En sociedades avanzadas y plurales, la diversidad de opiniones suele ser la norma. Cuando desde las instancias del poder se nos dice y se nos repite que todos pensamos igual, deberían saltar nuestras alarmas. Un caso claro que debería despertar nuestras suspicacias es el amplio consenso que, según se ha insistido desde la Generalitat, existe en torno a la política de inmersión lingüística. Ponerlo en cuestión supondría, según Irene Rigau (La Vanguardia, 7 de Julio de 2015), crear “un falso problema”; o un “casus belli”, en palabras del que fuera secretario general de la antigua Convergència, Oriol Pujol (La Vanguardia, 4 de septiembre de 2011).
Estas afirmaciones sobre el “amplio consenso” han trascendido nuestras fronteras. Así, Monserrat Clua (2017, pp. 56-57) habla de la “widespread acceptance that the language policies and the implementation of the language immersion model have had”, mientras que Charlotte Hoffman (2000, p. 59) afirma que “it should be said that there is clear evidence that the majority of people in Catalonia, Catalan-speaking as well as of immigrant background, support the Generalitat’s education policies, including Catalan-medium instruction”.
Lo destacable es que aseveraciones de este tipo se hicieron -y se siguen haciendo- sin datos concretos. Que los políticos las hagan entra dentro de lo normal; que los científicos sociales las reproduzcan es más preocupante. Porque datos recogidos sobre muestras mínimamente representativas (N>1.000) de la población no había. Que nosotros sepamos, el CEO (Centro de Estudios de Opinión de la Generalitat), creado en 2005, nunca ha preguntado sobre esta cuestión. Y tampoco nos consta que haya nada en el banco de datos del CIS a este respecto desde 1998 (encuesta 2298).
En estas líneas, ofrecemos un análisis sobre este tema realizado a partir de una encuesta a una muestra representativa de la población residente en Cataluña, que incluye a 2.200 encuestados mayores de edad, con un error muestral de ±2,1% para el conjunto de la muestra, bajo el supuesto de p=q=50%, y cuyo trabajo de campo se realizó en mayo de 2016. En ella, se incluyó una pregunta para elucidar el respaldo a la inmersión lingüística, medido a partir del grado de acuerdo con la afirmación “Todos los niños deberían recibir la primera enseñanza todo en catalán”, y dos preguntas sobre los derechos lingüísticos individuales: “Los padres deberían poder elegir la lengua de enseñanza para sus hijos” y “Los niños deberían empezar la escolarización en su lengua materna, ya sea ésta catalán o castellano”.
Como puede observarse en el Gráfico 1, el reiterado “amplio consenso” no existe: aunque la mitad de la población está de acuerdo con la inmersión, la otra mitad la rechaza. Además, la mitad de la población reconoce y apoya los derechos lingüísticos individuales, difícilmente compatibles con una política de inmersión:
Gráfico 1. Preferencias de los catalanes sobre el régimen lingüístico en las escuelas
Nota: La opción intermedia en el gráfico superior no se ofreció a los entrevistados a fin de sacarlos de su zona de confort. Por simplicidad, y dada su escasa relevancia numérica, hemos prescindido de ella de aquí en adelante.
El Gráfico 1 invita a sospechar que quienes apoyan la inmersión rechazan los derechos lingüísticos individuales, y viceversa. De ser así, la población de Cataluña se dividiría en dos grupos claramente definidos y de similar tamaño: los partidarios de la inmersión, que estarían de acuerdo con la primera afirmación y en desacuerdo con las otras dos; y los detractores, con preferencias opuestas. Una situación de este tipo se correspondería con la imagen de una Cataluña polarizada políticamente, en la que las preferencias lingüísticas en educación fueran una imagen especular de las opciones políticas. Como se aprecia en el gráfico 2, esto no ocurre, y lo que sugiere es más bien la de una Cataluña de tres tercios. El primero (29,6%) defiende la inmersión a costa de los derechos lingüísticos de los padres, el segundo (28,4%), la postura contraria, mientras que el tercero (42%) no se posiciona nítidamente en ninguno de los dos bandos, sea porque no está de acuerdo con ninguna de las afirmaciones, sea porque comulga con ambas.
Gráfico 2. Preferencias sobre inmersión y elección por parte de los padres
Nota: Los resultados serían bastante parecidos entre el 49.4% del total de la población que se manifiestan a favor de que los niños sean escolarizados en su lengua materna, sea catalán o castellano.
Esta segmentación en tres tercios nos indica que las preferencias de los ciudadanos de Cataluña pueden ser más complejas de lo que trasciende del debate político. Para indagar sobre ello, y neutralizar el posible efecto de los frames normativos que pueden operar al formularse las tres preguntas anteriores, se les preguntó directamente a los encuestados sobre el porcentaje de horas que les gustaría que se enseñara en catalán, castellano e inglés (véase el gráfico 3). Los resultados son muy parecidos para primaria y secundaria. Los encuestados priorizan el catalán, con algo más del 40% de las horas de clase, pero ciertamente mucho menos de lo que es en la práctica la inmersión lingüística. El inglés supera al castellano, un poco en primaria y algo más en segundaria. Y, pese a quedar en tercer lugar, los catalanes desean que algo más de un cuarto de las clases sean en castellano:
Gráfico 3. Preferencias sobre los porcentajes de horas de enseñanza en catalán, castellano e inglés
Nota: No se tienen en cuenta otros idiomas, porque fueron contados los encuestados que los mencionaron.
Los resultados anteriores probablemente sobrestiman las preferencias por el catalán e infraestiman las preferencias por el castellano ya que, como en todos los cuestionarios en Cataluña, los ex votantes de los partidos nacionalistas están sobrerepresentados. De hecho, como muestra el Gráfico 4, las preferencias sobre el tiempo que debería emplearse cada lengua tienen un marcado componente partidista: los votantes de ERC y DiL (antigua CiU) otorgan un peso importante al catalán y sitúan el castellano en tercer lugar; los del PSC, UDC y ECP priorizan algo al catalán frente a las otras dos lenguas; y los del PP presentan un patrón inverso a los del segundo grupo. Los de Cs merecen una mención especial por el equilibro casi perfecto de sus preferencias entre las tres lenguas:
Gráfico 4. Preferencias sobre los porcentajes de horas de enseñanza en cada idioma, por partidos
Nota: Los datos reflejan recuerdo de voto de las elecciones generales del 20 de diciembre de 2015.
Los puntos en común son más importantes, si cabe, que las diferencias. Basta con observar los datos para constatar que no hay ningún partido cuyos votantes deseen un modelo monolingüe: incluso los votantes de DiL y ERC solo desean que, aproximadamente, la mitad de las clases tenga lugar en catalán, y mantienen una preferencia porque al menos una de cada cinco horas se imparta en castellano. En el otro extremo, incluso los votantes del PP desean que algo más de un cuarto de las clases se imparta en catalán. Estos datos sugieren que existe un alto nivel de consenso sobre el modelo lingüístico de las escuelas, pero el rasgo definitorio de dicho consenso es la pluralidad lingüística, no la posición hegemónica de ninguna de ellas: los votantes de todos los partidos coinciden en que al menos un 28% de las clases deben ser en catalán, un 25 % en inglés, y un 20 % en castellano; y difieren en cómo debe impartirse el 27% restante de horas.
En resumen: la realidad es tozuda y nos muestra sin ambages que la sociedad catalana está muy lejos del amplio consenso a favor de la inmersión lingüística, que más parece ser un mantra que reflejo de las preferencias de la sociedad catalana. La visión alternativa, según la cual las preferencias sobre la lengua de escolarización serían una mera traslación de las opciones políticas, resulta igualmente simplista. Dichas preferencias están significativamente teñidas por las preferencias electorales, pero los votantes de todos los partidos desean un sistema educativo decididamente plural en términos lingüísticos. Esperemos que los políticos tomen nota de ello.
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Referencias:
Hoffmann, Ch. (2000) Language, autonomy and national identity in Catalonia. The Sociological Review, 48: 48-78.
Clua, M. (2017) Language, national identity and school: The role of the Catalan-Language immersion program in contemporary Catalan nationalism. En K. Kantasalim y G. Holm (eds.) The state, schooling and identity. Diversifying education in Europe (pp. 45-59). London: Palgrave.