Internacional

Pensilvania, Pensilvania, Pensilvania

29 Oct, 2020 - - @egocrata

Con las elecciones ya a la vuelta de la esquina, es hora de hablar de la más bella y esotérica historia sobre estrategias electorales en la política americana, el insondable misterio que es el colegio electoral.

No me meteré en explicar la historia y morfología de esta institución, una de las muchas reliquias obsoletas que habitan en la añeja constitución americana. Toca hablar sobre las diferentes rutas o combinaciones de estados que Donald Trump tienen para alcanzar la mágica cifra de 270 votos que te dan la presidencia.

Empezaremos, por tanto, con un mapa: el colegio electoral, tras las elecciones del 2016:

Una de las cosas más curiosas de la victoria de Trump del 2016 es que a pesar de quedar a más de dos puntos en votos a nivel nacional, incluso perdiendo en dos de los tres estados clave (Wisconsin, Michigan y Pensilvania) hubiera derrotado a Clinton igualmente. Trump tenía una ventaja estructural en el colegio electoral, dado que los estados decisivos, los que podían inclinar las elecciones de su lado, eran más conservadores que la media del país.

Ahora veamos este mismo mapa, pero mirando los datos de las medias de los sondeos de 538. En azul, los estados que son demócratas casi con total seguridad, en rojo, los republicanos. En verde, aquellos estados que los candidatos están ahora mismo a menos de ocho puntos en los sondeos, es decir, básicamente casi completamente fuera de peligro:

Nótese el punto de partida de ambos candidatos. Si miramos a los estados y distritos del congreso (Maine y Nebraska asignan sus votos por distrito en el congreso, cosa que puede dar situaciones divertidas), Joe Biden empieza con 216 votos, mientras que Trump sólo tiene 122 completamente asegurados. Esto es lo que sucede cuando estás a 8-10 puntos en los sondeos, que muchos estados tradicionalmente “tuyos” pasan a estar en márgenes peligrosos, mientras que muchos de tu oponente pasan a estar fuera de tu alcance.

Este mapa, sin embargo, es engañoso, porque ocho puntos es una distancia sideral. Los sondeos muy raramente se desvían tantísimo del resultado; incluso en Wisconsin, el estado donde erraron por mayor margen el 2016, no llegó a los cinco puntos.

Redibujemos el mapa, entonces, dando a todos los estados con más de cinco puntos de margen en la media de 538 a cada uno de los candidatos:

Nótese que, por el lado de Trump, su cifra apenas se ha movido. El único lugar que pasa a ser considerado “seguro” es Montana, donde el presidente sólo tiene cinco puntos escasos de ventaja. En el lado de Biden, sin embargo, tenemos una pequeña avalancha de estados en los que podemos considerar que está por delante incluso si las encuestas se equivocan tanto este año como lo hicieron el 2016. Biden está a sólo 12 votos de la cifra mágica de 270, en el peor escenario de sondeos posible.

Los estados que le pueden dar estos últimos 12 votos son lo que en jerga política americana se les llama “tipping point states”, los verdaderamente decisivos.

La buena noticia para Biden es que tiene muchas alternativas posibles. Sólo necesita ganar, en el orden de mejor a peor en los sondeos en Pensilvania, Carolina del Norte, Florida o Georgia para llegar a 270. De estos cuatro, Biden va por delante en todos, con un margen que oscila entre cinco décimas en Georgia a 5,1 puntos en Pensilvania. Pensilvania está en verde en este mapa, de hecho, sólo para darle un poco de emoción al artículo y porque un sondeo extraño de Insider Advantage este lunes ponía a Trump con +3. Si sacas esa encuesta de la media, Biden está con +6 largos, un margen más que confortable.

Dicho en otras palabras: Si el martes por la noche (o miércoles por la mañana) Biden ha ganado Pensilvania, o está ganando en Carolina del Norte, Florida o Georgia (y no ha perdido en el resto de “seguros”) es casi seguro que será presidente. Su estado clave es Pensilvania.

Trump, mientras tanto, debe ganar en Pensilvania y no puede perder ni Carolina del Norte, ni Florida, ni Georgia, y no tiene margen de error para perder ni en Arizona ni Iowa.

Esto está chupado, ¿no? Biden lo tiene ganado. Bueno, no exactamente.

Primero, obviamente los sondeos pueden equivocarse. Miremos al mapa de arriba de nuevo, pero en un escenario donde hay un error consistente en las encuestas de cinco puntos en contra de Trump, así que el presidente gana en todos los estados que están a la derecha de Pensilvania:

A Trump le bastaría con Pensilvania, otra vez, pudiendo incluso perder Wisconsin y Michigan. En este escenario, Pensilvania le daría el empate, enviando las elecciones a la cámara de representantes, donde ganaría la votación (se vota por delegación estatal, no por representantes). Fijaros entonces que Trump puede ganar las elecciones, bajo estas condiciones, perdiendo el voto popular por cinco puntos porcentuales, algo que es una auténtica barbaridad.

Este mapa parece absurdo, pero es probable que las distancias siderales que vemos en los sondeos se cierren un poco durante los últimos días. Aunque hay muy pocos indecisos, la ventaja de Biden viene más de persuasión que de movilización; ha conseguido atraer muchos moderados que o se quedaron en casa o votaron a Trump el 2016. Persuadir tiene la ventaja de que cada votante que convences le quita uno a tu contrario, pero el problema que tu base es un poco menos sólida, y siempre tendrás más riesgo de fugas y arrepentimientos.

Si Biden estuviera el martes que viene a 7-8 puntos de distancia de Trump en vez de 9-10 como ahora, y los sondeos en Pensilvania, Nevada, Minnesota y Michigan están a menos de cinco puntos (con Pensilvania a tres), necesita un error aún improbable, pero más razonable en los sondeos para ponerse por delante con cierta claridad, y acabar con un mapa así:

Por supuesto, los errores en los sondeos no acostumbran a ser uniformes; si las encuestas se equivocan de media digamos tres puntos en contra de Trump, es muy probable que el error sea mayor en algunos lugares y menor en otros. Los estados no están realmente en un continuo de izquierda a derecha, sino que son demográficamente distintos, así que un error en los sondeos que infrarrepresenta un grupo u otro tendría impactos distintos en cada lugar. Es posible, por ejemplo, que en este escenario Trump ganara en Pensilvania, pero perdiera en Florida, o que Biden ganara en Carolina del Norte y perdiera Wisconsin. Estaríamos en la dimensión desconocida, ciertamente. Este mapa extraño daría resultados fuera de lo común, pero casi todas las carambolas (aparte de un vuelvo en Texas) darían a Trump como ganador.

Vale la pena recalcar, sin embargo, lo improbable de que esto suceda. Un error de los sondeos de tres o más puntos exige un salto de fe considerable, especialmente si tenemos en cuenta que los encuestadores han aprendido bastante sobre sus errores del 2016. Un movimiento de dos puntos hacia Trump en una campaña electoral donde quedan tan pocos indecisos y donde sus números no han estado por encima del 44% desde abril requeriría un milagro o una pifia extraordinaria de Biden. Si además más de un tercio de todos los votantes ya han depositado su voto (75 millones de personas), Trump no necesita un milagro, sino tres.

Es cierto que el tipo tuvo dos milagros el 2016 (sondeos y la carta de Comey), cosa que ya era improbable. Puede ganar, claro que puede. Pero Dioses.

Una nota final: del mismo modo que es posible que haya un error en las encuestas hacia Trump, es igualmente posible que el error sea de igual magnitud en dirección contraria, y los sondeos estén subestimando el apoyo de Biden 3-5 puntos en algunos estados.

Así que por cada carambola en la que Trump gana in extremis merced de un churro estadístico donde acaba imponiéndose en Wisconsin, hay otra en la que Biden arrasa ganando incluso en Montana y Texas. Un mapa así, con 412 votos demócratas, es igual de improbable que una victoria por la mínima de Trump. Dudo que lo veamos (lo más probable es Biden sobre 320-340), pero no es tampoco imposible.

Bolas extra:

  • En los anales del periodismo de investigación para descubrir la nefanda corrupción de Hunter Biden, ese héroe del periodismo que es Tucker Carson tenía documentos supersecretos que iban a exponer crímenes tremendos, pero resulta que los envío por mensajería y se perdieron.


14 comentarios

  1. Sr.Yo dice:

    Hay una encuestadora que clavó los resultados de 2016. Y no sólo esos, esa es la razón que la tenga en cuenta. Ya la he comentado, es The Trafalgar Group (su encuesta de Pa. del 25 de octubre da Trump 48,4%, Biden 47’6%, como sólo ponen cifras peladas ignoro las tripas, incluyendo el voto por correo). Según ellos y su gurú, Cahaly, el voto a Trump tiene un fuerte (fortísimo) componente «vergonzante», es decir, gente que ni de coña admitiría que vota/votó/votará a Trump e incluso miente al dar su opinión, fenómeno que no es nada nuevo en ninguna parte (al contrario, es algo que sucede en todas partes) y en España siempre ha actuado y de qué manera sobre el electorado mayormente del PP en alguna de sus máscaras, incluyendo satélites y demás. Por razones que no hacen al caso, en general este «efecto» siempre trabaja en candidaturas de derecha, nunca lo he visto funcionar en las de izquierda, admitiendo la etiqueta prefabricada sin entrar en profundidades. Tampoco guarda una relación muy estrecha con el nivel de estudios, «afecta» igualmente a gente del segmento superior de formación académica (a fin de cuentas, Kissinger fue con mucho infinitamente más mentiroso que Kosigyn). La cosa es que el tal Cahaly dice que tiene una metodología infalible, él y sólo él, para detectar ese más que significativo electorado, y ha trabajado en campañas de republicanos (muchos).

    Yo admito como Roger que sesgos puede haber muchos, y errores estrepitosos siempre los ha habido (la reelección de Truman es proverbial), siempre por esos mismos sesgos. No es raro que haya un sesgo colectivo, al contrario, es algo también relativamente frecuente, lo raro es que haya dos sesgos colectivos consecutivos y un único tipo que se da cuenta. Esto no puede ser accidental. Tampoco estoy diciendo que sea deliberado en el sentido conspirativo del término (adrede), pero cuando nuestros prejuicios fallan dos veces en ver la realidad definitivamente algo pasa.

    Vamos a ver qué pasa.

  2. Xoan Bóveda dice:

    Está muy bien que le pregunten continuamente a Trump si aceptará su derrota en caso de que se produzca.

    Pero también estaría genial que le preguntaran a Biden (o más bien, a todos los demócratas, empezando por Kamala y acabando por Ocasio) si aceptará su derrota en caso de que las sacrosantas encuestas se equivoquen de nuevo. Ya sabemos que se pondrían a insultar a todos los votantes republicanos, llamándoles incultos, idiotas, ignorantes, fascistas y fachas (bueno, esto último es más bien propio de la izquierda hispánica). El caso es si, aparte de los insultos, impugnarían los resultados y llamarían a la lucha contra la conspiración de los poderes fácticos, porque claro, las encuestas no pueden fallar tanto, y menos dos veces seguidas…

    • Sgt. Kabukiman dice:

      A los votantes republicanos o más concretamente a los votantes de Trump se les puede llamar paletos, racistas, etc, etc gane quien gane.

    • Alatriste dice:

      Que los votantes demócratas se concentran en la costa del Pacífico y en la vieja Unión es un hecho. Que los votantes republicanos se concentran en la vieja Confederación (es decir, los votantes _blancos_ de la vieja Confederación) y en el interior es otro hecho. Y que un mapa de votantes por condados, bajando a un nivel de análisis mas fino, muestra un mar de zonas rurales e interiores republicanas con los condados demócratas concentrados en la costas, las ciudades y las áreas de más población negra e hispana es un tercer hecho.

      Prescindiendo de insultos, y siempre recordando que la estadística es la ciencia que te dice que el americano medio tiene 0’95 testículos, está bastante claro que los votantes republicanos son más rurales, más blancos, más viejos y tienen menos estudios, y también que el porcentajes de varones es superior al de los votantes demócratas. Es meramente objetivo.

      • Sr.Yo dice:

        Hay una enorme cultura de sacar a pasear la estocástica y olvidarse graciosamente de las medidas de dispersión. La estadística NO es la ciencia que dice que si tú tienes dos vacas y yo ninguna, tenemos una vaca cada uno. La estadística jamás ha sido eso, eso es una deturpación casi goebbelsiana. La estadística es la ciencia que dice que en el universo muestral de usted y yo, usted tiene dos vacas y yo ninguna. Ya sé que no has dicho lo contrario en ningún momento, pero dado el desconocimiento general del tema creo que siempre hay que empezar por aquí.

        El votante republicano, sin generalizar, tiene más problemas con un sentido bíblico de la (in)justicia (si la haces la tienes que pagar aunque me lleve a n inocentes por delante), una diarrea mental con la legitimidad de la autoridad y el poder en general, una falta de empatía social escalofriante y un cinismo rayano en la falta total de vergüenza, y no estoy generalizando, ni siquiera haciendo estadística, es que si yo por ejemplo me afiliase en el NSDAP por activa y por pasiva estaría haciendo míos los estatutos nazis.

        El que vota, otorga. A veces dos veces, una por activa, y otra por pasiva. Ni es obligatorio votar, ni mucho menos hacerlo por determinada gente.

        • Alatriste dice:

          Era broma, obviamente, pero lo cierto es que en manos de un periodista sí que lo hace… poner algo que tenga que ver con las matemáticas en manos de un licenciado en Ciencias de la Comunicación es como darle las llaves del coche a un ciego: solo puede acabar bien por casualidad.

          Vamos, que al buscar «periodistas» y «tanto por ciento» uno de los primeros resultados diga con todas las letras «Curso exprés de estadística para periodistas» lo dice todo. Y estoy convencido de que después del curso nos dirán que el número de errores cometido ha caído un 130% (que por si hace falta decirlo también es broma).

          • Sr.Yo dice:

            La estadística, y su pariente la probabilidad, son mal entendidas por todo el mundo, gente de ciencias incluida y a punta pala. Esto último puede sonar extraño, pero no se trata sólo de gente con formación de ciencias que patina en estadística, se trata incluso de comunicaciones publicadas en revistas de revisión por pares con errores de bulto, que a veces cuelan. Entiéndase, no me refiero a pasar pulpo por animal de compañía porque en este caso concreto va a tener que ser así (y a fin de cuentas estaba el difunto pulpo Paul), me refiero a cagarla y que se le pase por alto a gente que no debería.

            Supongo que es una materia complicada y desde luego, nada intuitiva. Sobre ella descansa, y de qué manera, el método (científico). Pero es cierto que en general la sociedad es anumeral, como en el pasado era analfabeta, y son problemas diferentes, porque no saber leer ni escribir nadie ha probado nunca que afecte a la forma de razonar (aunque sí, y de qué manera, al acceso a información), pero carencias de matemáticas básicas, que no vienen de serie en nuestro stock biológico, sí que afecta al comportamiento y la forma de ver el mundo. De hecho, nuestro sistema social es matemáticamente insostenible, y todo el mundo trata este punto como una curiosidad.

            Igual que una sociedad con una sólida base matemática probablemente no tendría bancos (tal y como los conocemos, por falta de clientes, me pregunto si el colapso del negocio bancario que asoma en el horizonte, más bien por razones similares a la pérdida de poder de la industria siderúrgica que tan todopoderosa fue, con todas las distancias entre ser elemento estructural y accesorio, tiene algún factor debido a que cada vez más gente entiende qué es exactamente un banco), una con una aceptable formación estadística no jugaría a la lotería, ni tomaría en general determinados riesgos que son ubicuos. Puede sonar absurdo, pero es que nuestra sociedad es absurda, y no conviene a mucha gente que deje de serlo.

  3. Andrés dice:

    O nuestras pantallas funcionan de forma diferente, o yo soy daltónico, o tú eres daltónico, porque esos mapas de verde no tienen nada.

    • Sr.Yo dice:

      Verde «normal», no, pero de ahí a decir que verde no es…
      https://en.wikipedia.org/wiki/List_of_colors_(compact)

      Yo no sabría decir. Puedo comprarlo como un verde raro (una aceituna puede coger un color bastante parecido a eso, y ya puestos, muchas hojas al secarse), para marrón le falta un hervor, puede ser un beis/veis (lo he visto escrito con b y v, es del francés beige, con b, como todo el mundo sabe), y hasta puede colar por amarillo. En general el tema de los colores, véase el link, da para mucho. Algunos «raros» (poco frecuentes en la naturaleza, en el sentido de ocupar área en un campo visual) se usan, entre otras varias razones, porque su percepción cambia espectacularmente en función del resto de paleta (de colores) del entorno y la intensidad de la luz presente.

      El famoso teorema de los cuatro colores, ése que dice que cualquier mapa (cartográfico, político, países rellenos en monocolor) se puede plasmar usando simplemente cuatro colores diferentes, tiene también cierto punto interesante. Hace tiempo que descubrí que la cartografía cutre en ediciones antiguas sobre todo, suele hacer trampa y no sé por qué. Me explico, los cuatro colores usados suelen ser rojo, verde (verde-verde), amarillo, y no azul, que obviamente se reserva para el mar (y ya no son 4, sino 5, pero esto ya se sale de trma), sino para este color indefinido que Roger ha llamado verde, digamos color madera chapuceramente barnizada. Pues bien, sobre todo en mapas de editoras británicas (ya digo, años 50/60/70), este pseudoverde resulta que no es uno: son varios, tonalidades un tanto próximas pero claramente distinguibles. Para explicarme mejor, Sweden, Spain y Yugoslavia van en el mismo verde-clorofila, como France, Poland y Albania en amarillo, pero este pseudobeis es distinto en Belgium, Czechoslovakia y Greece. Ni sé por qué suelen usar este color o así parecido, ni la razón de la curiosidad que cito, supongo que debida a las peculiaridades y limitaciones de la tecnología de impresión de la época (y hay mapas más cutres, el estilo National Geographic por ejemplo no rellana los países, simplemente resalta las fronteras con un trazo de color grueso a cada lado de ésta, dejando el fondo del país en blanco).

      Pequeños misterios de la vir quotidienne.

  4. Iván dice:

    Puede no aceptar Trump un resultado electoral que le haga perder las elecciones por un margen, digamos menor?. Quiero decir, existe realmente la alternativa constitucional de «sacarle de la casa blanca «, o no hay mecanismo en su carta magna que lo permita?

  5. Mr. NO dice:

    Lo de los documentos perdidos tiene alguna que otra lectura diferente a la que se le ha dado…
    Por otra parte hay muchas otras pruebas validadas y bien custodiadas. Negarlo no va a hacer que desparezcan. Dicho esto, Felipe, Zaplana, Pujol… se levantaban más dinero que estos principiantes y viven la vida como si nada, así que supongo que estos escándalos no «invalidan» a Biden como presidente (de EEUU o de alguna de sus eléctricas, no sé).

  6. Miquel dice:

    Gracias Roger, te sigo desde hace meses y haces unos artículos estupendos. Claros, amenos y profundos. ¿Qué nos comentarás cuando pasen las elecciones? Supongo que la actualidad no dejará de sorprendernos.
    Gracias de nuevo.
    Miquel.

  7. Sr.Yo dice:

    Mi quiniela para hoy, a ver si acierto:

    Voto popular, Biden 51,3%, Trump 45,8%.

    En colegio electoral, Biden 273-290, Trump 248-265.

  8. Educasbor dice:

    Que buen articulo, como siempre. Todo un gusto leerte. Siguiendo el recuento parece que todo apunta a que el mapa de los estados quedará exactamente como el de tu foto 269-249 con los votos de Pensilvania decantándose hacia Trump hacia ese 269-269 fatídico… pero que se producirá una de esas «situaciones divertidas» a las que aludias en tu artículo debido a las particularidades de Maine y Nebraska lo que decantaría la balanza del lado de Joe Biden. Ajustadísimo no, lo siguiente!

Comments are closed.