Catalunya

Tragedia Catalana en cinco actos y un análisis (I: los actos)

6 Nov, 2017 - - @politikon_es

En el año 1996, José María Aznar protagonizó en televisión uno de esos momentos que quedarán para siempre en la mente de los que lo vimos:

La lengua catalana es una de las expresiones más completas, más perfectas, que yo conozco desde el punto de vista de lo que puede ser el lenguaje, y quiero decir que no solamente lo leo desde hace muchos años, la entiendo, y además, cuando estoy en círculos reducidos, no muy amplios, la hablo también.

No fue explícito, pero todos imaginamos que esos cículos reducidos incluirían al por aquél entonces president, Jordi Pujol, en expresión de viril complicidad democristiana. En 1996, la derecha hispana estaba más unida que nunca y el futuro parecía prometedor. A día de hoy (4 de Noviembre),  la relación de sus sucesores es algo más tensa. El jefe de la familia de la Hispania citerior está exiliado/fugado de la justicia en Bruselas, después de que el de la ulterior le hiciera una oferta que no pudo rechazar.

La distancia entre las imagenes del pacto del Majestic y las comparecencias de Rajoy y Puidgemont podría difícilmente ser más grande. Y sin embargo, se trata de miembros de los mismos partidos, que en principio representan a sectores de población similares, cada uno en su territorio. De forma interesante, la coyuntura política que facilitó el entendimiento entonces (un gobierno de centro derecha sin mayoría absoluta en Madrid) no es demasiado distinta de la actual. Una comparación similar podría hacerse entre las declaraciones de los líderes actuales del PSOE o ERC, y la foto del pacto del Tinell- con el añadido irónico de que, al ser más reciente, algunos de los líderes que estaban en activo entonces lo están aún ahora.

¿Qué es lo que nos ha llevado a dónde estamos? Intentaré distinguir 5 escenas.

Acto 1: En el año 2004, Zapatero ganó las elecciones con un proyecto de reforma de la constitución que incluía, además del acceso de la mujer a la sucesión de la corona, ideas destinadas a acomodar las demandas territoriales en un modelo federal cerrado. La idea de reformar la constitución fue rápidamente rechazada por el Partido Popular, opuesto a apoyar cualquier cosa que fuera propuesta por el gobierno, al que disputaba la la legitimidad para gobernar.  Para mantener su gobierno estable, el presidente tiene que hacer una serie de malabares políticos dónde, con la resistencia firme de una parte de su partido (desalojada del poder unos años antes, pero con una firma implantación en las regiones menos ricas del país), y una oposición aún más cerrada derecha, da salida a un pacto por la mínima que permite reformar el Estatut. ERC, por aquél entonces socia del gobierno en Madrid y en Barcelona, le retira su apoyo y, Zapatero cambia de socio en Barcelona con Artur Mas, mientras que ERC pide el NO [ver nota] en el referendum. En la práctica, esto resulta en la aprobación de un estatuto que, teniendo un apoyo mayoritario en Cataluña, suponía una vuelta de tuerca en la evolución del modelo territorial que era vista con hostilidad por el resto de España.

Acto 2: Los sectores excluidos de este pacto territorial se organizan en una oposición intensa al Estatut y a lo que representaba en términos de redistribución del poder político y económico. Esto incluye por supuesto al Partido Popular, que es en aquél momento el segundo partido más grande. Pero también en la sombra sectores sociales que eran tradicionalmente afines al PSOE y que, o bien se habían mantenido, de forma crítica, dentro del partido, o se fueron incorporando a la abstención, a UPyD, y después lo harán a Ciudadanos. Así, después de varios años de batallas legales en el Tribunal Constitucional, el legislador negativo poda algunos de los artículos más claramente en tensión con la constitución, o que afectaban de forma más decisivamente a la organización del Estado: el significado de la «palabra nación», un sistema de financiación que imponía obligaciones al resto del Estado que no podían plantearse a través de un estatuto, y las competencias relacionadas por el poder judicial.

Acto 3: Con independencia de cuáles sean las motivaciones reales o profundas de este curso de acción, la lectura (y el discurso oficial) desde el lado nacionalista fue que el encaje de Cataluña en España dentro del Estado de las autonomías había dejado de ser un proyecto con futuro. Se empieza entonces, al poco, con el famoso procés, en dónde la reivindicación de mínimos comienza a ser cada vez más la necesidad de plantear un referendum de autodeterminación para la región. El independentismo se convierte en el programa oficial del bloque nacionalista, La Diada se convierte en un día de reivindicaciones políticas. En el año 2014 se celebra el centenario de una guerra de sucesión como una conmemoración de «la tradición democrática de Cataluña«.

Durante este periodo se empiezan a patrocinar cada vez más, desde el gobierno regional, proyectos culturales y académicos alrededor de la temática de la secesión, que deja de ser una aspiración, y pasa a ser un plan. Guardo en mi memoria una polémica en el debate público alrededor de la idea de que «la teoría de juegos avalaría la independencia«. O cuando un reputado politólogo conservador explicó en TV3 en una presentación de prezi como irían sucediendo el feliz camino hacia el modelo alpino-pirenaico de democracia. El secesionismo se vuelve una idea cada vez más hegemónica en la vida pública catalana. En este punto, la reivindicación es el referendum pactado que, aglutinando un apoyo relativamente transversal en Cataluña (tanto dentro del bloque nacionalista como no nacionalista), es percibido como una excentricidad en el resto de España.  Esta actitud hace que el catalanismo político abandone, de facto, su intención de influir en la política de Madrid, y se limite al perímetro de Cataluña. Pero como demuestra la famosa polémica alrededor de «la teoría de juegos», ya se empieza a insinuar la idea de que a falta de acuerdo de Madrid, debería imponerse la vía unilateral que tras un breve periodo de controversia, estirando del cordón umbilical de los primos germánicos, terminaría por imponerse.

Acto 4: El bloque independentista, ahora separado de Unió (contraria a la estrategia), concurre de forma conjunta a las elecciones presentadas como «constituyentes». Los partidos independentistas se quedan al borde de la mayoría absoluta en votos, pero con ayuda de la CUP pueden sumar escaños para formar gobierno en Cataluña, alrededor del programa común de convocar un referendum de independencia con o sin el acuerdo de Madrid y de que Artur Mas renuncie a la presidencia en enero de 2016. En un escenario similar al del año 1996, el PP logra gobernar con el apoyo de Ciudadanos y el PNV que consiguen algunas concesiones a su gobierno.

Acto 5: En Octubre de 2017, una interesante coalición de trotskistas, republicanos y conservadores, convoca un referendum de independencia contra la decisión del tribunal constitucional, y con la oposición de todos los demás en España y en Cataluña. Durante un mes, se ven en Barcelona movilizaciones del independentismo y, de forma muy nueva, partidarios del unionismo que salen a la calle con banderas del estado que abarcan desde Paco Frutos hasta Josep Piqué. El conseller del PdCat, Santi Vila, opuesto a la estrategia de la coalición, dimite y días después manifestará su intención de concurrir a las elecciones para defender la independencia por la vía compatible con la constitución. A pesar de muchas voces críticas, Puidgemont declara la independencia de forma unilateral, entendiendo que el resultado del 1 de Octubre (con menos del 50% de participación electoral), es vinculante, y esto con el único apoyo de la coalición JxSi y CUP. El acto del govern no recibe ninguna muestra de reconocimiento internacional, ni siquiera de sus naciones hermanas de Europa. Una coalición en Madrid que abarca desde el PSOE hasta el PP (que se solapa en gran medida, si pensamos en su base social, a la que se quedó fuera del pacto del Estatut en 2006), se coordina de acuerdo en la aplicación del artículo 155, la suspensión de la autonomía de Cataluña, se destituye al govern y se convocan elecciones para un mes más tarde. Esta estrategia es apoyada por la UE y la comunidad internacional, que transmiten que se trata de un problema interno del Estado español. Entre tanto, en la izquierda no socialista, hasta entonces el único sector de la política nacional que se ha mostrado simpático a las tesis del bloque independentista, tiene que clarificar su oposición al curso de acción de los independentistas antes voces internas que comienzan a significarse como críticas. El episodio se centra con la marca nacional interviniendo Podemos Cataluña.

Esto nos devuelve al punto de salida: el president huído y los miembros del govern encarcelados provisionalmente, la generalitat presidida por una mujer del Partido Popular, y las familias políticas de la península divididas, o divorciadas.


El contraste en los ejes de confrontación y el perímetro de apoyos no podía ser más grande, como decía.  Caben muchas interpretaciones sobre quién ha tenido la culpa. Lo que está, creo (?), relativamente claro, es que en la estrategia colectiva del bloque de poder nacionalista, hubo algo que no salió de forma tan colorida como se esperaba y, en el camino, se desecharon cursos de acción que, en retrospectiva, parece que podrían haber llevado a un resultado mejor en relación con sus objetivos (aquí el más reciente). Dejaré a los lectores que mediten sobre ello, y mañana publicaré mi interpretación.

Editado: he cambiado el link a la noticia de de los colores al final, que encontré en google y elegi porque contaba la informacion que quería transmitir. Siento mucho el incidente. Gracias a Benet Fusté por transmitírselo a JG.

Nota: También me han recordado que ERC no pidió la abstención en el referendum, sino el NO (está corregido).


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