Internacional

Tiburones, popularidades y pandemias

26 Mar, 2020 - - @egocrata

Uno de los artículos más famosos y citados de ciencia política de los últimos 20 años es “Blind Retrospection – Electoral Responses to Drought, Flu, and Shark Attacks”, escrito por Chris Achen y Larry Bartels el 2003. La hipótesis principal del texto es que los votantes a menudo son bastante miopes a la hora de asignar responsabilidades a los políticos cuando acuden a las urnas, echándoles la culpa de cosas que están completamente fuera de su control como sequías, epidemias de gripe y otras miserias. El ejemplo más célebre del artículo, y de lejos el más divertido, es el análisis que hacen de la influencia de ataques de tiburones en poblaciones costeras en Nueva Jersey en las elecciones presidenciales de 1916. Los votantes culparonde los ataques de tiburones a Woodrow Wilson, con los municipios donde hubo más ataques penalizándole en las urnas.

Como todo lo bueno y divertido en este mundo, resulta que el artículo tiene algunos problemas, y es posible que los resultados no sean estadísticamente significativos. Aunque el ejemplo favorito de todos los politólogos para hablar sobre la irracionalidad de los votantes ya no funcione, sin embargo, lo cierto es que hay bastante evidencia empírica fuera de este artículo que corrobora que el electorado a veces decide el voto por motivos francamente extraños y cosas totalmente fuera del control de los políticos.

Cosas como una pandemia de gripe, vamos.

Hoy toca hablar sobre algo muy específico: la aprobación de Trump está ahora mismo en máximos históricos. Un 60% de ciudadanos americanos están satisfechos sobre cómo Trump está gestionando la crisis del coronavirus.

Esto parece contradecir todo lo que llevo escrito las últimas semanas diciendo que la gestión federal de la pandemia es un desastre y que Estados Unidos va camino de un escenario con decenas de miles de muertes. No obstante, estos números son bastante malos para Trump.

Echemos la vista atrás al arquetipo de presidencias fallidas, Jimmy Carter. La crisis de los rehenes en la embajada de Teherán monopolizó el último año de su mandato, arruinó su reputación y le llevó a perder de forma abrumadora contra Ronald Reagan. Echemos un vistazo su índice de aprobación, según Gallup:

Jimmy Carter's Job Approval Ratings Trend

¿Veis ese pico en la aprobación de Carter a finales de 1979? La toma de la embajada en Teherán fue el 4 de noviembre de ese año. En un momento de crisis, en Estados Unidos y en cualquier país que conozco, quienquiera que ocupa el ejecutivo acostumbra a ver un fuerte aumento de su popularidad. A este efecto los americanos le llaman “rally around the flag” (agruparse alrededor de la bandera) y sale de una mezcla de patriotismo mal entendido, confusión, y el hecho que el presidente sale por la tele diciendo que hay que ponerse serios.

Si la gestión presidencial del desastre es buena, enfrentarse a una crisis con éxito puede mejorar la popularidad del presidente a largo plazo. Si es mala, veremos algo parecido a lo que le sucedió a Carter en 1980, o a George W. Bush una vez quedó claro que Irak era un desastre.

Trump, si hacemos caso a los sondeos, ha visto su popularidad aumentar de 41-42% a 45-46%, una mejor de cuatro puntos. Comparado con los saltos que otros presidentes han tenido en tiempos de crisis, esta mejora es muy pequeña. Carter pasó de un 32 a un 61% en Gallup en apenas tres días. Tras el 11-S, Bush dio un salto de 51 puntos. Como señalan en 538, todos los líderes occidentales están viendo su aprobación mejorar durante este pandemia (Conte casi 30 puntos, Macron 13, Boris 22 puntos). La raquítica mejora de la popularidad de Trump es de hecho muy inusual.

Esto puede deberse, por supuesto, a la enorme, gigantesca polarización del electorado americano, que está dividido incluso en cómo interpretar la crisis; los votantes republicanos están muy poco preocupados de que esto pueda ir a peor. También puede deberse a que, paradójicamente, lo peor de la crisis aún no ha llegado (Nueva York empezará a tener la escalada de casos grave a finales de esta semana) y que el rally around the flag aún no está llamando la gente a filas.

La explicación más convincente, creo yo, es que Trump y el gobierno federal están haciendo muy poco aparte de dar ruedas de prensa, decir bobadas contradictorias y echarle la culpa a otros de lo que pueda pasar, así que incluso para el tradicional votante temeroso que se hace patriota en tiempos de crisis, la gestión de Trump inspira poca confianza.

Es muy probable que estos números sean completamente distintos de aquí un par de meses. Todo parece indicar que Estados Unidos va camino de un brote de coronavirus muy grave en Nueva York, y una larga serie de brotes secundarios en otros ciudades por todo el país. Cada día, sin excepción, nos estamos encontrado señales en otros estados de que van camino de un estallido localizado de aquí unos días (hoy Florida, Detroit, Nueva Orleans y Mississippi tenían datos muy malos), mientras que Trump insiste que lo peor ya ha pasado y que podremos reabrir el país allá por Semana Santa. Estados Unidos ha tenido mucha suerte que los dos primeros estados en tener brotes fuertes (Washington y California) tuvieron una respuesta muy decidida a nivel estatal (hasta el punto de que el brote en Seattle está casi controlado), pero esa suerte no creo que le vaya a durar mucho.

No es descabellado que de aquí dos o tres semanas Estados Unidos tenga un 11-S de muertes cada día debido al coronavirus, una economía en caída libre, y un presidente que llevaba meses diciendo tenerlo todo bajo control. Veremos los sondeos entonces.

Bolas extra:

  • La mención de Jimmy Carter hoy no es casual. Hace tres años hubo una discusión en la izquierda americana sobre si Trump representaba una transformación del electorado (estilo Reagan) o era el último de su especie, el canto de cisne de un partido en decadencia (Jimmy Carter). Mi sensación (en un artículo de noviembre del 2016 que ha envejecido sorprendentemente bien) es que Trump tiene mucho de Jimmy Carter.
  • Mississippi tiene 377 casos de coronavirus. Lleva cinco muertes. Como referencia, están como estábamos en España el 5-6 de marzo, pero con cifras de contagio peores. Su gobernador, Tate Reeves, ha decidido hoy relajar las medidas de distanciamiento social mientras que pide prohibir los abortos durante la crisis.
  • Reeves, obviamente, es republicano.
  • El senado ha aprobado el plan de estímulo, tras algunos roces y retrasos. Va camino de la cámara de representantes, donde se espera pasará sin problemas. Ya sé que prometí hablar de su contenido; lo haré cuando tenga tiempo de repasarlo con más calma. Si queréis saber más ahora mismo, Eric Levitz tiene un espléndido resumen de las medidas incluidas aquí.
  • Son dos billones (con b) de dólares, el mayor estímulo fiscal jamás aprobado en el congreso. Casi dos veces y medio el estímulo fiscal de Obama.


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