La semana pasada se presentaron los resultados del conocido informe PISA de la OCDE, que evalúa el nivel de competencias de alumnos de 15 años en más de 70 países alrededor del mundo. Al igual que con anteriores informes, estos días en los medios y en las redes sociales se ha hablado insistentemente de la posición de España respecto a otros países del entorno y de las diferencias en las puntuaciones de las distintas Comunidades Autónomas. Pero como ya advertimos en Politikon la semana anterior, las puntuaciones y las diferencias entre ellas (muchas por cierto, estadísticamente no significativas) no son lo más relevante del informe.
Y es que además de evaluar competencias medidas a través de puntaciones, el gran valor de PISA es que incorpora mucha información sobre los propios estudiantes, sus familias, las escuelas y los profesores. Una información que resulta de mucha utilidad para comprender mejor lo que sucede y elaborar mejores políticas educativas.
De las muchas cuestiones relevantes del informe PISA (algunas de ellas iremos desgranando en las próximas semanas), las desigualdades socioeconómicas en la probabilidad de repetición es una de las que más debería preocuparnos. En términos generales España es uno de los países que recurre más a la repetición, pero en este informe se ha puesto de manifiesto además que es el país en el que más influye la condición socioeconómica en la probabilidad de repetir curso. Dicho de otra manera: no sólo es que quizá se esté abusando de la repetición, sino que es el país donde más influye el origen social en la probabilidad de acabar repitiendo curso. De hecho, el impacto del origen social no ha hecho más que aumentar. En el informe anterior se veía que a igualdad de competencias los estudiantes de orígenes más desfavorecidos tenían tres veces más probabilidades de repetir. Esta cifra se ha duplicado y ahora estos estudiantes tienen casi seis veces más probabilidades de repetir. Pero vayamos por partes.
La tasa de repetición en España es de las más altas de la OCDE
A los 15 años, el 31,3% de los estudiantes españoles han repetido al menos una vez en primaria o secundaria. Es decir, prácticamente uno de cada tres estudiantes han tenido que repetir todo un curso académico porque no superaron un cierto número de asignaturas.
El promedio de la OCDE oscila en torno al 11%, pero como se ve en la imagen hay grandes diferencias entre países: en algunos como Finlandia, Suecia o Dinamarca (pero también en Reino Unido o Noruega, que no aparecen en el gráfico) apenas hay alumnos repetidores, mientras que en otros como Bélgica, España o Portugal es bastante frecuente. En España de hecho el porcentaje de repetidores no ha variado demasiado en la última década y sigue estando en torno al 30%.
Sin embargo, no parece que hacer repetir a los estudiantes siempre sea una buena idea. En todos los países, y por supuesto en España también, los resultados académicos y la repetición están asociados negativamente. Esta regularidad es bastante obvia: los malos estudiantes tienden a repetir más. Lo relevante es que también hay un efecto en sentido inverso: los malos estudiantes repiten más, y repetir muchas veces empeora los resultados educativos. Es decir, se ha demostrado (aquí y aquí por ejemplo) que la repetición no siempre sirve para mejorar su aprendizaje, sino que muy frecuentemente tiene efectos negativos sobre el rendimiento académico posterior y eleva las probabilidades de abandono escolar. En la misma línea, los estudios centrados en España que intentan establecer efectos causales también han mostrado la ineficacia de la repetición y su impacto negativo sobre los resultados académicos posteriores (por ejemplo aquí y aquí). En definitiva, hay bastante evidencia acumulada sobre los efectos negativos de la repetición y en Politikon ya hemos hablado desde hace tiempo de algunas buenas razones para pensar que no es la mejor de las opciones.
En España es donde más influye la posición socioeconómica en la repetición de curso
Repetir curso no siempre es buena idea, y muchas familias lo saben. Pero no todas lo saben por igual. En la mayoría de los países son los alumnos más desfavorecidos socioeconómicamente los más propensos a repetir curso, incluso si se les compara con otros de similar rendimiento académico, motivación o comportamiento en el aula. Y es que la posición socioeconómica (llamémoslo “SES” -socioeconomic status-, llamémoslo “clase social”) importa. Y en España importa mucho.
Como se observa en la siguiente imagen, en el último informe PISA se ha puesto de manifiesto que a igualdad de resultados académicos, en España es casi 6 veces más probable que repitan los hijos de familias pobres que las de familias ricas. En concreto, los estudiantes desfavorecidos tienen 5,6 veces más probabilidades de haber repetido que sus equivalentes de familias privilegiadas incluso después de descontar posibles diferencias en competencias.
En el anterior informe PISA, el de 2012, este diferente riesgo de acabar repitiendo según posición socioeconómica, que ya era entonces 3 veces mayor para los menos favorecidos, ya era preocupante (y nos preocupaba). Lejos de reducirse, la incidencia de la posición socioeconómica en la probabilidad de repetición ha aumentado en estos años. Ahora España tiene el dudoso honor de ser el país de entre las más de 70 economías participantes en el informe PISA donde más influye la posición socioeconómica.
Hay mejores opciones: más vale prevenir que repetir
Las repeticiones, el fracaso escolar y el abandono temprano se hacen muy visibles durante la secundaria, que es el momento en el que se toma la foto fija de PISA. Pero sabemos bien que es en las etapas previas del ciclo educativo donde verdaderamente comienzan las desigualdades educativas y también donde se va fraguando el camino hacia el fracaso y el abandono escolar. Por eso son fundamentales las intervenciones tempranas que permitan identificar a tiempo a los estudiantes con riesgo de acabar repitiendo.
Hay familias con una posición socioeconómica aventajada que afortunadamente para ellas pueden compensar y poner remedio a tiempo si sus hijos tienen malos resultados académicos y empiezan a tropezar en la escuela. Pero estos mecanismos compensatorios no están al alcance de todos. Por eso es en las familias y en las escuelas más desfavorecidas socioeconómicamente donde se deben poner los mayores esfuerzos.
Los programas de educación compensatoria son una de las medidas que bien pueden contribuir a este objetivo. Pueden adoptar distintas modalidades (tutorías individualizadas, clases de refuerzo, escuelas de verano…), pero la idea común es ofrecer apoyo complementario fuera del aula para compensar desigualdades de partida y asegurar que los estudiantes con mayores dificultades alcanzan unos estándares académicos mínimos. En otros países son mucho más frecuentes (véase por ejemplo aquí o aquí), pero en España todavía son bastante recientes. Lo que sí se sabe es que estos programas tienen efectos muy positivos. En concreto, en un estudio reciente que evalúa el Programa de Acompañamiento Escolar (PAE) puesto en marcha entre 2005 y 2012 y que ofrecía apoyo adicional para alumnos de bajo rendimiento en entornos socioeconómicos pobres, mostraba que el programa había sido positivo para reducir el número de alumnos que se quedan atrás y mejorar los resultados académicos de los estudiantes participantes.
Estos programas compensatorios fuera del aula son muy necesarios, pero probablemente no suficientes. Además de refuerzo fuera del aula, los alumnos de entornos menos favorecidos deberían recibir también, como parte de su programa docente, una educación de gran calidad y entornos estimulantes como la que disfrutan muchos hijos de posiciones más privilegiadas. Esto es algo de lo que también hablamos en el último Cervezas y Politikon. Sabemos que hay buenas prácticas en educación y hay muchas cosas que se hacen bien. El gran reto es hacerlas accesibles más allá de las élites.
Todas estas medidas sin duda tienen un coste económico, pero los costes directos e indirectos de la repetición son mucho mayores. En el caso de España se ha calculado que el coste anual por cada estudiante que repite es de más de 20.000€, y en agregado la repetición de curso es una de las más altas de la OCDE y representa casi el 8% del gasto total en primaria y secundaria. Obviamente no se trata de dejar pasar de curso alumnos que no tienen los conocimientos necesarios porque la repetición sea costosa, sino de poner remedio a tiempo. Más vale prevenir desde las primeras etapas educativas y desde que empieza el curso académico que lamentarse en junio, cuando ya la única alternativa parece la repetición de curso.
No acabo de entender por qué no «debería» preocuparnos que un rasgo tan anómalo como las diferencias de resultado entre comunidades autónomas, más de un curso escolar, sean tan exageradamente pronunciadas.
El rasgo solo es anómalo si consideramos anómala la Historia de España o si consideramos una anomalía que España no sea un territorio históricamente homogéneo.
Eso lo digo porque las diferencias en el nivel de la educación entre unas y otras regiones (con Castilla-León siempre en cabeza y grosso modo siempre estando el norte por delante del sur) tienen siglos. Ya se aprecian en las tasas de alfabetización de hace cuatro siglos y siguen existiendo en el siglo XIX cuando se extendió la escolarización. De hecho se han suavizado y algunas regiones han igualado casi con las de cabeza.
También podríamos considerar anómalo que un sistema escolar presuntamente uniforme sea tan pasivo frente a las condiciones sociales preexistentes que simplemente las reproduzca y eternice. Pero nuestro sistema escolar es así en todos sus aspectos, no solo en los territoriales.
Hace solo unas décadas Suecia poseía uno de los mejores sistemas educativos del mundo, hoy tiene uno mediocre, y a años luz de su vecina Finlandia.
Alemania y Potugal en solo unos años han conseguido dar la vuelta a unos resultados mediocres.
España misma en un contexto de crisis económica y recortes ha mejorado sus resultados.
El fijismo no funciona ni en geología. Hasta los continentes se mueven y unas montañas crecen mientras otras menguan.
En el caso de Andalucía la educación no solo no mejora sino que va a peor y lo lleva haciendo muchos años. La brecha no se cierra sino que se abre.
Desvincular esa deriva de cómo se ha gestionado la educación en esa comunidad carece de cualquier justificación, por eso soy incapaz de entender la posición de María Ramos.
Baste quizá decir que a las autoridades de esa comunidad no se les ha ocurrido nada mejor que negar la validez de los resultados de PISA. Quien no reconoce los errores difícilmente va a salir de ellos.
Quizá porque esa diferencia favorece a las comunidades en las que todos pensamos ya de entrada, que son las que cortan el bacalao mediante la extorsión al gobierno central. Les conviene tener mano de obra barata procedente de otras comunidades, y así dedican a los suyos a tareas más directivas, con lo que la brecha se incrementa. Por eso me da risa lo de la independencia, porque poca gente parece darse cuenta de que es un instrumento de manipulación para conseguir prebendas, no un objetivo real y favorable para los caciques independentistas – los creyentes independentistas se tragarán lo que les echen, que al fin y al cabo no dejan de ser españoles -.
En realidad no es así. Cataluña está más baja de lo que le correspondería por su situación socioeconómica e igualmente Euskadi. La de mejor rendimiento de todas es Castilla y León, que para nada es de las que extorsionan al gobierno central.
¿Por qué juntamos churras con merinas? Es muy difícil hacer políticas públicas correctas si no paramos de hablar de los movimientos independentistas, el patrioterismo, en absolutamente todos los temas. Es un pelín aburrido y un derroche de recursos infinito…
Completamente cierto!
En cualquier tema sale alguien que sin mirar resultados dice: «Pues Catalunya XXXXXX» viciando la discusión
Iba a escribir algo similar, pero ya lo has expresado perfectamente.
Churras con merinas, hasta aburrir.
Un niño español tiene mejores opciones para salir a jugar con los amigos que uno finés. Y dado que somos animales sociales, jugar con los amigos nos resulta mucho más gratificante que pasar la tarde sentado delante de los libros, lo que además provoca que antes de salir ya estén pensando en lo que van a hacer cuando se encuentren con los colegas, y que cuando regresan le estén dando vueltas a lo que han hecho con ellos, y planeando lo que harán mañana.
Los niños de mejor situación económica por lo general, residirán en entornos menos masificados y también menos emotivos, así que se relacionarán menos – estarán más «centrados» -.
Y aunque partamos de que esto que digo es una solemne tontería, seguro que alguien lo ha estudiado desde esta perspectiva.
Es una solemne tontería, no porque el nivel económico de la familia no tengan efecto en el nivel alcanzado por los alumnos (lo tiene y está estudiado) sino porque la entrada no habla de eso.
Habla de la probabilidad de repetir dado el mismo nivel de competencia.
La probabilidad de repetir es cinco veces más alta en el nivel socioeconómico más bajo que en el nivel socioeconómico más alto DADO EL MISMO NIVEL DE COMPETENCIA.
O sea, dado el mismo nivel de competencia, no sé si ahora lo pilla. Teniendo el mismo nivel. Sabiendo básicamente lo mismo.
Estimado/a Aloe,
Entiendo que si dos personas tienen el mismo nivel de competecias, es decir, saben lo mismo, es muy difícil de entender que uno repita y otro no en función de su nivel socioeconómico.
Cuando el autor dice «a igualdad de competencias los estudiantes de orígenes más desfavorecidos tenían tres veces más probabilidades de repetir» entiendo que debemos entender que se refiere a «igualdad de competencias exigidas en un determinado nivel educativo». Si uno u otro estudiante proviene de un perfil socioeconómico desfavorecido tendrá tres veces más posibilidades de no alcanzar ese nivel de competencia y por tanto repetirá.
Un saludo.
Pues porque si los padres tienen pasta, envían al niño tonto a repaso o a clases particulares para compensar.
Si te cuesta llegar a fin de mes, pues no te lo puedes permitir y el niño tonto repite.
Con las repeticiones pasa lo mismo que con la mayoría de los temas de Educación. Se tarda poco en acordar el ¿Qué?, pero acordar el ¿Cómo? en España no se termina nunca.
¿Cómo evitamos las repeticiones?, porque a la luz de las investigaciones no parece que sea el mejor método. ¿Cómo se implanta un programa individualizado de apoyo a un alumno que en 2º de Primaria presenta carencias que pueden anticipar el fracaso educativo?. Si esperamos a 2º de la ESO para repetir ya es tarde. ¿Cómo?, ¿programas fuera del horario escolar?, ¿profesores de apoyo en el aula para esos niños?, ¿grupos reducidos con desdobles?. ¿Cómo convencen los políticos a la Sociedad de que hay que dirigir más recursos a estos programas?.
¿Cómo nos convencemos como sociedad de que la «élite» educativa no tiene que estar en el Bachillerato, casi ni en la Universidad?. El prestigio lo tienen que tener los docentes de Infantil y primeros ciclos de Primaria, puesto que ahí es donde se solucionan la mayor parte de los problemas y se hacen los diagnósticos que solucionan muchos males, entre ellos las repeticiones.
Por ahora los comentarios se centran en que la abuela fuma, en el empedrado y en que es muy difícil todo.
Cualquier cosa salvo centrarse en el horrible y vergonzoso hecho que señala la entrada. Que no hay cómo disculpar y del que -vaya por Dios- no hay forma de echar la culpa a los alumnos, la falta de esfuerzo, las familias y los recortes.
Solo a una defectuosa forma de evaluar, a los sesgos clasistas de los que evalúan y/o a la segregación de centros. No hay otras alternativas.
De paso a ver si se acaba el mantra de que hay que repetir más. Hace bastantes años que sabemos (porque lo dice la OCDE) que hay que repetir menos, pero los hechos no consiguen calar en la mollera de los fieles a la concepción punitiva de la enseñanza.
Eso se explica por Darwinismo social, pero es entrar en terreo peligroso.
Mismas competencias, zero esfuerzo se repite.
Mismas competencias pero más esfuerzo, se pasa de curso.
Como se mide el esfuerzo de los estudiantes más allá de las competencias que mide PISA? Influye el ambiente familiar a inculcar el valor del esfuerzo? Familias pudientes valoran más el esfuerzo y dedicación que familias desfavorecidas?
Terrenos pantanosos que conviene discutir con cuidado para no decir burradas
Muchas gracias por el artículo, muy buen resumen.
Me gustaría que se hubiera titulado «Lo que *también* debería preocuparnos de PISA», porque el mediocre resultado general, y las diferencias entre comunidades, deberían ser también causa de preocupación.
Es frustrante escuchar una y otra vez que esas diferencias regionales se explican por razones históricas. Lo que demuestran estos resultados es que, si no se hace nada para remediarlo, la historia condiciona casi del todo el presente, por supuesto que sí. Y está claro que no estamos haciendo nada. Ejemplos estándar de países que sí han hecho algo: Finlandia y Singapur.
Pasando ya al tema concreto de la entrada, una pregunta: ¿existen datos de si esa diferencia tiene o no que ver con los centros? De forma quizá más clara: ¿existen datos sobre si esa diferencia en las tasas de repetición vienen dadas porque en la enseñanza concertada y privada se suspende menos, y en la pública más?
Felicidades por la entrada, María, y gracias por poner el acento en que, además de las diferencias regionales en puntuaciones, hay otras cuestiones muy relevantes que apenas han acaparado reflexiones en los medios, centrados exclusivamente en el tema territorial.
La vinculación entre nivel socioeconómico de los padres y resultados escolares de los hijos, en el caso que nos ocupa en términos de repetición, es importante porque determina la movilidad intergeneracional en educación y, como consecuencia, en rentas. Esta evidencia bien merece una reflexión.
Mi sensación es que algo se nos escapa; quizá esté equivocado pero si a igualdad de competencias repiten más las clases bajas creo que un factor importante que nunca se pone de relieve porque es políticamente incorrecto es la ausencia de implicación de las familias en la educación de los niños.
Pretender que todo se soliciones desde el colegio y el estado sin incentivar a las «familias» a que se impliquen no sé si va a mejorar los resultados.
Creo que es razonable que haya programas de refuerzo pero ese refuerzo debería incorporar al entorno, no se si con recompensas económicas o de otro tipo pero está claro que no sabemos exactamente cuál es el problema y si se sabe la dura realidad es que a nadie le importa arreglarlo.
No viene muy a cuento, pero recuerdo ahora a un alumno de bachillerato que había suspendido seis asignaturas y, al pedirle su opinión sobre el asunto, me respondió tan contento: «tengo que vivir!», así, con un par.
Salud.
En todas las opiniones hay partes de verdad y partes de demagogia, todo muy complejo. Es evidente que es más probable que a los padres con estudios les preocupen más los estudios de sus hijos que a los padres sin estudios, aunque esto es una verdad a medias. Mis padres no han tenido apenas formación, un entorno rural, y siempre nos han inculcado que lo mejor que nos podían ofrecer era su sacrificio para que sus hijos estudiaran y tuvieran mejor futuro que ellos. (Castilla y León). A lo peor, algo de lo que falta es estimular y dirigir a muchos padres en este pensamiento.
Puro populismo. Relacionar diferencias socioeconómicas sin definirlas ni especificarlas es poco serio.
Miren Rusia y Dinamarca. Al lado uno del otro y anda que no hay diferencias «socioeconómicas».
Hay factores muy importantes que ni siquiera se tienen en cuenta y todo parece lo de siempre con la pseudociencia ideológica. Más pasta, más subvenciones, etc.
De eso se trata, de buscar más pasta.
Mientras tanto la gente pasa de curso como nunca en la historia. Y esto, inevitablemente llega también a la investigación y a la política.
Por favor, investiguen cosas importantes y no las que les financia el partido político de turno.
La repetición se debe a que la gente pasa de curso sin tener ni puñetera idea y cuando llega a una barrera mínimamente exógena llegan personas destrozadas que tienen que pararse un par de años a recuperar el tiempo perdido.
Soluciones:
1. Cambien la costumbre de apilar alumnos ante profesores procedentes del lumpen intelectual que terminarán produciendo analfabetos funcionales.
2. Internados públicos para alumnos de familias destrozadas. De esas que fomenta el sistema político.