Catalunya

Cataluña: ¿Cuantos quieren negociar qué?

24 Oct, 2017 - - @politikon_es

Algo que se escucha bastante estos días es que «la mayoría de la gente está en contra el conflicto» y «A favor del diálogo». Por ejemplo, aquí. Y de hecho, las encuestas empiezan a mostrar que incluso en el bloque independentista, hay una clara mayoría a favor de «el compromiso».

Mi interpretación de estos datos es que probablemente sea algo muy exagerado. Soy bastante pesimista respecto a las posibilidades del diálogo, o de votar, y que esto deje a todos los actores relevantes contentos. Mi interpretación es que el sistema autonómico se aguantaba en un pacto de élites, que permitía amortiguar los conflictos entre regiones al silenciar a unas frente a otras. Esto dependía de que el sistema estaba cartelizado, y la competencia política en Madrid y en Cataluña era pequeña. Los partidos catalanes y españoles dependían los unos de los otros para gobernar. Con el desafecto con la famosa casta, esto se ha roto. Al aparecer Podemos y Ciudadanos en escena en Madrid, el PP dejar de depender de CiU, y la aparición de más partidos en Cataluña es que la dispersión de las voces se ha vuelto mucho mayor. Los distintos partidos en cada arena compiten, en el margen, por más votantes que pueden influir.

¿Por qué vemos ese gran apoyo a la negociación, y en cambio posiciones de partidos tan dispersos? Mi opinión es que no hay ningún fallo de representación. Este apoyo no existe, porque la negociación es un término demasiado vago como para poder suscitar consenso. Al estar a favor de ‘una solución negociada’, cada una de las partes está interpretando cosas distintas. Para unos la negociación por lo menos ocurriría en un marco bilateral (entre el Estado y la coalición secesionista) que dé lugar a un nuevo arreglo de autogobierno en el que tengan garantizadas más competencias. Para otros, negociación implica un trato por el cuál el gobierno catalán vuelva a meterse en vereda a cambio de devolver la autonomía y, a lo sumo, se ponga en marcha una reforma constitucional por las vías normales (es decir, una que puede vetar el PP y Ciudadanos y que deberá ser aprobada por el conjunto de España).

Si dos personas responden que están a favor de la negociación, no significa que esta sea viable entre los dos, necesitaríamos saber si hay algún solapamiento entre las soluciones que están dispuestos a aceptar. En mi opinión, está lejos de ser el caso -de momento. La gente se pronuncia a favor de la negociación y el diálogo por razones de desabilidad social, pero no estaría dispuesta a ponerse de acuerdo en qué significaría este diálogo.

El tipo de datos que yo necesitaría ver para pensar que la negociación tiene apoyo sería que en Madrid, las Castillas, Andalucía o Extremadura, por ejemplo, hubiera un apoyo mayoritario hacia las implicaciones de un sistema de financiación como el que desean los nacionalistas: menos dinero disponible para financiar servicios públicos locales, menos capacidad para subir los impuestos, etc. O que en Cataluña exista apoyo suficiente hacia el sistema de financiación territorial.

Los partidos políticos (en España y Cataluña) representan a sus electores. Mi sensación es que el conflicto distributivo que subyace en el problema catalán es uno en el que unas partes ganan lo que los otros pierden, a nivel de los votantes. En la medida en que el sistema de partidos en España es hoy más plural y representativo que antes, es mucho más difícil cargarle las pérdidas a un grupo sin que pueda levantarse de la mesa.

Haciendo cuentas: dado el nivel actual de competencia política, un compromiso tendría que agrupar, como mínimo, 1) a tres de los cuatro grandes partidos en España (para tener mayoría de reformar la constitución), y 2) A al menos uno de los dos de JxS. La capacidad para encontrar un espacio común entre (los electorados) de C’s o el PP, y uno de JxS es algo que me cuesta observar en el horizonte.

Mi diagnóstico es pesimista pero creo que es el único que puede explicar el grado de cohesión que observamos en cada uno de los bloques. Cuando criticamos a los políticos, es importante recordar que, en una democracia, éstos suelen responder a las demandas de su electorado.

Un inciso estádistico

Esto es lo que en metodología de encuestas se llama errores de medición no clásicosLa respuesta a todas las preguntas tienen errores de medición porque la gente entiende distintas cosas cuando las lee. Cuando sumamos respuestas, esperamos que en media estas se compensen. Sin embargo, si el error tiene un sesgo sistemático en un sentido o en otro, en realidad estamos midiendo cosas muy distintas en Cataluña y en el resto de España.

 


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