Llevo semanas diciendo que Estados Unidos tiene suerte de ser un país federal donde el presidente no puede hacer demasiado daño. Trump, durante los últimos días, parece obcecado en darme la razón.

Estos son tres Tweets del hombre más poderoso de la tierra, hablando de estados dentro de su propio país:

Como casi todo lo que sucede dentro del cerebro de Donald Trump, esta serie de exabruptos empezó en Fox News. El viernes pasado la cadena estaba retransmitiendo imágenes de una manifestación en Michigan donde una serie de chalados, muchos ellos armados, crearon un atasco de tráfico alrededor del capitolio en Lansing para reclamar el fin del confinamiento. Michigan tiene más de 31.000 casos de coronavirus, llevan casi 2.400 muertes y acaban de superar el pico de la enfermedad; reabrir ahora sería irresponsable en extremo. Fox entrevistó a una de las organizadoras de la protesta, que pidió “liberar Michigan” de la conspiración anti-Trump que mantenía a la gente en sus casas por una enfermedad controlable.

Minutos después, Trump soltaba estos Tweets, y no ha parado de hablar de esta manera durante todo el fin de semana. Tenemos, a todos los efectos, un jefe de gobierno que está hablando en contra no sólo de gobiernos estatales, sino de su propio gobierno. Alguien que presta más atención a grupos de frikis montando manifestaciones pro-coronavirus (porque es la única manera de definir esta gente) en varios estados al consejo de todos los expertos dentro de su propia administración.

Image:
Joshua A. Bickel / Columbus Dispatch

El país tiene la buena fortuna de que el presidente no puede levantar confinamientos estatales (las competencias de orden y salud pública están en manos de los estados, y el congreso no está por aprobar legislación federal sobre el tema), así que las diatribas de Trump no tienen consecuencias directas. Por desgracia, el hecho de que el presidente esté intentando politizar una pandemia hablando en contra de las medidas que aconseja su propia administración está poniendo presión/ abriendo la puerta a muchos gobernadores de estados más conservadores a intentar eliminar algunas restricciones.

Esto ha empezado a suceder en sitios como en Texas y Florida, ya este mismo fin de semana. Ninguno de los dos estados tiene brotes víricos fuertes ahora mismo, y en ambos casos muchos condados van a mantener muchas restricciones (porque ahí los condados tienen muchas de estas competencias. Y sí, el gobierno en este país es un galimatías), pero desde luego tienen casos suficientes como para tomarse la epidemia en serio.

Es posible que para finales de esta semana el país tenga una respuesta a la pandemia de dos velocidades. Por un lado los estados del noreste y la costa oeste con restricciones duras (nadie tiene un confinamiento tan estricto como España, eso sí), por otro el sur y centro del país (con algunas excepciones como Luisiana, que tiene un gobernador demócrata) con confinamientos cada vez más blandos. Es decir, una respuesta a una pandemia siguiendo los colores políticos de cada uno, con el presidente del país criticando día sí día también a los gobernadores que prefieran la cautela a una reapertura apresurada.

La teoría, según algunos observadores, es que Trump está reaccionando a los sondeos, donde una mayoría de americanos están culpando al presidente de la crisis. En vista que su primera estrategia de echar la culpa de todo a China no funcionó, ahora ha decidido echarle la culpa a los estados. Aunque las encuestas también parecen indicar que los americanos están a favor de mantener los confinamientos que a arriesgarse a abrir antes de tiempo, politizar el tema buscando cabezas de turco según la economía cae en un pozo no deja de ser la estrategia Trumpiana habitual.

Mi intuición, francamente, es que hablar de “estrategia” y “Trump” en la misma frase es un poco como adivinar el futuro leyendo el vuelo de las palomas. Sí, un profeta va a encontrar patrones en las acciones de ambos, pero que tengan un significado más allá es bastante discutible.

Sin ser epidemiólogo, no sé si las acciones de los estados que reabran parcialmente acabarán por causar nuevos brotes. Mi temor es que en vez de ver una curva que crece, se estanca, y disminuye lentamente, Estados Unidos se quede “clavado” un patrón con 1.500-2.000 muertes diarias, con suficientes contagios como para que la crisis se alargue durante semanas.

No va a ser bonito.

Bolas extra:

  • El precio de un barril de petróleo de West Texas (el equivalente para el mercado americano del Brent) ha caído a $10.01 el barril, el precio más bajo desde 1982. Algunas variedades de crudo han visto precios negativosestos últimos días. El gobernador de Texas puede intentar reactivar la economía abriendo restaurantes todo lo que quiera, pero esta crisis va a barrer un sector que representa un 10% del PIB del estado.
  • Hay bastante debate estos días sobre cómo la pandemia puede afectar la ciudades de Estados Unidos, que estaban viendo su población estancarse incluso antes de esta crisis.
  • ¿Podéis solucionar estos puzzles basados en estados con gerrymandering desatado?


Un comentario

  1. Alatriste dice:

    …Y es evidente que esto lo has escrito antes de que Trump, en su línea de tomar decisiones racionales, justificadas y eficaces, haya decidido parar por decreto la imigración a los Estados Unidos para detener «el virus chino». Porque claro, no está ya metido hasta la cocina en todos los estados del país, y porque ningún ciudadano de los Estados Unidos sería tan poco patriótico como para contagiarse en el extranjero y traerlo de vuelta. No, el virus tienen que haberlo metido sucios extranjeros ¿Quién si no?

    Esto es tan deprimente que hace unos días, viendo por enésima vez Quo Vadis gracias a la Semana Santa, no pude evitar pensar que Donald Trump habría hecho el papel de Nerón mejor que Peter Ustinov; toda la megalomanía y el narcisismo, nada de la simpatía y el humor. Realismo puro. Es demasiado fácil imaginar que sus últimas palabras sean «Qué gran empresario muere conmigo».

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