En un artículo publicado hace unos días en Politikon aportamos datos novedosos sobre las preferencias lingüísticas en educación de los catalanes a partir de una encuesta a una muestra representativa de la población catalana. En esencia, nuestro análisis mostraba que no existe el “amplio consenso” que tantas veces hemos escuchado en boca de los responsables de la educación catalana en los últimos años.
Al comentar el post en Politikon, sin embargo, diversos medios de comunicación han hecho una lectura equivocada del mismo, señalando que la política lingüística fractura a la sociedad catalana en dos mitades. Esto no es cierto.
Es cierto que la mitad de la población está a favor de la inmersión, y la otra mitad en contra. Pero también es cierto que una mitad está a favor de que los niños deberían empezar su escolarización en su lengua materna, y la otra mitad en contra; así como que una mitad piensa que los padres tienen derecho a elegir la lengua de escolarización de sus hijos, y la otra mitad lo opuesto. La sociedad catalana estaría dividida, fracturada o polarizada en dos mitades si ocurriera que los están a favor de la inmersión están al mismo tiempo en contra de la libertad de elección de los niños y/o los padres. Pero eso no ocurre, como señalamos en el post anterior. Lo que ocurre es que hay unos altos porcentajes de respuestas inconsistentes; por ejemplo, un 24 por ciento de los que están a favor de la inmersión nos dicen también que están a favor de que los niños puedan iniciar su escolarización en su lengua materna. Son estas inconsistencias las que hacen que no se pueda hablar de fractura o de “dos mitades” nítidamente diferenciadas.
Esto se ve quizá mejor en las preferencias acerca de la distribución de horas entre catalán, castellano e inglés en las aulas. En nuestro post señalamos que, aun habiendo diferencias entre los votantes de distintos partidos acerca de cómo debe ser esa distribución, esas diferencias son muy manejables; esto es, que, aun existiendo diferencias, éstas son poco significativas, lo que da margen para la negociación y el consenso. Por decirlo de otra forma: si de verdad se quiere desactivar un tema que ha sido objeto de confrontación política importante en las últimas décadas, los ciudadanos se lo ponen en bandeja a la clase política para que lo haga.
Para resumir, y para el que no tenga paciencia para seguir leyendo, los resultados de la encuesta nos indican
Y para el que tenga paciencia, ahí va un gráfico que muestra visualmente los puntos 2 y 3.
El Gráfico 1 muestra las preferencias de la población catalana con respecto a la distribución del catalán, castellano e inglés, en la escuela primaria. El gráfico tiene tres líneas, una por cada lengua. Cada punto en una línea nos dice el porcentaje de encuestados (valores en vertical) que opina que la lengua referida no debería superar qué porcentaje (valores horizontales) de las horas lectivas. Como se puede comprobar,
Gráfico 1. Preferencias de los catalanes sobre la distribución de lenguas en primaria
Los datos son, pues, muy contundentes. Por último, no está de más distinguir varios temas que muy a menudo se mezclan, a veces de forma muy ligera, con la cuestión de la inmersión lingüística.