Internacional

El virus que nunca se fue

27 Jun, 2020 - - @egocrata

A principios de mayo hablé sobre cómo Donald Trump y muchos comentaristas americanos estaban cantando victoria sobre el fin de la pandemia de coronavirus, pero como las cifras parecían indicar que la celebración quizás era un tanto prematura. La tendencia parecía reflejar una caída de casos, contagios y muertes en todo el país, pero toda la caída provenía del final del espantoso brote en Nueva York, Nueva Jersey y Connecticut. En el resto, los casos estaban estancados o creciendo lentamente.

La Casa Blanca, sin embargo, estaba ansiosa por reabrir la economía tan pronto como fuera posible. La estrategia electoral de Trump se centraba en el sencillo de mensaje de “quizás el presidente es un cretino, pero hace su trabajo y la economía va bien.”. Si la tasa de paro se disparaba al 20%, la Casa Blanca no tendría nada que decir de aquí a noviembre. Economistas, expertos en salud pública y cualquier comentarista con dos dedos de frente se pasó el mes de mayo diciendo que la única manera de que la economía se recuperara era controlando la pandemia primero y abriendo después. Trump presionó a los gobernadores para reabrieran igualmente, sin mirar a los datos.

Durante el mes de mayo el número de casos fue disminuyendo lentamente en todo el país, al menos en apariencia. En realidad lo que estábamos viendo era el largo descenso hacia cero de los tres mayores brotes. Muchos estados que habían tenido relativamente pocos casos como Arizona, Texas y Florida se apresuraron a reabrir, saltando fases y animando a todo el mundo a volver a bares, restaurantes, playas, iglesias y oficinas. En paralelo, muchos políticos republicanos (empezando por el mismo presidente) iniciaron una incomprensible jihad contra ponerse máscaras, negándose a hacerlas obligatorias o ni siquiera recomendarlas en sitios cerrados.

La guinda fue el mitin de Trump en Tulsa, Oklahoma, concentrando más de 6000 personas (aunque la intención fueran 19.000, pero ya sabemos que no fue casi nadie) en un pabellón de deportes cerrado la semana pasada. La América republicana se declaraba victoriosa contra el virus; Estados Unidos iba a viento en popa.

El resultado ha sido el siguiente (vía NYT):

La explosión de nuevos casos se concentra en Florida, Texas y Arizona, junto con un grupo de los condados más conservadores de California. Arizona (población algo más de siete millones) está detectando más de 3.000 casos diarios, con crecimientos por encima del 10%, y tasas de positivos en tests que se acercan al 25%. Florida (población 21 millones) está encontrando casi 9.000 casos diarios, con una curva de crecimiento espeluznante y una tasa de positivos que se acerca rápidamente al 15%. Texas (29 millones) va justo detrás (más de 5.000 casos nuevos ayer viernes). Otros estados como Georgia, Luisiana, Oklahoma o Carolina del Sur están empezando a dar señales de que la curva de contagios va en el mismo camino.

La respuesta política a este desastre ha sido desesperante. Florida y Texas decidieron ayer dar marcha atrás en sus planes de reapertura; Texas ha cerrado los bares, y Florida ha prohibido la venta de alcohol en ellos. En la más pura tradición de hacerlo todo de la forma más chapucera posible, algunos condados han impuesto normas más estrictas, otros han insistido que lo de las máscaras es cosa de comunistas y liberticidas. En Arizona al gobernador ni se le ha visto, ni se le espera. Algunos insisten que la culpa de los nuevos brotes recae en la oleada de protestas de Black Lives Matter de este último mes, a pesar de que los estados con más manifestantes (Nueva York y Minnesota) no han visto un aumento de casos.

Mientras tanto, la Casa Blanca ha decidido que la mejor estrategia es pura, simple, y llanamente negar la realidad. El vicepresidente ayer presumía de que Estados Unidos había conseguido aplanar la curva en una rueda de prensa; Trump se montó un bonito acto con empresarios donde presumió de lo bien que se ha recuperado la economía americana (una fantasía) y soltaba cosas como esta en Twittter:

Es cierto que las muerte diarias ha disminuido, pero sabemos que las infecciones llevan su tiempo antes de producir defunciones. También sabemos que los contagiados estos oleada son de media más jóvenes, así que el virus será casi seguro menos letal. Aún así, esto es todo lo que ha dicho Trump de la pandemia los dos últimos días. El tipo lleva toda la mañana twitteando conspiraciones sobre Obama, quejándose de terroristas y alborotadores de antifa imaginarios, y diciendo que quiere que el Supremo derogue la ley de sanidad de Obama y deje sin seguro médico a más de 20 millones de personas en medio de un desastre sanitario.

Los votantes parecen haberse dado cuenta que el Trump empieza a recordar peligrosamente a cierto meme de un dirigente gritando a sus subordinados en un búnker negando que la guerra esté perdida, y los sondeos de esta semana son catastróficos para el presidente. Ahora mismo parece que Biden iría por delante incluso en lugares como Iowa (!), Georgia (!!) y Texas (!!!), algo inaudito en unas elecciones presidenciales recientes. Los márgenes son mucho mayores que los que tuvo Clinton durante el verano del 2016 y tras las grabaciones de Access Hollywood, con el añadido además de que mientras Hillary era detestada por gran parte del electorado, Biden es apenas produce rechazo.

¿Quiere decir esto que Trump tiene las elecciones perdidas? La experiencia del 2016 (y cambios en los sondeos de mayor magnitud en otras elecciones, como en 1988) dejan claro que no. Las elecciones aún están muy lejos, y los votantes americanos no empiezan a prestar atención a la campaña hasta septiembre. Este 2020 ha sido un poco impredecible, así que Dios sabe qué sorpresas, catástrofes, desastres y aventuras tendremos de aquí a noviembre. Ahora mismo es difícil imaginar qué puede irle peor a Trump, y aún así está “sólo” a 10 puntos de distancia.

El problema grave para el presidente, en todo caso, es que los brotes que estamos viendo ahora mismo son en estados que necesita ganar, sí, o sí, en noviembre. Cualquier gobernante más o menos racional se daría cuenta que en vista de un potencial desastre sanitario con decenas de miles de muertos en Florida, su principal prioridad debería ser hablar de epidemia todo el rato, inundar el estado con recursos y ayudas federales, y hablar sobre la radical urgencia de tomar medidas ante esta tragedia nacional.

Donald Trump, mientras tanto, está retwiteando esto:

Todos los casos de “corrupción” de Obama en la lista o son conspiranoias de la derecha, o son completamente ficticios. En fin.

Bolas extra:

  • El caso ante el supremo sobre obamacare es ridículo, por cierto. Es muy probable que los jueces no decidan hasta después de las elecciones.
  • Las protestas recientes de Black Lives Matter han producido un cambio extraordinario en la opinión pública, en dirección contraria a lo que defiende Trump.
  • Un número tan deprimente como familiar: un 43% de las muertes de coronavirus hasta ahora en Estados Unidos se han producido en residencias de ancianos.
  • Los republicanos están lo suficiente asustados como para estar planteándose otro plan de estímulo fiscal.
  • Incluso National Review, la revista central del conservadurismo americano, reconoce abiertamente del catastrófico fracaso que está siendo la respuesta americana a la pandemia. En Breitbart pasan de defender nada y hablan de estatuas. En Daily Caller tienen un maravilloso editorial sobre el vestido de Ivanka Trump en un acto en la Casa Blanca.


4 comentarios

  1. peterot dice:

    Ver a comentaristas que han callado ante el caso español, muchísimo más grave que el norteamericano, a los que no hemos visto ni una crítica sino todo lo contrario, quedar deslumbrados por estos tipos que no saben ni lo que hacen. Como sorprendidos de que se pueda hacer así de mal. Los tienes que querer, lacayos del partido.

    • Alatriste dice:

      Empecemos por decir que si algo ha quedado claro en estos meses es que en el futuro las estadísticas relacionadas con una pandemia deben hacerse con los mismos criterios en todas partes. Ahora mismo ni se parecen, lo que nos lleva a ver cosas como una tasa de mortalidad entre los enfermos del 14% en el Reino Unido, el 8% en Canadá, el 4,8% en Estados Unidos, el 1,4% en Rusia y el 0,1% en Qatar…

      Pero una vez dicho eso es delirante afirmar que «el caso español» es mas grave que el americano. En los momentos en los que escribo el número de enfermos de COVID-19 en Estados Unidos supera ya 2.638.000. Eso es nada menos que 10,6 veces el número de casos ocurrido en España. Y por si eso fuera poco, el número de casos añadido ayer a esa cifra estuvo muy cerca de 40.000 (y probablemente fue peor, porque ayer 29 era lunes; veanse los resultados del 15 y el 22 de junio) Dividiendo por siete para hallar un equivalente, Estados Unidos está como si aquí siguiéramos sumando cerca de 6.000 casos al día… y encima, la cifra está disparándose, no bajando. Es un desastre sin paliativos, y todavía va a empeorar.

  2. LaBúsqueda dice:

    ¿Qué posibilidades reales hay de que un rebrote de la enfermedad realmente fuerte obligue a aplazar las elecciones de noviembre?

  3. Luis dice:

    Las opiniones vertidas son interesantes y clasificadoras sobre la situación en USA pero, por favor, lean un par de veces los artículos antes de publicarlos. Hay errores que afectan a la comprensión, ademas de apreciar oraciones construidas de forma algo ambigua en el ámbito gramatical.

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