Política

Copiar a Obama y sonar como Primo de Rivera

22 May, 2018 - - @egocrata

Este fin de semana Albert Rivera, el líder de Ciudadanos, pronunció un discurso de esos que pretenden ser históricos. Como amante de la oratoria y crítico de tercera ocasional, agradezco que los partidos en España finalmente hayan decidido tomarse en serio esta clase de cosas. Los discursos tienen la virtud de por un lado ser excelente teatro para aquellos a los que nos gusta la política, y por otro ser muy buenos indicadores de lo que realmente opina un político: en contra de lo que dice el tópico, estos acostumbran a decir lo que piensan cuando hablan en voz alta. Si bien es cierto que esta clase de intervenciones son mucho menos influyentes de lo que habitualmente dicen los medios (especialmente en Estados Unidos, donde aún se les da muchísima importancia), la oratoria refueza la calidad de una democracia.

El discurso de Rivera debería ser, por lo tanto, bastante esclarecedor de su pensamiento político, o al menos de lo que él cree que debería ser su pensamiento político. Es una lástima que el domingo no escucháramos algo salido de su propia voz, sino copiado descaradamente de un discurso de hace 14 años: el de Barack Obama, en la convención demócrata del 2004.

Esta es la cita central del discurso de Rivera que desarrolló, en tono parecido, durante el resto de su intervención:

“Recorriendo España yo no veo rojos o azules, yo veo españoles; yo no veo, como se dice, gente urbanita o gente rural, yo veo españoles; yo no veo jóvenes o mayores, yo veo españoles; yo no veo trabajadores o empresarios, yo veo españoles; yo no veo a creyentes o a agnósticos, yo veo españoles”.

Esta es la cita más recordada del discurso de Obama, y que cuatro años después le llevaría a la presidencia:

«The pundits, the pundits like to slice and dice our country into red states and blue States: red states for Republicans, blue States for Democrats. But I’ve got news for them, too. We worship an awesome God in the blue states, and we don’t like federal agents poking around our libraries in the red states. We coach little league in the blue states and, yes, we’ve got some gay friends in the red states. There are patriots who opposed the war in Iraq, and there are patriots who supported the war in Iraq. We are one people, all of us pledging allegiance to the stars and stripes, all of us defending the United States of America.»

La diferencia en la calidad retórica entre ambos discursos, no cabe duda, es considerable. Aunque no es el mejor discurso de Obama ni mucho menos ((Iowa con su Yes We Caneste sobre raza, Arizona o el mejor, Sandy Hook), y su retórica mejoró una vez Jon Favreau empezó a ayudarle*, el ritmo interno de su retórica es mucho más potente, y las imágenes que utiliza mucho más evocadoras. Fijaos, por ejemplo, que no habla de categorias demográficas directamente, sino que habla de actitudes y costumbres diarias (entrenar niños a jugar a beisbol, bibliotecas, creer en Dios), o el patrón interno de las mismas frases, con un ritmo que se va acelarando según avanza el párrafo. Obama es  un orador muchísimo más efectivo que Rivera; el video sigue siendo impresionante incluso ahora.

Más allá de la calidad de la oratoria, la diferencia clave es que el discurso de Obama fue universalmente aplaudido dentro y fuera de su partido (muchos dijeron, esa misma noche, que algún día sería presidente), mientras que el de Rivera ha sido recibido con cierto horror, con muchos comentaristas hablando sobre la deriva del partido hacia el nacionalismo español, ridiculizando sus alusiones al patriotismo como «vieja derecha».

Esto no se debe a que el discurso de Obama sea de derechas, o que el partido demócrata sea un partido lleno de rancios conservadores patrioteros. Obama fue un presidente netamente de centro izquierda, y su discurso del 2004 es un discurso claramente progresista. Nadie en Estados Unidos que viera esa intervención creería que viene de un político republicano. Que el mismo mensaje en España haya sido recibido con gente buscando discursos de Primo de Rivera, sin embargo, es un recordatorio más que en política un nunca, nunca, nunca debe traducir campañas de otros países ya que el significado de un discurso no está en las palabras utilizadas en él, sino en su contexto.

Cuando Obama habla sobre divisiones sociales y políticas identitarias hay dos ideas de fondo implícitas que sólo son válidas en Estados Unidos y no lo son en España. Primero, el legado del racismo, y el uso histórico de este por parte de Richard Nixon y sus sucesores. Las instituciones americanas, incluso hoy, tienen una serie de sesgos y medidas discriminatorias más o menos explícitas con un fuerte componente de discriminación. Desde el código penal al urbanismo, pasando por el estado de bienestar, hay muchas políticas públicas que perpetúan este legado. Cuando un político demócrata negro habla de «one America» está señalando el resentimiento detrás de estas medidas, y sobre la necesidad de construir un país que incluya a todos, no sólo a los blancos.

Segundo, el debate político americano está monopolizado por discusiones sobre temas culturales a un nivel díficil de imaginar en España. Los debates sobre economía, igualdad de oportunidades, estado de bienestar y demás son a menudo eclipsados por cosas como el derecho a tener armas de fuego, libertad religiosa, aborto, crimen, terrorismo, discriminación racial o conflictos entre estados y el gobierno federal. Apelar a la concordia y el entendimiento mutuo para superar estas divisiones y trabajar en un proyecto común para un futuro mejor forma parte de la visión optimista de la evolución de la sociedad americana como un proyecto de progreso, en contraposición a la lucha de trincheras para mantener las esencias de los conservadores.

Ninguna de estas dos ideas están presentes en el contexto político español. Las divisiones políticas e identitarias en España no son raciales; no hay una tradición centenaria de discriminación contra un colectivo minoritario oprimido por el color de su piel**. Las regiones más prósperas de España son las regiones donde hay minorías nacionales, y los miembros de esas minorías nacionales son a su vez más ricos de la media dentro de su región. Si hay división entre campo y ciudad, jóvenes y mayores o trabajadores y empresarios en España no es porque su identidad o españolidad relativa esté en duda, sino porque sus intereses económicos son, en muchos casos, genuinamente diferentes. No hay resentimiento o división basado en identidad entre estos grupos, sino debates presupuestarios; decir que esto lo arreglamos sintiéndonos todos españoles niega un conflicto legítimo. En Estados Unidos, Obama puede hablar de one people y ser de izquierdas porque en Estados Unidos el debate sobre quién es «el pueblo» no está cerrado. En España, sin embargo, quién es «español» no se discute, así que el mismo mensaje pasa a ser muchísimo más conservador.

En temas culturales la diferencia entre España y Estados Unidos es abismal. España, aunque a veces insistamos lo contrario, es un país extraordinariamente progresista en derechos civiles, actitudes hacia homosexualidad o inmigración. Aunque aún tenemos nuestras peleas y la ocasional batalla sobre cuántos ministros pueden ir a misa en semana santa, no hay nada comparable al complejo de persecución religiosa de la derecha americana o su lucha para restringir el aborto. Obama hablaba de llegar a consensos para avanzar hacia un país mejor; en España, esos consensos, con muy pocas excepciones, ya existen. Hablar sobre «lo que nos une» es redundante en casi todos los temas, a excepción del dichoso tema catalán – precisamente un tema donde la unidad es lo que estamos debatiendo, y donde negar las diferencias de nuevo representa negar la existencia de un conflicto y no su solución.

Lo divertido es que esta clase de discurso estilo Obama sí que funcionaría en Barcelona, hablando exclusivamente sobre Cataluña, y sonaría como algo de izquierdas – precisamente porque el contexto americano y el catalán tienen paralelismos mucho más marcados. A saber: en Cataluña sí hay un conflicto sobre quién es «el poble«, y sí que hay un grupo social (mayoritario) castellanohablante que es víctima de políticas discriminatorias informales. En Cataluña, además, sí que hay un conflicto cultural e identitario entre campo y ciudad; Tabarnia puede que sea un chiste, pero sólo es gracioso porque el área metropolitana de Barcelona es realmente muy distinta al resto del país.Con ciertos ajustes, una retórica parecida a Obama probablemente funcionaría en Cataluña.

De hecho, esta retórica ya ha funcionado. Ese fue el discurso de de Josep Borrell en la manifestación de octubre del año pasado, al fin y al cabo. Esa fue también la campaña electoral de Ciudadanos que les llevó a ser el partido más votado en diciembre, aunque no llegaron a articularla con la elocuencia de Borrell.

De nuevo: no son las palabras en sí, sino dónde y quién las dice. Otra vez.

——

*: En Twitter atribuí el discurso de la convención a Jon Favreau, pero estaba equivocado. Este lo escribió Obama entero, y fue editado por el equipo de Kerry.

**: Exceptuando los gitanos – una minoría sistemáticamente maltratada durante siglos, y que aún hoy es socialmente aceptable tener prejuicios contra ellos. Pero esto es para otro día.


Comments are closed.