Llevo dos artículos de 2000 y pico palabras escribiendo sobre candidatos demócratas a la presidencia, y aún me quedan un buen puñado. Ya hemos cubierto los favoritos y los candidatos que aunque menos visibles, tienen un camino improbable pero plausible hacia la nominación. Hoy tocan los presidenciables que están fuera de la conversación mediática por ahora, pero que no son puramente quijotescos. Muchos de ellos, de hecho, son tipos que me extraña que nadie los tenga en sus quinielas, ya que cumplen con muchos de los requisitos informales para estar en esta carrera. Veamos quienes son.
Ex-alcalde de Nueva York, ex-republicano moderado convertido en demócrata centrista, hombre de negocios legendario y tipo que hace que Donald Trump parezca un mendigo de lo rico que es (tiene 51.800 millones de dólares en el banco), Bloomberg lleva años flirteando con intentar alcanzar la presidencia. Lo consideró seriamente el 2016 como independiente, aunque al final decidió no hacerlo porque sus encuestas internas señalaban que su candidatura ayudaría a Trump . Este año está pensándoselo de nuevo, esta vez intentando ganar la nominación demócrata en primarias. Mi intuición es que seguramente acabará por no presentarse, pero merece ser tenido en cuenta.
A su favor, Bloomberg tiene experiencia política (12 años como alcalde de Nueva York), es conocido en todo el país, es un hombre de negocios de éxito y es inmensamente rico, hasta el punto que podría gastarse cinco veces lo que gastó Obama el 2012 con la calderilla de los cojines del sofá. En contra, es un poco mayor (77 años), es francamente aburrido hablando en público (menos cuando intenta hablar en español), y en un contexto donde los megamillonarios son vistos con cierta hostilidad por las bases del partido, quizás las bases no estén por votar a un plutócrata.
Eso no quiere decir que sea imposible que gane. Aunque el sector progresista del partido es más ruidoso, el votante mediano demócrata sigue siendo bastante moderado. Dado que no hay demasiada competencia por el voto en ese lado del partido, alguien con esta cantidad de dinero podría montar una campaña efectiva por la nominación.
Ex-fiscal general bajo Obama, ex-juez, ex-fiscal de distrito, abogado con una carrera política y legal extraordinaria, Holder (68 años) es conocido, carismático y ampliamente respetado dentro del partido demócrata. Sobre el papel, Holder debería poder atraer votantes de color (fue el primer fiscal general de color, e hizo un trabajo extraordinario en muchos temas de derecho civiles), moderados (no es un populista, ni mucho menos), y no alienar a liberales o milenials.
Su posible candidatura (tampoco ha anunciado formalmente), sin embargo, no parece estar recibiendo demasiada atención. Holder tiene una carrera política larguísima, pero nunca ha ocupado un cargo electo; sospecho que en el partido no se fían demasiado sobre su capacidad o talento para llevar el peso de una campaña. El cargo de fiscal general, además, tradicionalmente no ha sido visto como un trampolín efectivo para llegar a la presidencia; si no estoy equivocado, Robert Kennedy fue el último que intentó dar este paso a finales de los sesenta. Holder además parece generar una hostilidad enorme entre amplios sectores del partido republicano, y los demócratas seguramente prefieren a alguien que tenga menos odios ya desde la casilla de salida tras la experiencia con Hillary Clinton.
Si se presentara (cosa que no estoy seguro que vaya a hacer) será un candidato a tener en cuenta por su prestigio, pero no sé si eso le bastaría para tener recorrido.
Senador por Colorado, relativamente joven (54 años), moderado, y ocasional orador enfurecido en C-SPAN cuando le da por meterse con Ted Cruz (disfrutad). Bennet es hijo de una dinastía política de altura; su abuelo trabajó para Franklin Delano Roosevelt, y su padre ocupó decenas de cargos de responsabilidad en Washington. Como legislador, es alguien que está por encima de la media del partido; es inteligente, sabe de lo que habla, y es capaz de negociar con republicanos para llegar a acuerdos. Políticos como él han sido los caballos de tiro del sistema americano durante décadas.
A su favor, Bennet es muy bueno en su trabajo, y es la clase de candidato que entusiasma a columnistas moderados del Washington Post que suspiran por la vieja aristocracia. En su contra, Bennet es desconocido fuera de Colorado y Washington, y es la clase de candidato que entusiasma a columnistas moderados del Washington Post que suspiran por la vieja aristocracia.
Aún no ha hecho oficial su candidatura, y si es listo, no creo que se presente. Una lástima, porque es un político que me gusta mucho, pero no creo que sea su año.
Senador por Oregon, un poco más veterano (62 años) que Bennet y mucho menos aristocrático que él. Su carrera sigue el tradicional cursus honorum de la política americana (staffer en Washington en el congreso al acabar la universidad, dirigir ONGs en su estado, legislador estatal, jefe del partido en el estado, senado), así que no deja de ser otro hombre de partido.
Merkley, sin embargo, es muy progresista, tanto o más que Bernie Sanders. Al contrario que Sanders, Merkley es además un senador tremendamente efectivo con varias leyes de calado a sus espaldas (fue un senador clave en varias reformas de la era Obama), y capaz de presentar propuestas concretas, detalladas y bien planteadas.
Desgraciamente, Merkley es también un tipo que dudo que sus vecinos sepan como se llama o de qué trabaja. Si su nombre está sonando (débilmente) por Washington es porque,como a Bennet, hay una cierta clase de columnistas progresistas en Vox que le respetan muchísimo. De nuevo, es otro político que me gusta, así que no creo que ni lo intente.
Los
Tradicionalmente, el mejor cargo para llegar a la presidencia de Estados Unidos no ha sido senador, secretario de estado o incluso vicepresidente, sino gobernador de un estado. Los motivos son variados, pero en parte se derivan del hecho de que pre-sistema de primarias los gobernadores tenían un control considerable sobre el proceso de selección de candidatos (y se nominaban entre ellos), y post-primarias, porque son políticos competentes capaces de ganar elecciones. Cada ciclo electoral, por lo tanto, siempre es buena idea repasar qué gobernadores están planteándose intentar dar el salto a la presidencia.
El banquillo de gobernadores demócratas este año, sin embargo, es un tanto limitado. Esto es en parte porque los gobernadores recientes de los dos caladeros de candidatos demócratas, California y Nueva York, no están para presentarse (Jerry Brown tiene 80 tacos y perdió las primarias en 1980 y 1992, y Andrew Cuomo no quiere intentarlo), en parte porque los demócratas no tienen un banquillo demasiado nutrido estos días. Aún así, hay estos cuatro nombres que merecen ser mencionados.
El cajón de sastre: otros candidatos
Hay unos cuantos candidatos más que andan correteando por Iowa o insinuando que quieren presentarse que si bien no son completamente imposibles (léase: no se autoproclaman «la perra de Dios«) sí que necesitarían un milagro o dos para pasar del error de redondeo en Iowa y New Hampshire.
—-
Para el siguiente artículo, queda el otro potencial candidato a la presidencia – Howard Schultz. Pero para hablar sobre Schultz hay que hablar de ley electoral, sistema de partidos, y la extraña cosmovisión de la élite empresarial americana, así que lo dejamos para otro día.
*Hubo un senador por Nueva York que estuvo cerca de la nominación demócrata en 1968 – Robert F. Kennedy.