Internacional

La izquierda americana después de Bernie (I)

11 Jun, 2020 - - @egocrata

Para la izquierda americana (o para ser más preciso, el sector de la izquierda que opera dentro del partido demócrata) la derrota de Bernie Sanders en las primarias del 2016 fue vista como un prólogo. Un candidato populista, insurgente, sin apoyo alguno del aparato, a base de donaciones pequeñas, un mensaje de cambio y el trabajo de miles de voluntarios por la causa se quedó a un paso de ganar la nominación presidencial. El establishment del partido hizo todo lo posible (incluso trampas, para los más conspiranoicos) para que ganara Clinton. Su derrota en las generales (tras la huida de los votantes blancos sin educación hacia Trump, los mismos votantes que no consiguió ganar en las primarias) era la confirmación de que los demócratas habían cometido un error histórico.

Bernie podría haber ganado. El 2020, era la hora de Sanders.

El detalle que se olvidaba a menudo es que Bernie Sanders consiguió un 43% del voto en las primarias demócratas del 2016, a doce puntos de Clinton. El resultado parecía ajustado porque Bernie, merced de su ejército de activistas y voluntarios altamente motivados, ganó de forma consistente en los estados donde se celebraron caucus, aprovechando la baja participación. El partido estaba detrás de Clinton, y las primarias nunca estuvieron realmente a su alcance ese año. Si Sanders quería competir el 2020, necesitaba un plan de ataque nuevo.

El patrón demográfico de los votantes de Clinton y Sanders el 2016 fue bastante estable. Hillary barrió entre votantes de color y sacó mayorías confortables entre votantes con educación alta. Sanders ganaba entre los votantes jóvenes y votantes blancos sin educación universitaria. Sanders centró toda su campaña en hablar de clase social y desigualdades, sin meterse demasiado en temas de discriminación racial o género. La intuición de Bernie y sus estrategas es que para ganar el 2020 debían primero hablar de racismo, género, identidades, inmigración y otros temas digamos postmodernos para ganarse la confianza de los votantes de color y recuperar terreno entre universitarios.

No funcionó.

Las primarias han terminado, y Bernie ha sacado un 29% del voto, a 18 puntos de Joe Biden, el ganador indiscutible este ciclo.

El votante de Bernie Sanders del 2020 resultó ser votantes varones jóvenes, latinos, ligeramente más educados que la media, y aquellos que se definen como “muy liberales” (muy progresistas). Es decir, el voto “blue collar” arquetípico que Clinton “no podía ganar” se fue a Biden. Bernie se quedó con el ala gafapasta del partido y los verdaderos creyentes en la causa, pero no más allá. Aquellos que sospechábamos que grante parte del voto a Sanders el 2016 era más anti-Clinton que pro-revolución (y cof sexista cof) estábamos en lo correcto. El partido demócrata no se había movido a la izquierda el 2016, sino que se había rebelado contra los Clinton.

Los estrategas de Sanders, ya en verano, eran conscientes que el giro hacia el anti-racismo y temas culturales de Bernie no acababa de funcionar. Fue entonces cuando apostaron por una estrategia de consolidar a la base del partido (ese 30% pertinaz que siempre podían contar) y confiar que los moderados se sabotearan entre ellos. Si Bernie llegaba al supermartes con ese porcentaje del voto y un pequeño pelotón de moderados dividían el voto, la cuenta de delegados podía hacerles imparables hasta la convención.

El problema, claro está, es que los moderados no eran idiotas, y una vez Warren asesinó salvajemente a Bloomberg en un par de debates, el resto cerraron filas detrás de Biden, que barrió en el resto de los estados.

La izquierda demócrata tuvo en el 2016 una dulce derrota, con el schadenfreude adicional de ver a Clinton estrellarse en noviembre. La del 2020, sin embargo, ha sido una derrota amarga, y las recriminaciones están a la orden del día. Algunos culpan a Warren de la derrota de Sanders, aunque el 9% de apoyos que acabó recabando no bastaban para ganar las primarias. Otros culpan al establishment, que conspiró nuevamente contra Bernie. No importa que la estrategia de Sanders fuera apostar porque los moderados fueran tontos, claro.

El debate más interesante, creo, es entre los puristas ideológicos y los realistas.

Bernie había sido siempre un político en el ala izquierda del partido en temas de desigualdad económica, gasto público, y regulación del sector privado, pero era bastante moderado en el resto. Había sido muy tibio toda su carrera en control de armas de fuego, y nunca fue de hablar de racismo sistémico, derechos de los homosexuales o temas culturales variados. En cuestiones de inmigración era incluso bastante conservador.

Post-2016, sin embargo, la izquierda americana esencialmente “se enganchó” a Sanders por completo. No importaba que Bernie hubiera sido un moderado durante toda su carrera sobre un tema determinado, si eras del sector progresista en cualquier materia ibas a apoyar a Bernie primero y hacer preguntas después. Sanders, del 2016 al 2020, cambió mucho en muchos temas, siempre moviéndose hacia la izquierda, a menudo más allá de donde había estado Clinton.

Los ideólogos del sanderismo (después de negarte de que Bernie haya cambiado nunca de opinión en nada) hablan de estos cambios como una consolidación de la izquierda con una agenda y programa coherente y decidido. Los realistas dicen en cambio que la campaña de Sanders acabó convirtiéndose en una prueba de pureza continua sobre lo que era ser de izquierdas, con un vociferante coro de internet asociado dispuesto a lapidar cualquier disidente. Lejos de ampliar la base para intentar pasar del 40 al 50% del voto, la verdadera izquierda se las arregló para asustar al 12-13% de votantes que veían a Bernie con buenos ojos y detestaban a Clinton, pero resulta que no estaban dispuestos a comprar la totalidad del programa de la izquierda.

Mi intuición (sobra decirlo) es que los realistas tienen razón. Primero, porque no importa lo anti racista que digas ser, eso no basta para atraer el votante negro en las primarias. Latinos y afroamericanos son ideológicamente más moderados que el votante blanco con estudios universitarios que abunda por Twitter y que tanto adoraba a Bernie como progresista. Al ofrecer un paquete sin compromisos donde todas las posturas eran uniformemente radicales sin triangulación o concesión alguna, Sanders empequeñeció su coalición. En vez de ampliar sus bases, acabo por dividirlas. La falta de ambigüedad (y cintura) de su campaña acabaron por asustar a demasiados votantes.

La duda es qué toca hacer ahora, cuando la izquierda tiene el candidato que menos querían (aparte de Bloomberg) en unas presidenciales cruciales y no tienen un líder claro para el 2024.

De eso hablamos en el próximo artículo.

Bolas extra:

  • El 19 de junio esJuneteenth, la celebración (venerada en la comunidad negra) del aniversario de la abolición de la esclavitud. Donald Trump va a celebrar su primer mitin post-pandemia el 19 de junio en Tulsa, Oklahoma.
  • En Tulsa, hace 99 años, sucedió esto. Los republicanos insistirán que es accidental que Trump, un presidente que lleva años flirteando con el racismo, celebre un evento ese día allí. Y un cuerno.
  • Esto viene el mismo día en el que Trump ha rechazado cambiar el nombre de varias bases militares americanas que llevan el nombre de generales sureños en la guerra civil. Sí, hay un montón de bases americanas que llevan el nombre de generales que se alzaron en armas contra el gobierno de Estados Unidos para defender la esclavitud, pero lo del racismo son imaginaciones nuestras.
  • NASCAR ha anunciado que prohibirá la exhibición de banderas confederadas en sus circuitos. Cuando NASCAR, que es demográficamente el deporte más sureño, conservador, y redneck de todos los deportes conocidos, te adelanta por la izquierda es que algo estarás haciendo mal.


7 comentarios

  1. Diego dice:

    Bases militares con nombres de militares confederados…uno esperaría algo más de seriedad del ejército…

    • Juanen dice:

      Al fin y al cabo, la mayoría de los generales sureños habían sido antes generales de la Unión.
      Y se debería de decir, que toda la guerra de secesión era algo más que esclavistas contra no esclavistas. Fue más el sur rural contra el norte industrial. Si al final Lincoln abolió la esclavitud, fue más por propaganda y para que los europeos no entraran en el conflicto.
      Por lo que habría que ver cada caso y si merecen que les quiten el nombre o no.

    • adrian rubiero dice:

      antes y después de hecho. incluso hubo algún antiguo rebelde que comandó tropas es Cuba contra España.

      La guerra civil no tuvo los tintes ideológicos totalitarios tan del gusto de los europeos. Los sureños se alzaron en armas para mantener su fuerza política, lucharon y perdieron. Fin de la historia.

  2. Spaniard dice:

    ¿No se opuso en 2015 el gobierno de Obama a lo mismo (cambiar los nombres de las bases)? «Reconciliation, not division»
    https://www.latimes.com/nation/ct-army-confederate-soldiers-base-names-20150624-story.html

    Pero claro, ahora es racista porque «Orange Man Bad»

    • José Luis Fernández dice:

      A mí no me convence la idea de juzgar a personas que vivieron hace décadas o siglos con criterios actuales. No lo veo justo.

      Si quieren cambiar los nombres de esas bases militares, ya puestos, por qué no cambian el nombre de todos los colegios, calles o lugares con el nombre de cualquier presidente anterior a la finalización de la segregación en los años 60?

      No podemos juzgar con la moral actual a alguien que vivió cuando había otra. Juzguemos con la moral actual a los que viven y actúan ahora.

      Los racistas actuales no tienen cabida en una sociedad democrática, del mismo modo que los machistas o cualquier otro tipo de discriminación sobre otro colectivo. Pero hacerlo retroactivo, es muy injusto. Sócrates no condenaba la exclavitud: también lo excluimos de las estatuas, nombres de lugares e incluso de la consideración como filósofo?

  3. Sr.Yo dice:

    No hay manera.

    Cuando el sistema iba a cañón, se vendía cualquier mierda. Es más, cualquier mierda se vendía sola. Si seguimos (los humanos) por aquí dentro de 100 años hechos como que Nixon o Kissinger fueron grandes estadistas, para (algunos de) sus contemporáneos hablará por sí mismo. La realidad sí es lo que parece, es nuestra mente (sus prejuicios) quien no quiere ver las cosas.

    Lamento insistir tanto, porque es que engañarse con estas cosas es muy peligroso: Sanders no quería ganar en 2016, es más, sabía perfectamente que era prácticamente imposible, incluso suponiendo que por alguna carambola llegase a presidente, el recorrido de su programa iba a ser muy, digamos, complicado. No ha cambiado nada en 2020. Sanders se presenta para escorar a la izquierda el programa demócrata, que de izquierdoso no tiene nada, Clinton era y es una corrupta monumental, y de izquierdista tiene lo que Abascal (quizá menos). Eso es todo el truco. El aparato del partido lo ha entendido perfectamente y ha sacado otras pijoprogres fake como la Warren o la Harris para neutralizar el efecto. Curiosamente, Sanders sí tiene ahora una probabilidad marginal de ser candidato, pasando porque Biden se defenestre de alguna manera, dado que al partido demócrata en realidad le importa un carajo a estas alturas que vuelva a salir Trump.

    Biden en estos momentos no tiene asesores económicos. Nadie los conoce, no se sabe quienes son. No se les permite hablar con la prensa. Biden en realidad no tiene nada, va a basar su campaña en que Trump es un monumental inepto, que lo es, y hemos llegado hasta aquí porque Trump tiene mierda de sobra para arrollar a Biden, y como es un anormal y un irresponsable, puede usarla y seguramente lo hará. Que el tiro pueda salirle por la culata, a él o a ambos, eso está por ver. Es otra razón para meter a Biden por delante, no porque sea un tipo con valores intrínsecos. Es otro corrupto y además antipático, aunque estén dando la barrila todo el día con lo contrario (la Clinton era insoportable).

    La izquierda en Occidente ya no existe. Que a un jesuita como Corbyn lo llamen peligroso camarada (cuando el bolchevique furioso es Cummings) da idea de la preimplosión en la que estamos. Políticas de Cáritas siempre fueron una cataplasma, y como dijo Stalin, a un cadáver no le hacen nada.

    Si Biden gana las elecciones, lo que en estos momentos parece lo más probable pero esto es no decir nada, literalmente, la política de EEUU, sobre todo la exterior, no va a cambiar un ápice. Es toda, como ellos dicen, bipartisana (bipartidista). Cabría esperar que fuese menos zafia y garrula, estoy por decir que lo será más. La realidad es la misma para Trump que para Abraham Lapuerta Lincoln, es patente que el trabajo de comercial tiene su relevancia, pero no cambia el rumbo de las cosas, igual que la anestesia facilita las cosas pero por sí misma no cura nada.

    Si yo tuviera 80 años, mis probabilidades de supervivencia frente a la CoViD serían casi un orden de magnitud más altas en China (o Vietnam, o Taiwán, o Kerala, que no la India) que en Suecia, en el Reino Unido y ya ni vamos a mentar a los EEUU, que por cierto este es el cuarto año consecutivo que baja su esperanza de vida, algo que no había pasado jamás en toda su historia (incluyendo la II GM y la de Secesión, que no Civil). La tendencia es esa, agárrense los machos.

    No hay publicista que coloque esta puta mierda, a no ser que se drogue e intoxique al «mercado». En eso están, a la Alemania Nazi le sirvió prácticamente hasta que la bandera de la URSS ondeó en las ruinas del Bundestag (que a los nazis tampoco les importaba mucho, el Bundestag).

  4. Sr.Yo dice:

    Pues ya no estoy tan seguro que vaya a ganar Biden, incluso sin guerras de mierda.

    https://m.youtube.com/watch?v=YgpV9xsSGrg

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