable llorando y pataleando sin querer admitir que ha perdido ni lo cuento como predicción, aunque el pagafantismo extremo de su partido me ha sorprendido.

Las elecciones legislativas

Aquí fallé, como casi todo el mundo. En la cámara de representantes dije que los demócratas o se mantendrían o ampliarían su mayoría. Han perdido al menos diez escaños.

En el senado, mi predicción es que los demócratas ganarían en Maine, Arizona y Colorado casi seguro, y que tenían números en Carolina del Norte y Iowa. Sólo han ganado en Arizona y Colorado. Para mi sorpresa, Georgia, que me parecía menos competitiva, ha acabado en una segunda vuelta. La cosa no pinta mal para los demócratas, pero lo veo difícil.

Balance final:

Más aciertos que errores, aunque muchos de los aciertos eran bastante obvios. En los temas más dudosos, la cosa está un poco más repartida; hay aciertos parciales (primarias, presidenciales) y pifias rotundas (legislativas). La dinámica interna del GOP y el trumpismo la tengo bastante calada, pero eso es porque la incompetencia es siempre consistente.

Bolas extra:

  • Lo de los indultos es un escándalo monumental – especialmente el de Paul Manafort, la peor criatura del pantano de Washington.
  • Diciembre es ya ahora el peor mes de la pandemia en Estados Unidos. Y los casos y muertes siguen subiendo.
  • Una serie de artículos que saqué el año pasado para los que queréis batallitas e intrahistoria de la política americana a ras de suelo: cómo Connecticut sacó adelante una legislación de bajas pagadas por enfermedad y maternidad (IIIIII). Fue una campaña de siete años.


2 comentarios

  1. Sr.Yo dice:

    Bueno, hay la analogía del partido deportivo. Ver y pronosticar cada lance particular siempre es un arte, porque son fenómenos muy complejos, pero el partido como un todo, ya se sabe, el resultado final, es algo holístico, nada reduccionista, es lo más difícil de predecir y obviamente, es lo más importante.

    Hemos tenido cuatro años de política fuertemente nacionalista, nativista, racista, obviamente supremacista: las elites que apoyaban y/o colaboraban con Trump daban por hecho que en su particular cruzada por retener el unilateralismo sólo iban a tener en el mejor de los casos de seudoaliados a pusilánimes cobardes, cuando no traidores, de ahí tratar a patadas a todo el mundo, Japón incluido. Esto, aunque parezca sorprendente, ni es nuevo ni para nada anómalo: es el sistema habitual de EEUU sobre todo desde 1945. Lo que es nuevo es hacerlo pública y descaradamente, pero claro, la confrontación interna sí que es nueva, o quizá tampoco.

    Ahora han tomado la revancha los globalistas, los que en otra época serían llamados los optimates, porque como aquellos en realidad decían defender al pueblo, a la república, desde sus acojonantes latifundios (y corrupción monumental, pero a qué escala oiga, inaudita, la de Trump es como la del demérito, la catetada de toda la vida, esta gente es planetaria). Este es el partido, han cambiado de estrategia y es igualmente, o quizá peor, perdedora.

    La batalla sigue dentro. La administración entrante sigue jugando más a la geopolítica, a fin de cuentas los privilegios de Occidente dependen de seguir mangoneando a escala global (de ahí el globalismo, es una fase final de decadencia y no ningún peldaño hacia nada), pero esa batalla está perdida de forma irreversible, sólo se puede negociar a la Churchill la liquidación del imperio o buscarte tu Adrianópolis particular, la batalla que importa es la interna, porque les cruje el huésped parasitado por todas las costuras.

    La URSS se fue al pedo porque su pegamento, su columna vertebral, era el PCUS. Te cargas el PCUS, te cargas la URSS, así fue. Biden no es Gorbachov, entre otras razones porque no quiere cambiar nada, «no ve» la necesidad de reformar nada, y en consecuencia va a gobernar como si aún estuviesen en los 90, a lo sumo capeando un temporalcillo. Esto es común a casi toda la clase política americana. El pegamento de EEUU es su clase capitalista de toda la vida, esa que en China está recluida en un zoo, y está cada vez más dividida entre populares y optimates y ni siquiera se dan cuenta. No sé cómo podría implotar un país que a diferencia de Rusia, no ha destruido ni sus armas químicas ni biológicas, ni desde luego sus 7.000 cabezas nucleares, evidentemente no en 50 estados soberanos, pero cuando te cargas la clave de bóveda de algo, el edificio no se sostiene, no o no.

    Trump ya le dio buenos martillazos. Si Biden intenta enfrentarse a China, se va a llevar una muy desagradable sorpresa. Como decía Gorby, la historia no perdona a los que llegan tarde, algo en lo que Hispanistán es precisamente especialista.

  2. Alatriste dice:

    Mucho de política pero ¿Qué pasa con Cyberpunk 2077? ¿Acertaste? 🙂

    Más en serio (bueno, solo un poco) ¿Qué tal un artículo sobre cómo has sobrellevado El Año de la Plaga? Por mi parte el resumen sería que enganchado al Elder Scrolls Online e intentando desesperadamente no engordar pese a haber dejado el gimnasio, harto de descerebrados sin mascarilla…

Comments are closed.