Tras semanas de especulación y estrategia de andar por casa en medios (y un boletín un tanto exasperado de Four Freedoms en mayo), Joe Biden tiene su candidata a la vicepresidencia: Kamala Harris, 55, senadora por California.

Que la decisión de Biden no haya sorprendido a nadie no debe detraer sobre lo distinta, excitante y genuinamente rompedora que es la elección de Harris en muchos aspectos. Veamos por qué.

Una VP previsible

Empecemos por la (ausencia de) sorpresa, que es más fácil. Cuando empezó la campaña presidencial hará cosa de 73 años (pre-pandemia, ¿os acordáis?) Harris era para muchos (servidor incluido) una de las grandes favoritas para alcanzar la nominación. Joven, carismática, con toneladas de experiencia, hábil con la prensa y un perfil ideológico en el centro del partido sobre el papel era una candidata formidable.

Su candidatura empezó bien, y más cuando demolió a Joe Biden en el primer debate (el único ataque decidido a Biden en toda la campaña, por cierto). Su campaña, sin embargo, se encalló en verano; Harris empezó flirteando con la izquierda del partido, pero cambió de opinión al cabo de poco tiempo, siguiendo sus instintos más moderados. Las primarias demócratas, sin embargo, tenían un monumental atasco de candidatos en esa zona, y Harris se difuminó en los sondeos y empezó a tener problemas para generar entusiasmo y recaudar dinero.

Si hay algo que distingue a los políticos buenos de los meramente decentes es que los primeros son capaces de entender de que, dado que en política uno puede morir varias veces, en ocasiones es más sensato aceptar la derrota e irte a casa. Harris se retiró de las primarias antes de que hubiera ninguna votación, con su prestigio maltrecho pero su futuro intacto.

Ya desde ese mismo momento, medio partido demócrata dio a Harris favorita como VP. Sus virtudes políticas eran innegables, marcaba un buen puñado de casillas “deseables” como segunda del partido, y había demostrado retirándose a tiempo de que podía mantener el grado de humildad necesario que exige la vicepresidencia. La ventaja para Harris, además, es que era un buen VP para prácticamente cualquier candidato – mujer, joven, hija de inmigrantes, moderada, con experiencia, bien conocida, fiable. Lo único que le faltaba era ser del Midwest u otro estado competitivo. Cuando Biden prometió que su VP sería una mujer en el último debate presidencial, la impresión unánime es que estaba pensando en Harris.

¿Por qué Joe Biden ha tardado tanto en hacer la elección entonces? La verdad, es difícil saberlo, pero la fecha en que se ha hecho pública la nominación (justo antes de la convención) no es inusual. Esta especie de no-campaña que tenemos por la pandemia ha dejado a demasiados periodistas con demasiado tiempo libre persiguiendo teorías absurdas sobre la VP. Lo más probable es que Biden simplemente ha actuado con cautela, haciendo un trabajo de vetting tan exhaustivo como fuera humanamente posible para evitar sorpresas, y asegurándose que Harris fuera alguien que compatible con su a veces peculiar forma de ser (porque Biden es un tipo curioso en algunas cosas), y dispuesta a trabajar bien en equipo.

Sobre seguro

Biden, por encima de todo, ha ido sobre seguro. Él es un candidato centrista, más empático que intelectual, moderado de temperamento. Harris es centrista, más calculadora que instintiva, pero situada claramente en el mainstream del partido demócrata. No entusiasmará a la izquierda del partido (que, a ser sinceros, nunca sentirán el más mínimo entusiasmo por Biden) pero tampoco asustará a votantes independientes o asustará a republicanos moderados.

Harris, en todo caso, puede reforzar dos bloques que los demócratas necesitan desesperadamente en noviembre: mujeres (especialmente con educación universitaria) y afroamericanos. Las primeras fueron el gran caladero demócrata en las victorias de las legislativas del 2018; la falta de entusiasmo de los segundos por Hillary el 2016 probablemente le costó la presidencia.

Es una nominación histórica, y por muchos motivos

Hay mucho de histórico en la nominación de Harris, por supuesto. Es la primera mujer de color nominada para el cargo; su padre era jamaicano y su madre india, así que no es sólo la primera afro-americana, sino también la primera asiática (si, las categorías raciales en este país son un poco absurdas). Dado que Biden tendrá 78 años cuando sea investido presidente si gana las elecciones y no ha confirmado que quiera volver a presentarse el 2024, es posible que sea la primera candidata a presidenta de aquí cuatro años, o incluso la primera presidenta.

Hay otras cosas menos visibles, que también son significativas. Esta es la primera vez en mucho, mucho tiempo (1984) donde nadie en la candidatura demócrata es un graduado de una Ivy League, el selecto grupo de universidades privadas americanas de donde proviene casi toda la élite del país. Es la primera vez desde los sesenta de que ninguno de los cuatro candidatos a presidentes o VP salen de Yale o Harvard, para que os hagáis una idea de lo endogámico que es este país (Trump fue a UPenn/Wharton, que es Ivy). También (algo que me emociona un poco), es la primera vez en muchos años que los candidatos demócratas son gente que empezó en política local.

Lo más importante, sin embargo, es que Kamala Harris es probablemente el futuro del partido demócrata. Lo es por el hecho que es muy posible que sea candidata a la presidencia dentro de unos años, y lo es también porque representa a unas bases del partido donde mujeres, gente de color, y universitarios hartos con el racismo del GOP tienen cada vez más peso.

Harris es una de las herederas de Obama, y la demostración más clara que el partido que ganó la presidencia el 2008 sigue ahí, en el centro del debate.

Veremos si ese el partido que gana en noviembre.

Bolas extra:

  • ¡Hoy era noche de primarias en Connecticut! Hemos estado trabajando con varios candidatos a primarias, y los resultados no oficiales (a falta de que llegue mucho voto por correo) son muy, muy esperanzadores. Si os interesa leer más sobre cómo funciona la política en elecciones legislativas estatales, estaré encantado de escribir sobre el tema.
  • No es estrictamente política, pero es algo que vale la pena mencionar (y de lo que escribiré en algún momento, espero): un juez ha eliminado las restricciones que pusieron fin al studio system de Hollywood de los años treinta y cuarenta. Este artículo lo explica muy bien, pero el cambio más claro es que los estudios ahora podrán comprar de nuevo salas de cine, algo que han tenido prohibido durante más de 70 años.
  • Los costes de mantenimiento de las infraestructuras ferroviarias en Estados Unidos son absurdos. Metro North, mi némesis local, gasta más de ocho veces más por kilómetro que Renfe/ADIF en sus tramos con más tráfico.
  • Marjorie Taylor Greene, una chiflada que se cree las teorías conspiranoicas de QAnon, ha ganado unas primarias a la cámara de representantes en Georgia y seguramente será elegida congresista en noviembre.

Foto: Gage Skidmore.


13 comentarios

  1. Cide Hamete dice:

    Aunque llevo mucho tiempo leyendo sobre Yanquilandia aún me sorprende lo racistas que son.

    Viendo la foto de esta mujer yo diría que es una española normalita, quizás la nariz un poco ancha, seguramente de algún antepasado negro pero nada destacable.

    ¿Cómo pueden etiquetarla de negra (perdón, afroamericana de color) en EEUU?

    • Diego dice:

      Creo que la razón es el contraste. En las fotos al lado de blanquitos como Biden se la ve como alguien de color. Si se pusiera al lado de un español normal, no se diferenciaría mucho.

      Si se pone al lado de Julio Iglesias, parecería blanca.

  2. Cide Hamete dice:

    Mierda, le dí al botón antes de terminar

    Quería añadir que yo sí soy africano, mejor dicho afroeuropeo, Mi padre era de Cádiz, blanco blanco; conoció a mi madre en 1965 en Guinea, de una familia negra negra. Mi abuelo paterno siempre nos dijo a mí y mis hermanos: «Veníd aquí café con leche» y a mí siempre me hizo muchísima gracia. A mi madre no, claro.

  3. Ignacio GBF dice:

    Pues el otro día, Joe Rogan entrevistaba a Josh Dubin y Jason Flom del «Innocence Project» y hablaban fatal de K. Harris en su tiempo de district attorney en SF: se empeñaba en ganar casos claramente injustos y en bloquear cualquier prueba que contradijese el relato de la policía.

    La entrevista a Josh y Jason es brutal… vaya sistema enfermo e injusto de justicia. La falta de profesionalidad de la policía también deja mucho que desear…

  4. Joaquín dice:

    Artículo muy interesante como siempre. Pero cambiando de tema, cada vez leo a más gente diciendo que Trump es capaz de negarse a abandonar la Casa Blanca. En serio? De él no me extraña nada, pero cuáles serían las consecuencias?

    • Sr.Yo dice:

      Si palma, se va. Eso son chorradas. Ya ha puesto a dos jueces de mano en su Constitucional (el Kavanaf incluso declarando a bocajarro antes de ser elegido que él no veía ilegal nada de lo que hace Trump) y EEUU ya no está para ajustar cuentas, que de todas maneras Nixon se fue de rositas tal cual (acabamos de saber que además le daba palizas a su mujer). Los problemas que tenga fuera de la Casa Blanca serán los mismos que tenía antes de entrar y que como dicen ellos, quedaron en «hiato».

      Lo último que le interesa a EEUU es certificar que un delincuente fue elegido presidente. Sería otro gran favor de Trump a la causa. Harina de otro costal es que le caiga un palo de cojones, y por supuesto que el GOP alquile el Himalaya para echarse más al monte, porque los Andes ya quedan muy de planta baja.

      De hecho, el peor problema que plantea la reelección de Trump es la alta probabilidad de que siga metiendo Marchenas en su Constitucional, porque la lawfare es la continuación del Gerrymandering y deja al pobre Voltaire con el culo al aire.

    • Alatriste dice:

      No solo es capaz sino que primero, el mismo Trump ya se ha negado publicamente a decir que aceptará los resultados, algo que sería tremendo en la oposición pero estando en el gobierno necesitaría una palabra nueva, y segundo, también ha dejado muy claro por dónde irán los tiros: ya ha dicho que las elecciones deberían aplazarse o suspenderse por el COVID-19 (sí, el mismo COVID-19 que según él no es tan grave como para detener la economía ni afectar al curso escolar) y como el virus va a hacer que mas gente que nunca vote por correo, caso de perder Trump denunciará un fraude masivo. Es delirante, los correos son una agencia federal y el que está en el poder es él, no Biden, pero ¿Acaso estamos hablando del mundo real?

      Otra cosa es que vaya a hacer algo mas que eso. Es decir ¿Va a limitarse a ser un mal perdedor, decir que ha sido víctima de un golpe de estado, y pasarse el resto de su vida diciendo que él no ha perdido jamás a nada, del parchís a las elecciones pasando por los negocios, o va a provocar una crisis política en Estados Unidos como no se ha visto desde el Watergate, o peor aún, desde 1861?

      Mi opinión personal es que a menos que el resultado sea humillantemente claro como poco veremos unas semanas muy tensas antes y después del voto, con exigencias de recuentos, denuncias, declaraciones truculentas, etc… y no descarto que la cosa sea peor; los problemas de Trump y su clan con la justicia (aún no se conocen sus declaraciones de impuestos, por poner un ejemplo) no auguran nada bueno.

    • Alatriste dice:

      Y si consiguiera suspender las elecciones (improbable, pero no imposible) o si ganara otra vez, sobre todo si una vez mas perdiera en votos pero tuviera mayoría en el colegio electoral… las cosas podrían ponerse muy serias durante los siguientes cuatro años. Muy, pero que muy serias…

      • Sr.Yo dice:

        Si Trump pierde, por un voto o diez millones, es irrelevante. Trump no es estúpido ni lo ha sido nunca (Hillary lo es), se va y punto porque no hay otra cosa que hacer. Ya reunirá lo que tenga que reunir para irse de rositas porque además, si no se va hoy, se irá en cuatro años. Ya lo está haciendo ahora mismo a la vista de todos, todo lo demás son cortinas de humo de unos y otros. Todas las sandeces que lleva diciendo toda su puta vida son irrelevantes, es su forma de lanzar cortinas de humo. Sabe perfectamente que son imbecilidades, como lo sabe Bolton, que es bastante más imbécil que él.

        A ver si nos fijamos en un par de cosas: primero, este tío ganó la presidencia con una ventana estrecha como una ranura, había leído en su día ya no recuerdo dónde, que apenas 100.000 votos desplazados *totales* en cinco estados clave y Hillary era presidente. Se puede pensar que tuvo una polla como una olla, o que no es lo que la pijoproguesía quere vender. Es también el candidato que se comió el GOP con patatas llevándose por delante a todo el zoo de vacas sagradas. Aquí la única persona con mal perder fue la Hillary y fue también la única que utilizó el aparato para sus corruptelas, con los resultados visibles.

        La lista y el tonto.

        Tan importante como lo que se dice, más, es lo que no se dice y no se habla. Este señor como su presidencia ha probado no es un meteorito que ha caído del espacio, todo lo contrario, está bien a la vista donde se apoya y quien lo ha aupado. Es lo mismo que el Brexit. Toda esa gente cuando él les deje de valer montarán otra cosa, y él se irá porque será exactamente la misma historia de siempre.

        No es él la anomalía, es el sistema que está agonizando. No es una causa, es un síntoma.

      • Sr.Yo dice:

        Es más, no sé yo qué pasará si vuelve a ganar Trump, porque si gana lo más probable es que sea como la otra vez: que pierda con contundencia en el voto popular pero gane el colegio electoral. La vez anterior fueron la respetable de 3 millones de votos, no recuerdo, o algo menos, pero echando cuentas se puede perder por cinco o más millones y salir elegido. Biden no creo que objete nada ni la Harris tampoco, en el momento, pero es evidente que esta situación se va a volver insoportable, una cosa es que el sistema tenga un sesgo que salte ocasionalmente y otra que se pueda argumentar un Gerrymandering a escala total.

        Esto es otro argumento poco visto (no lo he visto en ninguna parte), hasta ahora todo iba «bien» en el sentido de que la inercia del sistema favorecía la reelección «normal» de Trump (es decir, ganar en voto popular y en colegio) pero el «cisne negro» de la CoViD me temo que ha puesto muy caro ese escenario. Es posible que este argumento acabe aflorando y que termine por incidir en el comportamiento del electorado. Digamos que el efecto ranura se puede activar pero no dos veces por el mismo candidato.

        O sí. Chi lo sà. Yo no creo.

  5. Sr.Yo dice:

    No tengo nada claro que esto aporte nada a Biden. Es más, Harris es de California, un estado por descontado Demócrata, así que por ahí tampoco aporta nada. Por el lado afroamericano, es muy flojito, y definitivamente el flanco hispano lo han dejado libre completamente (p.ej. O’Rourke debía tener esperanzas por ahí, aparte ser de Texas). A mayores, Trump ya ha empezado a jugar la carta de que Biden está gagá, puede que efectivamente lo esté o puede que sea un teatrillo, que dejaría con el culo al aire a Donald y su corte de los milagros, pero lo bueno de Trump es que ha degradado su electorado a tal punto que puede hacer meteduras de pata cósmicas que da igual, si es que no le favorecen. Harris no la veo para nada neutralizando a Trump, pero esto está por ver, y Pence es un tipo fuertemente ideologizado y profundamente leal, no sé yo tampoco cómo iría un duelo por ahí. Jugar a empatar y quedar bien tu parroquia no basta, y Pence lo tiene más fácil. Trump ya ni digamos.

    Que por qué ha tardado tanto. Pues porque no hay nadie más. Los demás no valen y además como dice Roger hay una probabilidad significativa de que el VP pueda llegar a la presidencia, esto descarta a casi todos los demás, Sanders incluido (sobre todo él). Es que es difícil argumentar aquí, después de que EEUU haya tenido VPs como Spiro Agnew, aquel que iba con Reagan y no digamos ya Gerald Ford, que acabó de presidente (y en realidad no fue elegido VP, accedió a la Casa Blanca porque Agnew se fue por el retrete). La verdad es que es fácil desmontar la mitología americana.

    La apuesta más segura para la victoria Demócrata es machacar a Trump con sus propias armas: dejando en evidencia su incompetencia, sangrándole en el tema de la pandemia y dándole a la yugular en el tema económico, todo lo demás va a ser contraproducente. Pero en el segundo asunto, sigue siendo todo niebla y misterio y lo poco que se sabe da muy mal rollo, otra hornada de neoliberales globalistas que no son nuevos: son los de siempre. Así que por ahí dirán poco más nada, y Harris por ahí tampoco tiene que rascar, porque cualquier cosa que prometas tendrás que decir de dónde va a venir el presupuesto y donde manda gagá no manda veterana, y respecto a la pandemia, también está por ver quién la caga más y mejor en la campaña. Que es otro tema donde el aspirante tiene que ganar, no vale con empatar.

    Y ya con conspiranoias, dije en su momento que eso que se llama ahora deep state y que se llamó toda la vida «los que tienen la sartén por el mango» (la sociedad a la que quiere pertenecer Susanita la de Mafalda, en un gag de lo más hilarante), está claro que al final siguen divididos sobre las «ventajas» que les aporta Trump vs. aplicar políticas bastante similares, excepto en el plano social interno, claro está, de un tándem Biden-Harris. Yo no veo nada claro que un payaso mediático como Trump que con todo el desparpajo dinamita la posición USA en Oriente Medio llevando la embajada a Jerusalén y soltando como quien no quiere la cosa que lo de Beirut es un ataque, supongo que por hacerle un favor a Macron en la forma de una sublime patada en los cojones (de rebote a toda la UE), no obtenga los mismos resultados que estos dos intentando como Obama hacer lo blanco negro y soltar solemnes paridas con la mayor seriedad. Casi se diría que Trump hasta saca más. Porque lo que sacan es virtualmente nada, y eso no va a mejorar ya.

    Eso sí, se espera que esta gente (B-H) deje de destrozar a mayores aún más la sociedad americana, pero eso también está por ver.

  6. Pacou dice:

    «Si os interesa leer más sobre cómo funciona la política en elecciones legislativas estatales, estaré encantado de escribir sobre el tema.»: sí, per favor, seria molt interessant. Gràcies!

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