Horarios

Tres opciones para el cambio de hora: una visión global

24 Sep, 2018 - - @MartinOlalla_JM

El último día de agosto la Comisión Europea dio una patada en el tablero horario cuando afirmó que va a proponer al Consejo de Europa la eliminación del cambio estacional. El anunció me pilló literalmente trabajando sobre un texto en el que analizo el ritmo de sueño/vigilia en sociedades industriales, a partir de Encuestas de Empleo del Tiempo, y en sociedades pre-industriales; sociedades de cazadores/recolectores con poco o ningún acceso a la luz artificial y al reloj. El trabajo está publicado (sin revisión por pares) en bioRxiv.

Estas sociedades, además, se sitúan en la región tropical, lo cual extiende llamativamente el rango de latitudes que he analizado. Los nuevos datos provienen de tres artículos del año 2015. Uno de Yetish et al que fue explicado en el diario El País y que analiza el sueño en los Hazda, que viven en Tanzania; los San, del desierto del Kalahari; y los Tsimane, en Bolivia. Otro de de la Iglesia et al. que analiza los Toba/Qom, de la región más ecuatorial de Argentina. Finalmente un texto de Moreno et al., que estudia recolectores de caucho en Chico Mendes, en la región más occidental de Brasil. Conviene advertirles de que el artículo de Yetish et al. generó una agria polémica con el grupo de de la Iglesia que puede seguirse aquí (crítica de de la Iglesia et al.) y aquí (respuesta de Yetish et al).

El análisis de los datos de las sociedades pre-industriales y las sociedades industriales es complicado porque hablamos de metodologías muy diferentes. Encuestas de empleo del tiempo con miles de diarios que abarcan situaciones sociales diferentes, frente a análisis con una decena de individuos. Sociedades modernas que distinguen claramente un día de diario de un fin de semana frente a sociedades donde esta distinción es menos clara. Sociedades regidas por el reloj frente a sociedades ajenas a él. Aún con todas estas salvedades la comparación sistemática de estos datos con el ciclo de luz y oscuridad es meritoria y permite observar el ciclo de vigilia y sueño con una perspectiva interesante. También dice mucho sobre el cambio estacional de la hora, su racionalidad y su utilidad.

Primero voy a mostrarles una figura con los datos de sueño/vigilia correspondientes a invierno. Realmente para las sociedades industriales los datos son anuales y simplemente se usa la hora oficial de invierno.

Ritmo de sueño/vigilia en sociedades industriales y pre-industriales en invierno. TQN (Toba/Qom sin acceso a la electricidad); TQE (Toba/Qom con acceso a la electricidad); CMN (Chico Mendes sin acceso a la electricidad); CME (Chico Mendes con acceso a la electricidad); HAD (Hadza); SAN (San); TSI (Tsimane). Las líneas de error van desde los datos correspondientes a trabajadores L-V (más temprano) a población mayor de 25a en fin de semana (más tardío). El eje X muestra la distancia al mediodía solar. El eje Y la duración del día invernal (derecha) y la latitud absoluta (izquierda). El color claro representa el día; el oscuro la noche. Las líneas punteadas representan la elevación del Sol sobre el horizonte desde -18° (la más exterior) en incrementos de seis en seis grados.

 

La figura muestra como el ritmo de vigilia/sueño se alinea con el amanecer invernal. El peor día del año madrugamos más o menos lo mismo: la distancia del despertar al amanecer invernal es algo menos de una hora. Pero si lo medimos en relación al mediodía despertamos de forma diferente: en el Ecuador se llega a despertar unas 7h antes del mediodía solar (las 5am), mientras que Europa el despertar se retrasa hasta entre 6 y 5 horas antes del mediodía solar (6am-7am, que en nosotros llamamos 7am-8am).

Esta tendencia no puede mantenerse indefinidamente. A partir de unos 55° de latitud, la hora de despertarse tiene que adelantarse respecto del amanecer porque el día invernal es extraordinariamente corto. Es lo que ocurre, en general, en Escandinavia y en los países bálticos. También puede observarse como las líneas crepuscularse van abriéndose, haciéndose cada vez más verticales, lo que las separa del amanecer. El crespúsculo dura mucho y puede usarse como una referencia del amanecer.

Es muy significativo que la hora de acostarse siga el mismo patrón. Esto probablemente indica que tenemos un comportamiento homeostático: cuanto más cansado estamos más probabilidad de tener ganas de dormir. Hay aproximadamente 8.3h de diferencia entre la banda de acostarse y la banda del siguiente despertar. Es posible que esta banda homeostática y que sigue al amanecer invernal esté propiciada por la luz artificial; y que antiguamente no marcara la tendencia. Un argumento es que las sociedades tropicales se acuestan solo unas 3.5h después del anochecer (banda clara, discontinua raya punto-punto raya). Es posible que antes durmiéramos sobre esa banda, cansados de vivir de noche, y que despertáramos a medianoche. Esa banda, hoy, marca la hora de la cena en los países europeos. Todo lo que hay a su derecha es la post-cena hasta acostarse.

Con el paso de los días la luz se va abriendo, el amanecer se adelanta y el anochecer se retrasa. El Sol, que está en el hemisferio contrario al de la primera figura, asciende progresivamente irradiando luz. En verano la situación es muy diferente.

Ritmo de sueño/vigilia en sociedades industriales y pre-industriales en verano. TQN (Toba/Qom sin acceso a la electricidad); TQE (Toba/Qom con acceso a la electricidad); CMN (Chico Mendes sin acceso a la electricidad); CME (Chico Mendes con acceso a la electricidad); HAD (Hadza); SAN (San); TSI (Tsimane). Las líneas de error van desde los datos correspondientes a trabajadores L-V (más temprano) a población mayor de 25a en fin de semana (más tardío). El eje X muestra la distancia al mediodía solar. El eje Y la duración del día invernal (derecha) y la latitud absoluta (izquierda). El color claro representa el día; el oscuro la noche. Las líneas punteadas representan la elevación del Sol sobre el horizonte desde -18° (la más exterior) en incrementos de seis en seis grados.

 

Los datos de las sociedades tropicales no varían sustancialmente porque no hay grandes variaciones estacionales. Los datos de las sociedades industriales se mueven una hora hacia la izquierda (adelanto) por efecto del cambio estacional. El resultado es una configuración más independiente de la latitud: es decir, meridional.

Con el horario de verano somos más parecido a las sociedades tropicales pre-industriales. Acabamos de pasar el equinoccio de otoño y aún estamos con horario de verano. Amanece 6h antes del mediodía y anochece 6h después del mediodía en todo el planeta. En la hora anterior las sociedades industriales y pre-industriales analizadas despiertan; en España llamamos a esa hora 7am-8am (CEST). Se acostarán entre 3 y 4 horas después del anochecer. Lo que llamamos en España las 11pm-12pm (CEST).

¿En qué medida esta configuración meridional tiene sentido? Las líneas punteadas de la imagen son líneas de altura del Sol constante. El Sol ha ido ascendiendo y ocupa el punto amarillo de la figura. Irradia luz desde el hemisferio y hace que los días sean relativamente parecidos. Cuatro horas antes del mediodía la altura del Sol sobre el horizonte es muy parecida desde el Equador hasta 60 grados. En invierno, el Sol irradia luz desde el hemisferio opuesto y las diferencias son grandes. En verano, pues, días menos exigentes y más parecidos pueden conllevar a ritmos de vigilia/sueño parecidos a latitudes diferentes. En invierno días diferentes llevan a ritmos de vigilia/sueño retrasados con la latitud.

Observen también que se evita voltear del revés la hora de despertarse: nunca sigue el amanecer estival. Si lo hiciéramos acabaríamos cansados y durmiendo antes de ponerse el Sol a una latitud suficientemente grande. En verano los días son largos y si hemos de dormir durante el periodo de luz visible preferimos hacerlo después del amanecer a hacerlo antes del anochecer. Es el contrapunto de las largas noches invernales en vigilia, cuando preferimos la vigilia a oscuras posterior al anochecer y la rechazamos antes del amanecer.

La configuración estival de la figura anterior es posible en la sociedades industriales gracias al cambio estacional de la hora. Sin él surgen dos escenarios diferentes. El primero es que la configuración meridional del verano se extienda hasta el invierno.

Ritmo de sueño/vigilia en sociedades industriales y pre-industriales en invierno con el horario de verano. TQN (Toba/Qom sin acceso a la electricidad); TQE (Toba/Qom con acceso a la electricidad); CMN (Chico Mendes sin acceso a la electricidad); CME (Chico Mendes con acceso a la electricidad); HAD (Hadza); SAN (San); TSI (Tsimane). Las líneas de error van desde los datos correspondientes a trabajadores L-V (más temprano) a población mayor de 25a en fin de semana (más tardío). El eje X muestra la distancia al mediodía solar. El eje Y la duración del día invernal (derecha) y la latitud absoluta (izquierda). El color claro representa el día; el oscuro la noche. Las líneas punteadas representan la elevación del Sol sobre el horizonte desde -18° (la más exterior) en incrementos de seis en seis grados.

 

Aquí la configuración meridional choca. El Sol ya está en el hemisferio opuesto, fuera del gráfico. Las líneas de altura constante son marcadamente diferentes a cualquier hora. Mantener una hora de despertar propia del equinoccio supone aguantar a oscuras el retraso del amanecer; justo lo que parece que no toleramos. No obstante esta configuración tiene algunas contraprestaciones. A latitudes altas, cuando el fotoperiodo es corto, ayuda a salir del trabajo antes de que llegue la noche invernal. A latitudes menores este efecto no es necesario porque el día invernal dura más que una jornada laboral pero el adelanto ayuda evitar la insolación del mediodía estival.

La alternativa es extender el horario de invierno al verano.

Ritmo de sueño/vigilia en sociedades industriales y pre-industriales en verano con el horario de invierno. TQN (Toba/Qom sin acceso a la electricidad); TQE (Toba/Qom con acceso a la electricidad); CMN (Chico Mendes sin acceso a la electricidad); CME (Chico Mendes con acceso a la electricidad); HAD (Hadza); SAN (San); TSI (Tsimane). Las líneas de error van desde los datos correspondientes a trabajadores L-V (más temprano) a población mayor de 25a en fin de semana (más tardío). El eje X muestra la distancia al mediodía solar. El eje Y la duración del día invernal (derecha) y la latitud absoluta (izquierda). El color claro representa el día; el oscuro la noche. Las líneas punteadas representan la elevación del Sol sobre el horizonte desde -18° (la más exterior) en incrementos de seis en seis grados.

 

Aquí la configuración no meridional, retrasada con la latitud, choca con la poca diferencia en la altura del Sol. Habría que tolerar mantener un despertar crecientemente tardío con la latitud a pesar de que el amanecer es crecientemente más temprano con la latitud. Por destacar un dato los trabajadores españoles despertarían con el Sol batiendo ya 12° sobre el horizonte; y es el segmento más «madrugador». La entrada al trabajo, una hora después, ocurriría ya con el Sol a 24° sobre el horizonte.

La única contraprestación es que el anochecer estival se retrasa de la misma forma que el amanecer invernal. De esta forma ajustamos el ciclo vigilia/sueño con este fenómeno y la hora de acostarse llega tras un periodo de oscuridad similar al ecuatorial. El cuestión es si el acostarse puede ser el motor principal de la actividad humana.

Estamos así ante una tricotomía relacionada con el ciclo estacional, con nuestra preferencia por usar relojes que lo desconocen todo sobre este ciclo, y con nuestra preferencia por tener horarios estables durante el año:

  1. Damos por bueno el retraso en la actividad humana motivado por el retraso en el amanecer invernal y lo extendemos todo el año a pesar de que nos alejemos del amanecer en verano. (hora de invierno todo el año)
  2. Damos por buena una configuración meridional y la extendemos todo el año a pesar de que tengamos que madrugar más en invierno. (hora de verano todo el año)
  3. Damos por bueno que es razonable adecuar la actividad humana al ciclo estacional. En tal caso el cambio de hora estacional es una herramienta adecuada.

La respuesta sensata al trilema es multifactorial. Depende la latitud, porque las contraprestaciones de cada opción están asociadas a ella. Depende también de cómo sean los horarios con las regulaciones actuales. Los países adelantan o retrasan sus hábitos según su preferencias. Cada opción concreta puede ir a favor o en contra de estas preferencias y ser, por tanto, más o menos popular. Todas las opciones tienen haters: quien no le gusta madrugar, quien no le gusta remolonear y quien no le gusta que alteren dos veces al año el reloj.

No he querido tratar en esta entrada otras dos opciones. Una es migrar al Ecuador. La otra es enderezar el planeta. Mientras no ocurran habrá que gestionar la estacionalidad.

Nota: las dos últimas figuras muestran situaciones hipotéticas. Si la hora oficial reflejara alguna de ellas la actividad humana podría reajustarse adelantando horarios para compensar el retraso (si el horario de invierno se extiende al verano) o retrasando horarios para compensar el adelanto (si el horario de verano se extiende al invierno), bien revirtiendo cambios. Es también una cuestión incierta si estos reajustes sería estacionales o permanentes. Un ejemplo: actualmente en Sevilla amanece entre las 7am (CEST) y las 8:40am (CET): un margen de 1h40m para «decidir» a qué hora empezar la actividad. Sin el cambio estacional de la hora el margen será de 2h40m. Si se pretende tener horarios regulares anualmente no es fácil prever si la opción preferida será adelantar la actividad para no retrasarse respecto del amanecer estival, o retrasar la actividad para no adelantarse al amanecer invernal.


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